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Después del coronavirus, cada vez queda más patente que la COVID-19 sí entiende de clases.
El mejor ejemplo es México, un país que difícilmente conseguirá salir reforzado cuando la pandemia desaparezca.
El país liderado por López Obrador continúa sumido en un escenario marcado por la tragedia, la incertidumbre y la pobreza.
Todo se ha visto sometido al agresivo yugo del patógeno chino, si bien es cierto que la salud, la economía y la educación han sido las áreas que más han sufrido los efectos de la crisis sanitaria.
En México, debido a la incidencia de la enfermedad, el sistema educativo ha tenido que adaptarse a las necesidades de la pandemia y esto ha provocado que las clases queden vacías y las casas de muchos alumnos se haya convertido en las nuevas aulas de estudio.
A través de la televisión muchos estudiantes recibían sus clases, pero este modelo, lejos de ser beneficioso, ha supuesto un nuevo retroceso en el ámbito educativo del país.
Por este motivo, en el país han surgido diferentes proyectos para dar clases presenciales en la calle para los niños en riesgo de exclusión social.
Es lo que en México se conoce como escuelas callejeras.
‘RINCONCITO DE LA ESPERANZA’
Una de estas escuelas callejeras que ofrece clases particulares en las calles de México es Rinconcito de la Esperanza, un proyecto puesto en marcha por Dalia Dávila, gestora del proyecto.
Dávila reconoce en una entrevista para la agencia de noticias AFP que lanzó esta iniciativa después de ver cómo miles de niños iban a quedarse sin poder asistir a clase por culpa de la emergencia sanitaria.
Ella ha habilitado la parte de atrás de su camión así como alguna estancia de su casa para poder impartir la docencia. “Habilitamos un pequeño salón con TV, Internet, una laptop y un teléfono inteligente para auxiliar a niños sin recursos para tomar sus clases, con el compromiso de salir adelante” reconoce para el mencionado medio.
El Rinconcito ha tenido un alcance tan importante que al proyecto se han sumado varios maestros voluntarios y asegura que ha contado con la solidaridad de muchos empresarios y donantes que le han facilitado los medios necesarios para poder desarrollar su labor en las mejores condiciones.
“Nos han prestado aparatos electrónicos, talleres, mesas y sillas… Todo para poder ayudar a los niños” refleja.
Además, hasta esta escuela itinerante se han apuntado más de 70 niños de entre 6 y 15 años que no tenían la posibilidad de asistir a esas clases que el Gobierno estaba emitiendo por televisión.
Por otro lado, sabiendo que la situación está provocada por una emergencia sanitaria, Dávila asegura que está cumpliendo con todas las medidas de protección necesarias para que estas clases a pie de calle también sean un punto seguro para los menores.
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