Hace muy pocos días nos hemos enterado que el Ministro de Sanidad era propuesto como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat de Catalunya. Mi enhorabuena más sincera, eso se lo gana la ciudadanía catalana. No es el momento de analizar su gestión en el Ministerio de Sanidad, primero porque aún está demasiado cercana su labor y, en segundo lugar, porque las circunstancias de la pandemia han interferido sobremanera en esa gestión y, por lo tanto, podrían superponerse ambas líneas de análisis, por lo que sería muy difícil discriminar con solvencia una de otra. Por ello dejo “aparcado” este tema, al que volveremos, sin lugar a dudas.
Ahora resulta prioritario opinar sobre la sustitución en la cabeza del Ministerio de Sanidad. Tema muy delicado, sobre todo porque depende del Presidente de Gobierno y, por ello, tiene todo mi respeto. No es menos cierto que como profesional de la Sanidad, con muchos lustros de experiencia, me voy a permitir reflexionar en alta voz.
Históricamente la sanidad nunca ha estado en las prioridades políticas de los sucesivos gobiernos de la democracia, dicho esto de forma general y salvando algunas honrosas excepciones que fueron temporales y transitorias. Este hecho contrasta con la potencia presupuestaria de la sanidad, en las CC.AA. puede llegar a representar hasta el 40% de sus presupuestos anuales, supone el departamento con mayor número de personal trabajando como servicio público y que gozan de una elevada cualificación y satisfacción de la población. En muchas provincias, sobre todo de la España vaciada, los servicios sanitarios son la “primera empresa” de esas provincias. No obstante, es justo reconocer, que en toda reunión que se precie, los cuñados siempre sacarán el tema de la sanidad para atacar la gestión pública. Tampoco nos hemos de olvidar la labor admirada del colectivo sanitario en los momentos más duros de la pandemia.
Pero las prioridades políticas son otra cosa. En muchas, quizá demasiadas ocasiones, la sanidad ha sido un departamento de “relleno”, para “colocar” a algunas personalidades políticas por razones totalmente extrañas a sus competencias en la gestión sanitaria y así ha salido la experiencia. La sanidad no es solamente un área de gestión política, sino que tiene una dimensión científico-técnica de un peso muy relevante e interacciona con múltiples componentes profesionales, organizativos, económicos y conceptuales y, además, siempre se ve su acción por ser un servicio público muy utilizado por toda la población, sí, por toda la población.
La gestión sanitaria es un campo muy complejo que es preciso conocer y participar, de forma comprometida, con sus múltiples componentes. He dicho participar, porque experiencias tenemos de excelentes profesionales sanitarios que la han pifiado en la gestión sanitaria, su insuficiencia era la dimensión gestora y el sesgo profesionalista en esa gestión, también gozamos de ejemplos clamorosos en este perfil de ministros de renombre y relumbrón.
Desde la gestión de los gobiernos de la derecha, la sanidad pública se ha ido sumiendo en una tremenda desazón hasta colocar al conjunto del Sistema Nacional de Salud con una vulnerabilidad de gran calado, cuya comprobación más palpable ha sido la situación creada en la atención sanitaria de la actual pandemia, donde se han confundido niveles de atención, niveles de análisis, dificultad para abordar los riesgos, fáciles generalizaciones y otras situaciones de singular relevancia.
Con los altibajos de las sucesivas oleadas epidemiológicas, mediadas por las cifras de contagios, ingresos, ingresos en UCI y fallecimientos, se enmascaraban otras cuestiones fundamentales de la gestión sanitaria como la gestión de los recursos humanos (RR.HH), el desarrollo de los programas de Salud Pública, las líneas estratégicas iniciadas y paralizadas, algunas de las cuales están en íntima relación con la atención a la pandemia (solo dos ejemplos: Atención Primaria y Salud Mental), el trabajo en equipo en el seno de la propia organización. También este tema lo dejo aparcado para ser expuesto en otra ocasión.
El caso de este artículo se refiere al cambio en la cabeza del Ministerio, es un hecho que si el Ministro se va de candidato a la Presidencia de Catalunya, lo que es legítimo y hasta comprensible en un político, no queda más remedio que el Presidente de Gobierno deba designar a un sustituto, es su única responsabilidad y, por lo tanto, su prerrogativa. No obstante, humilde y lealmente, merece algunos comentarios en torno al perfil preciso en estos momentos, para ello me basaré en las acciones y modos de actuar de los dos últimos responsables nombrados por el actual PG, es evidente que los momentos de presión social y epidémica no son los mismos, pero las actitudes y las ejecuciones nos orientan hacia las capacidades y los factores necesarios.
En el momento actual no se pueden hacer experiencias o cubrir el expediente, es de urgente necesidad que el nuevo o nueva responsable del Ministerio de Sanidad posea un amplio y profundo conocimiento del sector sanitario, tanto en el plano de la organización como en el campo funcional. He dicho funcional y no funcionarial .
