Si la lucha mundial contra la covid-19 ha dejado algo claro es que la sociedad depende totalmente de los trabajadores esenciales y que estas profesiones conllevan riesgos. Del mismo modo que se ha reconocido de forma generalizada, y con razón, la labor del personal de salud y de cuidados durante la crisis, se debería reconocer la de los trabajadores de los sectores de los residuos y las aguas residuales, que ha sido también esencial para la seguridad pública y el continuo funcionamiento de nuestras comunidades.
Actualmente, como ha sucedido a lo largo de la historia, un buen sistema de saneamiento puede ser literalmente una cuestión de vida o muerte. La erradicación de enfermedades como el cólera ha dependido tanto de los progresos en materia de saneamiento como de los avances en medicina. La covid-19 no es diferente. Se ha demostrado que el SARS-CoV-2 puede transmitirse a través de los residuos y las aguas residuales. Por lo tanto, una buena gestión de los residuos no solo es clave para detener la propagación del virus, sino que las aguas residuales también pueden utilizarse para monitorizar el coronavirus y crear alertas tempranas para nuevas olas de covid-19.
Aunque a menudo se percibe como una profesión poco glamurosa, el papel fundamental que desempeñan los trabajadores del sector de los residuos en la sociedad va más allá del saneamiento y la eliminación de residuos. Una crisis a más largo plazo, y presumiblemente de mayores dimensiones, a la que nos enfrentamos es el cambio climático.
A medida que los gobiernos de todo el mundo se den cuenta de la necesidad de realizar una transición de un modelo económico lineal basado en la extracción-consumo-desecho a una economía circular más sostenible centrada en los principios de reciclar, reutilizar, rehacer y compartir, nuestra dependencia del sector de los residuos no hará sino aumentar.
La Comisión Europea establece sus planes para la economía circular europea en el Plan de acción para la economía circular de 2020. Dada la importancia fundamental de la gestión de residuos para este nuevo modelo sostenible, es sorprendente que el plan no mencione a los trabajadores de los que depende. A pesar de ser tan fundamentales para la sociedad, rara vez se piensa en los trabajadores del sector de los residuos, o se les tiene en cuenta, en las políticas. Esto resulta inquietantemente evidente cuando examinamos con más detenimiento las condiciones en las que trabajan y las dificultades a las que se enfrentan.
Los peligros ocultos del trabajo en el sector de los residuos
Una parte fundamental de la economía circular consiste en cambiar la forma en la que se gestionan los desechos sólidos y municipales. La Comisión Europea ha establecido una meta ambiciosa para que todos los Estados miembros de la UE reciclen el 65% de los residuos municipales de aquí a 2035. Sin embargo, los riesgos en materia de salud y seguridad que entraña la recogida de desechos sólidos son graves, como dejaron dolorosamente claro las muertes de tres trabajadores del sector de los residuos sólidos en Europa en febrero de 2020.
En Montalvo (Portugal), un trabajador del sector de la recogida de desechos sólidos falleció tras caer de un camión de recogida, un accidente laboral común que no ha sido abordado por la normativa de salud y seguridad a pesar de sus posibles consecuencias fatales. Las otras dos muertes ocurrieron en Zaldibar, en el País Vasco (España). Dos trabajadores del vertedero de la empresa de reciclaje Verte quedaron enterrados cuando se derrumbó casi medio millón de toneladas de residuos industriales. El cadáver de Alberto Sololuze fue encontrado seis meses después. El cadáver de su compañero Joaquín Beltrán todavía no ha sido recuperado. Estos acontecimientos trágicos demuestran la necesidad urgente de formular políticas y legislación para regular las normas de salud y seguridad en la gestión de desechos sólidos.
La situación en el sector de las aguas residuales es igual de desoladora. Las ventajas de las actividades de reutilización del agua para la economía circular son claras: las aguas residuales depuradas se pueden reutilizar en los sectores de la agricultura y la alimentación y los lodos residuales se pueden reutilizar como fertilizante. Pero, una vez más, se ha prestado poca atención a la salud y seguridad. Las investigaciones han demostrado que utilizar aguas residuales depuradas en la agricultura también puede causar enfermedades graves, como diarrea, infecciones cutáneas, infecciones parasitarias e infecciones bacterianas. En el caso de los trabajadores de las plantas de tratamiento de las aguas residuales, el alto nivel de exposición a agentes biológicos peligrosos puede provocar graves problemas de salud.
Como Jan Willem Goudriaan, secretario general de la Federación Sindical Europea de Servicios Públicos (FSESP), comentó: “El diseño de la economía circular no puede basarse únicamente en criterios ambientales. Se debe dar prioridad a los empleos de calidad para garantizar el cumplimiento de las normas necesarias de salud y seguridad. Un modelo en el que las vidas y el bienestar de los trabajadores corren tantos riesgos está lejos de ser sostenible”.
