Aunque el país pasa por una crisis institucional, de valores, judicial, social, racial, económica como pocas veces ha ocurrido es verdad que la capacidad de levantar cabeza económicamente me sorprende siempre.
La Reserva Federal de Atlanta con sus indicadores en tiempo real, estima que la economía norteamericana, la mayor del mundo (21,9 billonesde dólares /25% del PIB global) crecería a una tasa de 34,5% en el tercer trimestre del año, lo que indica una expansión de casi 5 puntos en menos de 4 semanas; y esto sucede cuando faltan 12 días para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. Goldman Sachs prevé también un aumento de 33% en el tercer trimestre de 2020, con un auge de 10,4% en el cuarto, que abriría paso a una expansión de 5,8% en 2021: son 3,3 puntos por encima de su tasa de crecimiento potencial de largo plazo (2,5% anual). Esto sucede cuando la economía global se expande en el tercer trimestre 34%, según JP Morgan, lo que significa que crece sólo 4 puntos por debajo del récord histórico logrado en el cuarto trimestre de 2019. Es un mundo en expansión el que ofrece la economía global en la segunda parte del año.
En septiembre se han creado 661.000 puestos de trabajo en EE.UU. y la desocupación ha caído a 9% lo que implica que en 5 meses han surgido 11,3 millones de empleos, más de la mitad de los 22,2 millones perdidos en marzo/abril de este año.
La actividad del sector manufacturero (PMI) aumentó a 53,2 puntos en septiembre (por encima de 50 puntos es alza sostenida), mientras que los servicios crecieron a 54,6, una leve reducción frente a 55 puntos que experimentó en agosto; y la secuencia indica una sólida recuperación industrial en el tercer trimestre del año. Es el quinto mes consecutivo de expansión de la manufactura, tras la contracción de 10,6% en el segundo trimestre, que equivalió a una caída de 32,2% anual, la mayor de la historia norteamericana desde la década de los aciagos 30.
En el área metropolitana de Nueva York el indicador económico llamado ISM trepó en septiembre a 56,1 puntos (42,9 puntos en agosto). Es un alza de 13,2 puntos en 30 días. En Nueva York y los 7 condados que la rodean la ISM está hoy por encima de los niveles récord pre-pandemia (51,9 puntos en febrero de 2020).
El resultado ha sido que el Índice de Confianza de los Consumidores (ICC) alcanzó a 80,4 puntos en septiembre (74,1 en agosto), el mayor auge desde febrero de este año; y aun así, el ICC de septiembre está todavía 13,7% por debajo del nivel récord del año pasado, el mayor desde que se llevan registros (1994). Las ventas de inmuebles aumentaron 8,8% en agosto, el cuarto mes consecutivo de expansión (el consenso del mercado era que el alza sería de 3,2%).
Lo fundamental del monumental aumento del PIB de más del 30% en el tercer trimestre del año es que expresa un cambio estructural de especial importancia en la economía norteamericana. EE.UU. experimenta en los últimos 8 meses un extraordinario proceso de “destrucción creadora” (vuelco del capital y la fuerza de trabajo hacia actividades de mayor productividad), con una fenomenal creación de nuevas empresas (ante todo start ups de alta tecnología). El número de start ups high tech es 18,5% superior en 2020 a igual periodo de 2019; y más de 90% de esos emprendimientos de alta tecnología son unidades altamente digitalizadas, con un capital prácticamente constituido en su totalidad por activos “intangibles” (marcas, patentes, ‘capital humano’).
El resultado ha sido que la inversión en “intangibles” subió un 11% anual en el primer semestre de 2020, y aumentaría a 15%/20% al concluir el año. Por eso más de 70% de la inversión norteamericana en 2020 se realizaría en activos “intangibles”.
Este drástico, cualitativo, aumento de la innovación revela el impacto de la pandemia en la economía norteamericana: los activos de Zoom se valorizaron más de 700% en los últimos cuatro meses; y las ganancias de Amazon, y en general del “e-commerce”, treparon más de 40% en este periodo, con un auge de la productividad superior a 30%.
La segunda dimensión de esta revolución productiva es que son más de 150 millones los trabajadores estadounidenses que se desempeñan en sus hogares a través del teletrabajo, con un alza de la productividad de 15% anual. Este proceso de vuelco al teletrabajo de los operarios norteamericanos puede considerarse históricamente irreversible. Y así se revelaría en la etapa post-pandemia.
Esta novedad histórica tiene un impacto deflacionario en la economía norteamericana, con una “tasa natural de interés” que se ha reducido todavía más y que es ahora solo 0,2%/0,3% por año. La “tasa natural de interés” es la que permite el pleno despliegue de la totalidad del potencial del capital y el trabajo, sin desatar proceso inflacionario alguno. Esto implica la posibilidad de aumentar en forma más que proporcional la inyección de liquidez que puede realizar la Reserva Federal en la primera economía del mundo.
Resumiendo, la extraordinaria “destrucción creadora” realizada en EE.UU. en 2020 adelanta en 4/6 años la emergencia de la cuarta revolución industrial (digitalización completa de la manufactura y los servicios); y EE.UU. establece una vez más un nuevo marco de lo posible en la historia del sistema global.
EE.UU. es el más grande laboratorio de “destrucción creadora” que el mundo ha conocido e impresiona a cualquier observador económico de cualquier sitio del planeta.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba es economista y periodista financiero.
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