El ministerio no es solo un instrumento para la co-gobernanza, no solo debe existir una cintura política, tampoco hay que tener brillantes salidas, comentarios o puntualizaciones a la oposición, esos son meros instrumentos operativos y, como tales, son habilidades que se adquieren, son complementarias y no fundamentales, son meras ornamentaciones coyunturales, pero nunca son intervenciones estructurales. Confundir lo coyuntural con lo estructural ha sido una confusión básica en la gestión sanitaria de los últimos lustros.
Un segundo elemento tiene que ver con las formas y modos, algunos dirán que son meros factores de educación política e institucional, pero creo que es fundamental recordarlo. Es preciso retomar los elementos organizativos y asesores del Ministerios: Consejo Consultivo, Consejo Asesor y Consejo de Bioética, porque representan instrumentos concretos para elaborar los principios organizativos y científico-técnicos, respectivamente, que conforman el desarrollo funcional del departamento ministerial, también en épocas de pandemias, con los complementos que se crean pertinente. También sería bueno desarrollar una línea tan natural como presentarse, saludar, solicitar información de las líneas abiertas y en estudio, vamos tonterías naturales que no se suelen decir porque se dan por sabidas, aunque no por toda la gente, al parecer.
Dicho lo anterior es fundamental abordar la pandemia, analizar lo hecho ver el estado actual e iniciar la formulación de las vías de salida, desde ya, es preferible rectificar a no tener nada e improvisar, debemos ir por delante, no por detrás, en ello se incluye a las actividades del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Se debe revisar la línea de información y comunicación públicas, hacerlo con sinceridad, con lealtad, pero también con rigor, objetivos y perspectivas.
Ya toca iniciar la reformulación de la reorganización del SNS, si no se hace se podría desmoronar, debido al estado de vulnerabilidad en el que se encuentra. Una reorganización corporativa que posibilite dar fuerza gestora y de reconocimiento, a la par que de modernización y adecuación a los tiempos actuales y venideros.
Abordar los temas pendientes o paralizados, lo sistematizaré en cuatro líneas estratégicas fundamentales: nuevo impulso y desarrollo de la Atención Primaria; la Estrategia de Salud Mental, los RR.HH, que incluya la Ley de especialidades sanitarias y, por fin, la digitalización del SNS. Abordar estas estrategias aportan solidez, claridad en la información e información sobre las líneas a seguir en la deseable época postcovid, hacia la que nos dirigimos.
No se debe olvidar otras intervenciones fundamentales como el desarrollo de la Ley de Salud Pública, las líneas de investigación y las relaciones con la industria farmacéutica y los demás agentes de equipamientos sanitarios en nuestra sanidad.
Simplemente la enumeración de estas líneas de desarrollo, que no pueden esperar más tiempo, pone de manifiesto la complejidad y especificidad de la gestión sanitaria, máxime cuando se dice que es un Ministerio sin contenidos, falso, totalmente falso, que algunos no sepan qué hacer o desconozcan la gestión sanitaria no significa que no existan campos de desarrollo.
La gestión está transferida a las Comunidades Autónomas, pero es la gestión. La definición, la programación y la coordinación son propias del Ministerio de Sanidad. Solo la coordinación supone una ingente labor, claro que para desarrollar la coordinación se precisa saber lo que se quiere y se debe coordinar y saberlo implica tener los conocimientos suficientes para realizar ofertas, debatirlas, complementarlas e implementarlas. Efectivamente, las competencias del Ministerio de Sanidad no son meras palabras, sino que son contenidos que precisan de un claro liderazgo político, pero que será insuficiente si solo es política de pasillo o de mesa camilla, la política sanitaria es una política de sutilezas, pero también de conocimiento, de mucho conocimiento y en muchas líneas, se debe conocer el entramado desde dentro. Todo lo formulado por el Ministerio, en la época precedente, no puede seguir paralizado ni un minuto más.
El SNS, la sanidad en el Estado Español, está en un momento muy comprometido, no es hora de equilibrismos de marketing político o pactos de gabinetes, su experiencia de hace unos meses no ha desarrollado lo esperado y deseado, tiempo habrá de analizarlo por los estamentos oportunos. Tampoco es momento de iniciar caminos sin salida, ni crear encrucijadas o cansarse en recorridos como una noria que da cansancio y no realiza ningún trayecto.
Recordemos que para desarrollar procesos y propuestas de cambio, se debe hacer cosas diferentes, si se hace lo mismo, no hay cambio. Quiero decir que tengo esperanza en la decisión del PG, pero la nueva cabeza del Ministerio de Sanidad no puede, ni debe, ser más de lo mismo.
Es muy bueno recordar que la sanidad no hace ganar elecciones, pero es un factor determinante para hacerlas perder. No digo más, por ahora.
José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).
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