Viernes, 14 de abril de 2023. La economía del gigante asiático crece a un ritmo mayor al previsto. El fuerte impulso viene dado por el consumo privado. Shanghai, la segunda ciudad de China, experimenta un nuevo status como la capital global del lujo, incluso por encima de París y Nueva York. Son hechos consumados.
Goldman Sachs pronosticó un alza del producto chino de 3% anual para 2023, y lo hizo en enero de este año, y ahora lo ha elevado a 5,5%, debido a que prevé un aumento notable del consumo individual, que subiría a 8,5% en el año.
También USB (Suiza) ha elevado sus previsiones de 4,9% en enero de este año, y las ha llevado a 5,4% anual, en razón de que la industria de la construcción ha experimentado un excepcional crecimiento en el último mes, y sus ventas han superado en las 30 principales ciudades de la República Popular en 30%, o más, los niveles de 2022.
Esto significa que las pautas de 2019 se alcanzarían al ritmo actual antes de concluir 2023, cuando lograrían el récord histórico absoluto que se alcanzó hace 4 años. El hecho central en términos mundiales de esta situación, es que la República Popular crecería entre 5% y 6%, o más, este año, en tanto que EE.UU. enfrentaría una crisis recesiva, y lo mismo sucedería en Europa, encabezada por Alemania, la cuarta potencia global. Solo España marca la excepción con un crecimiento idéntico a China; el 5,5%.
El consumo chino representa 60% del PIB (cuando era 49% hace 10 años); y es altamente significativo respecto a lo que viene en materia de consumo lo que ocurrió en los últimos 10 días de enero, en el transcurso de la “Fiesta de la Primavera”.
En ese periodo, se produjeron 308 millones de viajes de turismo doméstico, lo que implicó un alza de 23,1% respecto al año anterior, y que equivale a 88,6% del nivel alcanzado en 2019, cuando se experimentó un récord histórico absoluto.
En esa etapa de los 10 días finales de enero se gastaron 55.620 millones de dólares, lo que implica un alza de 30% en relación a 2022, y representa 73,1% del nivel obtenido en 2019.
El caso más notable es el que ha ocurrido en Shanghái, la segunda ciudad china, y su mayor rostro internacional frente al mundo, en los últimos dos meses, cuando se produjo su completa recuperación después de haber estado clausurada para enfrentar la pandemia del coronavirus. El cierre de la economía y de la sociedad de Shanghái fue la causa fundamental de que la economía china creciera solo 3% el año pasado, frente al nivel de 5,5% esperado por el gobierno y los organismos internacionales; y es esta situación la que ahora se ha superado.
Shanghái recibió solo 180.000 viajeros del exterior en enero de este año, comparado con los 2,7 millones que arribaron a través de los cinco aeropuertos internacionales que tiene en igual periodo de 2019, que es su promedio habitual de los 5 años previos. Este rasgo estructural es lo que ha convertido a Shanghái en el centro del consumo mundial, incluyendo el de lujo, por encima de Nueva York y Paris; y ahora se estima que esa masa fenomenal de turistas extranjeros volverá en plenitud a partir de mayo.
Resumiendo, el consumo chino representó 55% del PIB en 2022 (que aumentaría a 60% este año); y contribuyó entonces a 65,4% del alza del producto, nivel que se alcanzaría en mayo/junio de 2023, lo que implica que a partir de entonces China vuelve a experimentar un boom de consumo de alcance mundial.
Por su parte, la industria manufacturera alcanzó un índice de expansión de 52,6 en febrero de 2023, el más elevado de la última década, y un punto y medio por encima del nivel logrado el mes anterior.
El índice “Caixin China General”, centrado en el desempeño de las empresas privadas y de las grandes transnacionales, registró en febrero su primera expansión en 7 meses, y alcanzo a 51,6, lo que afecta directamente el comercio internacional de la República Popular encabezado por la industria manufacturera, y que alcanzó a 6,1 billones de dólares el año pasado, récord histórico absoluto.
El cálculo que hay que hacer es el siguiente: China importaría a este nivel de incremento del comercio exterior más de 40 billones en los próximos 15 años (30 billones en bienes, y 10 billones de dólares en servicios); y este año contribuiría con 38% del total del alza de la economía mundial (EE.UU. aporta 15%); y esto sucede cuando la República Popular se ha convertido en la principal socia comercial de 144 países en el mundo de los 192 representados en Naciones Unidas. Esto implica, en suma, que se acelera y profundiza el traslado del eje de la economía mundial de Occidente al Asia, que es inequívocamente la tendencia central de la época, la que determina todas las demás.
Este hecho estructural que caracteriza esta etapa de la historia del mundo es el que pone en crisis irreversiblemente la hegemonía de EE.UU. en el sistema global, que corresponde a un ciclo agotado en 2008/2009, cuando se produjo la crisis financiera internacional con epicentro en Wall Street.
La historia no es determinista, pero hay un determinismo en la historia. Lo esencial es la política que es donde impera la voluntad, la iniciativa, y el genio del liderazgo, pero el determinismo profundo de la época es el que establece el marco de posibilidades y de imposibilidades a la acción de la política; y este determinismo se orienta ineludiblemente hacia Oriente, y ante todo al “Imperio del Medio” con 5.000 años de historia, que es China. Inexorablemente…
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero @FranciscoVill87
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