¡Paco, mi muy querido Paco! ¿Qué te puedo decir ahora, apenas una hora tras conocer la noticia de tu muerte? Yo sé que estabas mal de verdad, y que ciertas fotos dicen lo real, aunque parezcan lo contrario.
Sí, tu final era esperable y esperado, después de muchas pérdidas, pero uno nunca se da cuenta por mucho que lo espere… “Ensayo de una despedida”, el título (desde 1974) de tu poesía reunida. Bueno, mi querido, esa despedida para la que tanto te preparaste, llegó. Ya fue. Estás ya en esa barca en la que todos iremos.
Pero ahora no quiero ver al viejecito decrépito -después de dos infartos y tantas pérdidas- de estos últimos años. Ni la alegre (y triste) imagen de tu Cervantes. Sólo quiero ver al Paco Brines eterno de nuestras infinitas noches madrileñas hasta el alba, entre libros y chicos. Ese eras tú -aunque algunos no quieran- ese ser noble, impúdico y absolutamente pudoroso. El gran poeta de la tradición elegíaca, que es amor a la vida toda. El poeta de tantos libros excelentes (dejas uno inédito, aunque buena parte publicada en anticipos, “Donde muere la muerte”) de los dos libros tuyos que yo más quería: “Palabras a la oscuridad” -1966- y “El otoño de las rosas”, 1986. ¿Recuerdas nuestras conversaciones interminables, en tu coche, muy tarde, a la puerta de mi antigua casa? Y nos íbamos a volver a ver al día siguiente…
Recuerdo la hermosa foto de Dedí, rubio y bello, que me mostraste, y era en Atenas, al fondo la Acrópolis. Tu casi total poesía, la luminosa y la elegíaca. Te dije (casi sin pensarlo): ¡Una excelente portada! Y me sonreíste cariñoso: Pero, Luis Antonio, ¡cómo voy a poner la foto…! Ahora será distinto. Todo es luego distinto, camino a la verdad definitiva.
Paco, voy a escribir el libro de nuestra amistad, ese que no querías ver, pero que te hacía sonreír pícaro. Paco, ahora sólo puedo decir que fuiste un total e intimísimo amigo, un hermano mayor, un maestro. Sólo decir que te quise y gusté tu gran poesía… Nos recuerdo en Puerto Rico, en Nueva York, en Damasco, en Palmira, en Milán, en Bérgamo…
Querido Paco, qué difícil decir, qué difícil callar. Sit tibi terra levis. “Y el pecho se consuela, porque sabe/ que el mundo pudo ser una bella verdad.”
Jueves, 20 de mayo de 2021. El poeta Francisco Brines ha fallecido este jueves en Valencia a los 89 años de edad, según ha confirmado el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig. El escritor, que hace unos días recibió el Premio Cervantes 2020 de manos de los reyes, estaba hospitalizado en Gandía.
Brines fue ingresado un día después de que los reyes le entregaran el galardón en su hogar en la finca familiar 'Elca', en Oliva (Valencia), el lugar que ha inspirado muchos de sus poemas, al no poderse celebrar la ceremonia el 23 de abril por su delicado estado de salud. Además de ser uno de los pocos poetas supervivientes de la Generación de los 50, Brines atesora también el Premio Nacional de Literatura, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Nacional de la Crítica.
Licenciado en Derecho, Filosofía y Letras e Historia, Francisco Brines atesoraba numerosos reconocimientos como el Premio Nacional de las Letras Españolas (1999), el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2010) o el IV Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2007). Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de València, ha sido lector de Literatura Española en la Universidad de Cambridge, profesor de español en la Universidad de Oxford y, desde 2001, académico de la RAE.
Su obra ha sido reconocida con galardones como el Premio Adonais por Las brasas (1959), el Premio de la Crítica en la modalidad de poesía castellana por Palabras en la oscuridad (1967), el Premio Nacional de Poesía por El otoño de las rosas (1987) o el premio Fastenrath por La última costa (1998). Tras el fallecimiento reciente del poeta José Manuel Caballero Bonald, Brines era uno de los últimos escritores vivos pertenecientes a la generación del 50.
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