«Se obvia que el capitalismo está en crisis profunda, y se sitúa al coronavirus como el “momento cero” de dicha crisis»
«El coronavirus únicamente es un «disparador» de la crisis económica pero en ningún caso su principal causa»
«¿No es el capitalismo un gigante con pies de barro, habiéndose desnudado su incapacidad para garantizar la sostenibilidad de la vida?»
Los momentos de miedo e incertidumbre suelen ser aprovechados por las élites para provocar importantes transformaciones en su favor, apoyándose en relatos sesgados. La situación generada por el coronavirus es, sin duda, uno de esos episodios. Haremos bien entonces en discernir, en medio del shock que atravesamos, lo necesario para frenar la pandemia, por un lado, de lo que apuntala privilegios de una minoría, por el otro.
La maquinaria ya se ha puesto en marcha. Se trata de imponer un relato económico que, muy sintéticamente, se resume en dos ideas: el coronavirus ha trastocado las tendencias de recuperación económica, convirtiéndose en la causa principal de la crisis actual; los planes de choque en favor de las empresas son, por tanto, estratégicos para revertir esta situación.
De este modo, se obvia que el capitalismo está en crisis profunda, y se sitúa al coronavirus como el “momento cero” de dicha crisis. Esta es la coartada perfecta para que aceptemos un «paquetazo económico» en toda regla: reducción de tipos de interés; rebajas y moratorias fiscales; líneas blandas de financiación para bancos y empresas; y facilidades para la regulación laboral y el despido temporal y/o permanente. En definitiva, y una vez más, los recursos colectivos al servicio de los intereses empresariales, sin justificación sólida alguna.
Dicho paquetazo se expande cual pandemia: EEUU baja los tipos de interés; la UE pretende inyectar 120.000 millones a las entidades financieras mediante compra de deuda pública; el FMI y la OCDE piden laxitud fiscal; el Estado español plantea una moratoria fiscal de 6 meses para PYMES y autónomos (igualando cooperativas de 4 personas con empresas de 250 trabajadores/as, como si vivieran situaciones similares), además de créditos para el sector turístico, bonificaciones a la seguridad social y fórmulas para facilitar bajas laborales y ERTEs; el Gobierno vasco, por su parte, anuncia una línea excepcional de financiación y avales a empresas de 300 millones de euros, ampliable a 500. Estas medidas, en ocasiones, se acompañan de otras de corte más social, como el anuncio del aplazamiento del pago de hipotecas (Italia y Estado español), programas asistenciales menores, o el reforzamiento del privatizado y precarizado sistema público de salud. En todo caso, la asimetría en favor del poder corporativo es más que evidente.
Pero lo grave del asunto es que este «paquetazo económico» se sostiene sobre premisas completamente falsas: ni la génesis de la crisis se sitúa en el coronavirus, ni sus medidas reactivarán la economía y mejorarán el bienestar general. Al contrario, se trata de una nuevo ejercicio de injusticia contra la clase trabajadora, que únicamente pretende dar aire a un capitalismo agonizante que, además, nos conduce a un abismo social y al colapso ecológico.
En este sentido, el coronavirus únicamente es un «disparador» de la crisis económica (su incidencia real dependerá de la duración del fenómeno), pero en ningún caso su principal causa. Por supuesto que las medidas de restricción de movilidad y confinamiento, así como el contexto actual de incertidumbre, tienen graves consecuencias sobre la economía. Pero los cantos de sirena de la recuperación no eran sino una falacia que trataba de ocultar la profunda crisis en la que se encontraba un sistema capitalista gripado (incapaz de encontrar nuevas formas de acumulación y ganancia), insostenible (construido sobre pies de barro y responsable del colapso ecológico en ciernes), salvaje (generador de crecientes desigualdades de clase, género, raza/etnia y de todo tipo), vulnerable (a expensas de un enorme excedente especulativo, que augura nuevos estallidos como el de 2008), y bajo respiración asistida (sostenido sobre inyecciones monetarias a Estados y corporaciones ultra-endeudadas, cifrada para estas últimas en 19 billones de dólares).
Se niegan estas evidencias, el coronavirus pasa de síntoma a causa, y bajo el estado de shock se convierte en víctimas a los responsables de esta situación: el capitalismo y las grandes empresas. El paquetazo económico acude en su rescate, en un enésimo intento por apropiarse de todos los resortes públicos y colectivos. Una estafa, con todas las letras, inútil además en sus supuestos objetivos.
Pero aún estamos a tiempo, no caigamos en la trampa. Exijamos su paralización y propongamos medidas económicas alternativas frente a la actual coyuntura, a partir de dos principios básicos: uno, la prioridad es sostener la vida, no las empresas: fortalecer el sistema público de salud; enfrentar la precariedad (moratorias en hipotecas y alquileres) y la pobreza (energética, infantil, etc.); mantener los ingresos de la clase trabajadora; apoyar a autónomos precarizados, pequeñas y microempresas; garantizar el cuidado de calidad de las personas; generar mesas de crisis con la participación activa de movimientos sociales. En segundo término, que la financiación recaiga en las instituciones y en las medias y grandes empresas, principales beneficiarias de décadas de neoliberalismo.
A su vez, miremos más allá. El coronavirus también es una oportunidad para extraer aprendizajes para el medio y largo plazo. Así, ante la crisis generada… ¿No se han demostrado los mercados globales como la parte más vulnerable de la economía en un momento como este, pese a los cantos de sirena de la globalización y la internacionalización? ¿No es lo público y lo común lo que realmente responde ante el fiasco de lo privado y corporativo? ¿No es el capitalismo un gigante con pies de barro, habiéndose desnudado su incapacidad para garantizar la sostenibilidad de la vida?
Confrontemos con rabia y con alternativas el paquetazo económico, desmantelemos de una vez un capitalismo virulento, pero agonizante.
Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate es investigador de Paz con Dignidad-OMAL
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