Lunes, 11 de noviembre de 2024. Fue una foto; la de una joven voluntaria de la Cruz Roja de Ceuta en 2021. Luna, que así se llama la voluntaria, abraza a un migrante subsahariano exhausto después de saltar la valla fronteriza que separa a aquella localidad de Marruecos. La foto se hizo viral y creó una corriente de solidaridad sin precedentes. Pero también provocó un infame acoso contra ella en unas redes sociales que hirvieron con insultos racistas y xenófobos. Desde entonces son recurrentes las campañas contra la Cruz Roja, institución a las que algunos no dudan en calificar de organización dedicada al tráfico de personas.
En estos días estamos viendo una repetición de todo aquello, aunque en esta ocasión el acoso ha crecido exponencialmente. La Cruz Roja empezó a actuar en Valencia antes de que el presidente de la Comunidad Valenciana, responsable legal de la emergencia, terminara su almuerzo (de tres horas) con una periodista y asumiera sus responsabilidades. Pero ya la agenda de los intoxicadores estaba en marcha y comenzaron a surgir los primeros mensajes en todas las redes sociales que culpaban a la organización de no estar presente en esa emergencia, porque en ella no hay pateras ni migrantes, aunque la realidad los desmintiera.
La Cruz Roja no sólo estaba activada desde el primer momento y cumpliendo con sus principios fundacionales en la Comunidad Valenciana, también lo estaba en Castilla La Mancha y en Andalucía. Lo que no evitó que la interesada mentira fuera extendiéndose y -aunque el operativo desplegado y la actuación de la Cruz Roja arroja cifras de intervenciones con seis dígitos- sigan siendo reproducidas, diez días después, por miles de bots más preocupados en sembrar la confusión y deslegitimar a las instituciones que no siguen los postulados de su agenda que en la solidaridad.
Y lo están consiguiendo. Porque las redes tienen el problema de la inmediatez y cuando vemos un contenido que nos llama la atención, para bien o para mal, lo reenviamos o replicamos sin pararnos a pensar si es verdad o mentira. Porque no queremos perder minutos en contrastar lo que se nos dice. Por ello, la organización se enfrenta a la peor crisis reputacional de su historia sencillamente por aplicar, como cada día, su principio de humanidad, que no significa más que prevenir y aliviar el sufrimiento de las personas en todas las circunstancias y sin discriminación. Pero esto último, “sin discriminación”, es lo que se ha cruzado en la agenda de los intereses políticos de algunos extremistas. No ahora, porque no se llama valencia, se llama: desprestigiar a cualquier persona o entidad que ayude a los inmigrantes. Crearle problemas a cualquiera que denuncie que no actuar en un naufragio es un acto criminal, a cualquiera que recuerde que acoger a un menor no acompañado es una obligación legal.
Esto que he escrito no lo va a decir nunca la Cruz Roja y creo que así debe ser, no hay mejor actuación que el ejemplo, porque opinar sabemos todos. Pero como mi texto no deja de ser una columna de opinión me atrevo a gritar que me reconforta ver esas mantas rojas que reparte en estos operativos, porque es el mejor ejemplo de que una vez más han cumplido con su trabajo. Y cuando esa manta se usa además en cualquier puerto del Mediterráneo o de las Canarias me tranquiliza doblemente porque no me deja duda de que otra vida fue salvada.
Javier Polo Brazo, columnista de La Mar de Onuba, es fotógrafo, cineasta y escritor. Entre sus obras destacan el cortometraje Andar dos kilómetros en línea recta y el documental Las Altas Aceras. Desarrolla su actividad profesional en los campos de los Recursos Humanos, la gestión de calidad y la Responsabilidad Social Corporativa.
Sea el primero en desahogarse, comentando