Todos los indicios apuntan a que no fue un accidente profesional, desde su teléfono se pidió el rescate del secuestrado.
Domingo, 19 de agosto de 2018. La tradicional quietud informativa del agosto sevillano se ha visto alterada por una noticia de esas que solo se suelen ver en películas de policías y ladrones. Una banda de diez delincuentes, la mayoría viejos conocidos por la policía sevillana, han sido detenidos in fraganti en la barriada de Montequinto (Dos Hermanas) mientras mantenían secuestrado a un lotero de Écija, al que estaban, literalmente, torturando.
El lotero, presumiblemente, se dedicaba a blanquear el dinero de la banda procedente del narcotráfico en Sevilla, y en esa ocasión, a la hora de hacer la entrega de 180.000 euros para blanquear, en el domicilio de la cita aparecieron tres encapuchados que se hacían pasar por funcionarios de policía que se llevaron el botín. Creyendo los secuestradores que se trataba de un engaño organizado por el lotero, fue cuando le atan a una silla y empiezan a torturar y maltratarle físicamente. Paralelamente, llaman a su esposa a la que piden un rescate de 200.000 euros para dejarle en libertad al marido. Fue cuando la esposa pone en conocimiento de la comisaría de Policía Nacional lo que sucede y arranca un operativo rápido, eficaz y con resultado aparentemente feliz.
Pero lo novedoso y llamativo de la intervención policial sucede cuando los agentes detuvieron e identificaron a los secuestradores del lotero blanqueador. Entre los miembros de la banda, casi todos fichados por la Policía –uno de ellos relacionado con un kalasnikov y un homicidio en las 3000 Viviendas– se encuentran a un ciudadano llamado Álvaro García Ruiz. A este no le reconocieron a bote pronto, ni estaba fichado, pero pronto supieron que se trataba del mismo García que desde las páginas del diario ABC de Sevilla hacía tiempo que atizaba fuerte a la policía de Sevilla y a su falta de efectividad en la lucha contra el crimen organizado. Sus tuits de este verano ratificaban una línea de trabajo editorial muy crítica con las carencias de la seguridad ciudadana en Sevilla.
Uno de los últimos tuits del periodista Alvaro García en su cuenta de Twiter criticando la falta de policías en Sevilla este verano.
Álvaro García Ruiz es un joven periodista, 29 años, capaz y valiente, que tras un rodaje profesional en el Correo de Andalucía como becario recaló en ABC, destacando por sus trabajos relacionados con los bajos fondos de la delincuencia y la droga en Sevilla. Uno de sus últimos trabajos en ABC estuvo relacionado con los narcopisos de la barriada de las Tres Mil Viviendas el pasado día 7 de agosto.
En circunstancias normales podríamos imaginar que el joven reportero estaba en el lugar del crimen por razones estrictamente profesionales, realizando uno de sus reportajes y que, en mitad de la reunión, todo se complicó con un robo y un secuestro. Estas cosas pueden pasar en el ejercicio de esta profesión. Pero las diligencias policiales abiertas – y el ingreso en prisión desde el jueves por orden judicial– descartan de lleno una hipótesis favorable a su presunción de inocencia. Dos datos iniciales sitúan al periodista metido hasta las trancas en la supuesta comisión de delitos como detención ilegal, lesiones, amenazas de muerte y extorsión. Dos de sus hermanos son los dueños de la tienda taller de motos a través de la cual la banda supuestamente canalizaba el dinero logrado en su trapicheo. Pero hay algo más y que consta en diligencias, fue desde el teléfono de Álvaro García y el de su hermano Guillermo desde donde se llama a la esposa del lotero para exigirle los 200.000 euros del rescate, veinte mil más de lo robado por los misteriosos encapuchados, de cuya identidad nada se ha sabido de momento. Y para acabar de rematar todos los indicios inculpatorios, cuando la policía irrumpe en el escenario el periodista es uno de los que acompañan al secuestrado en el coche que le transportó hasta la tienda de motos para el canje final.
Que un prometedor reportero de sucesos del principal periódico de la ciudad haya sido detenido en plena comisión de graves delitos deriva el debate al terreno profesional y plantea numerosos interrogantes. El más destacado es si Álvaro García Ruiz se infiltró en la redacción de ABC para usar su trabajo como instrumento al servicio de una banda donde se integran peligrosos delincuentes y en cuyas biografías aparece hasta la palabra “homicidios”.
La duda tiene cierta base al saberse que García Ruiz no parece que tuviese en el ejercicio de la profesión una dosis vocacional suficiente como para aguantar el tirón de los sueldos de miseria, casado y esperando una hija en la actualidad. El reportero quería ser policía y para ello estaba intentando opositar al cuerpo de Policia Local de Sevilla, concurso en el que fue admitido como se comprueba en el Boletín Oficial de la Provincia del pasado 18 de julio.
Álvaro García Ruiz duerme en prisión desde el jueves por orden del juez junto a nueve implicados más. Fuentes gubernativas aseguran por su parte que la Policia, cuyos funcionarios han realizado un magnifico y rápido servicio, van a seguir hasta el fondo de este suceso, buscando todas las ramificaciones y conexiones económicas que puedan existir. “Todas las vías de investigación están abiertas” afirma una fuente conocedora de la marcha del caso.
Alvaro García Ruiz no quería seguir siendo periodista. Quería ser Policia Local de Sevilla y estaba opositando.
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