La función de los sindicatos
Un informe reciente encargado por la FSESP señala los diferentes empleos del sector de los residuos, que a menudo son desempeñados por grupos de trabajadores vulnerables y marginados que reciben salarios bajos y pocos derechos laborales a pesar de sus condiciones de trabajo terribles y los riesgos en materia de salud y seguridad a los que se enfrentan.
En Bélgica y el Reino Unido, por ejemplo, los estudios han revelado que el trabajo en las instalaciones de recuperación de materiales (donde se realiza el reciclaje de residuos domésticos) es “un trabajo de fábrica duro y sucio, el tipo de trabajo mal remunerado en la cadena de montaje que ha desaparecido casi por completo en el norte y el oeste de Europa debido a la fuga del capital fabril a Asia”. Los trabajadores, en su mayoría migrantes, a menudo trabajan en un espacio reducido durante más de ocho horas al día, con muy pocas pausas, y normalmente reciben el salario mínimo.
El informe de la FSESP demuestra la necesidad de que el trabajo del sector de los residuos sea visible y formal, con el fin de que los trabajadores puedan ser retribuidos con arreglo a los convenios colectivos y su salud y seguridad estén protegidas.
Esto es especialmente importante dada la crisis sanitaria actual, que ha aumentado los riesgos para la salud y la seguridad. Aunque los trabajadores del sector de los residuos están muy expuestos a residuos y aguas residuales contaminados por el coronavirus, muchos países tardaron en reconocer los riesgos de contaminación y proporcionar equipos de protección individual (EPI) adecuados.
Los sindicatos han de desempeñar un papel importante y reunir a los trabajadores de la economía formal y la informal en el sector de los residuos para garantizar condiciones de trabajo mejores y más seguras en la expansión de las actividades de la economía circular. Esto se ha hecho en París, donde se ha establecido un sistema de apoyo entre las autoridades públicas, los trabajadores de la economía formal y los recicladores de residuos de la economía informal.
La mejor manera de garantizar empleos seguros y generar equidad tanto para los trabajadores como para las empresas es a través de la negociación colectiva, tal y como reconoció la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, en su reciente discurso sobre el estado de la Unión. Tan solo en el último año, varios sindicatos de servicios públicos de la UE han logrado negociar convenios colectivos con empleadores, lo que ha dado lugar a aumentos salariales y mejoras de las condiciones de trabajo.
En febrero, por ejemplo, el sindicato FNV (Países Bajos) negoció un acuerdo de 12 meses que cubría a unos 7.000 trabajadores del sector del tratamiento de residuos. El acuerdo incluía un aumento salarial del 3,75% junto con un pago puntual de 125 euros. Además, se ofreció un contrato de trabajo permanente a 200 trabajadores con contratos flexibles.
En un mundo donde muchos empleadores tratan de eludir las reglamentaciones, los sindicatos también son fundamentales para hacer cumplir las normas. Según el informe de la FSESP, las empresas de explotación pública con representación sindical normalmente cumplen las normas de salud y seguridad, mientras que en las empresas privadas más pequeñas donde normalmente no hay representación sindical a menudo se ignoran las normas sobre salud y seguridad.
Los límites de las ganancias en la economía circular
La transición a la economía circular puede abrir una serie de oportunidades para obtener beneficios, pero el lucro es a menudo incompatible con las metas de sostenibilidad y los derechos de los trabajadores. Nuestro informe de 2017 titulado Waste Management in Europe [La gestión de residuos en Europa] derriba la percepción de que la eficiencia y la reducción de costes son sinónimos cuando, en realidad, son fundamentalmente diferentes. Según indica el informe, “los costes más bajos simplemente pueden conllevar un servicio peor o peores condiciones para los trabajadores que prestan dichos servicios”.
En el informe figuran varios ejemplos que demuestran que, contrariamente a la opinión generalizada, la privatización no aumenta la eficiencia. La competencia entre diferentes proveedores privados de servicios de tratamiento de residuos lleva a una gestión de residuos ineficaz, promueve una necesidad constante de generar residuos y pone en peligro las vidas de los trabajadores. Para el desarrollo de la economía circular, las empresas públicas que ponen a las personas por encima de todo representan una alternativa atractiva.
La economía circular es, sin duda, fundamental en un mundo de recursos finitos. Pero no podemos dejar que la exploten las empresas privadas y los mercados. Las instituciones de la UE y los gobiernos nacionales deben aplicar normativas estrictas en materia de salud y seguridad para garantizar que se pone a los trabajadores y el medio ambiente por delante del beneficio.
Este artículo ha sido traducido del inglés.
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