De cuando es preciso opinar tras tiempos de silencio: de los silencios recobrados de la infancia/2

por José Luis Pedreira Massa


Desde hace tiempo que la infancia no estaba contemplada en las actividades políticas de nuestro país. Casi el único acercamiento era por medio de la ley de educación, pero se refería a la infancia de una forma indirecta e imprecisa. De hecho los datos que aparecían sobre la infancia eran “flor de un día”, se reducía al día del acontecimiento y…poco más.

Durante la crisis las referencias a la infancia se silenciaban o, lo que es peor se trivializaban de mala manera. Los diferentes informes sobre la pobreza infantil y/o sobre la desnutrición eran minimizados o directamente descalificados por el gobierno del pp, incluso en la Comunidad de Madrid hubo un ignorante Presidente que dijo que el problema no era la desnutrición, sino la obesidad infantil, ignorando que la obesidad es una forma patente de malnutrición en la infancia.

Estábamos en estas cuando el nuevo Presidente del Gobierno, el Sr. Pedro Sánchez, agarra el toro por los cuernos y nombra a una Alta Comisionada del Gobierno para abordar la pobreza en la infancia. Bueno es algo parcial, pero representa un paso, un gran paso. Además nombra como responsable a una mujer sensible y que sabe escuchar. La cosa pintaba bien. Ahora hay que llenar de contenido esta parcela del Gobierno para que esta parcela tenga una trascendencia real que se evalúe con políticas concretas y con resultados.

En efecto, la pobreza infantil y la malnutrición en la infancia no es solamente una cuestión asistencialista de acciones inmediatas, sino que es preciso profundizar en las causas que condicionan que esta situación acontezca. De esta forma se pueden constatar los siguientes campos de actuación:

  1. La alimentación en la infancia: este es el campo más visible y el que más puntúa para evaluar la pobreza en la infancia, si los niños y las niñas no aseguran que todos los días pueden alimentarse de forma conveniente y suficiente, estamos ante una situación de franca pobreza y sus consecuencias corporales, cognitivas, emocionales y sociales son tremendas. Se sabe que la desnutrición provoca retrasos manifiestos de crecimiento y/o un crecimiento disfuncional con tendencia a una obesidad por las alteraciones de los componentes nutritivos, ello origina alteraciones óseas, dentales, facilidad para tener infecciones. Se conoce que la malnutrición afecta al funcionamiento cognitivo tanto en el rendimiento como en la percepción cognitiva de la realidad, obteniendo disfunciones porque se alteran los principios básicos de la atención y de la información. Emocionalmente existen signos de estrés crónico, con todas las consecuencias neuropsicopatológicas que comporta llevando a alteraciones del humor y/o del comportamiento de relevancia, al consumo de sustancias, desde los inhalantes al alcohol u otro tipo de sustancias de abuso. En cuanto a las circunstancias sociales van desde las sustracciones o robos para sobrevivir, hasta el más grave de los problemas: el riesgo de reproducir la marginación social y la marginalidad personal y social.
  2. Las conductas violentas: Uno de los funcionamientos cognitivos y emocionales más habituales en este tipo de situaciones se expresan con una baja tolerancia a la frustración que hace que niños, niñas y adolescentes soporten mal esas carencias múltiples e intenten solucionarlo de una forma activa de la forma habitual de respuesta en esas etapas del desarrollo: el comportamiento. Esa alteración comportamental se exterioriza en la forma de conductas violentas a varios niveles:
    1. Violencia familiar y revictimización: La tendencia al aislamiento de estas familias y las dificultades de comunicación hacia el externo de la familia, hace que las fronteras sociales y familiares se tornen impermeables, con lo que todos los conflictos vuelven hacia el interno familiar, originando explosiones violentas por las dificultades de elaboración mental y de mentalización de las situaciones vitales. Esta inmediatez en el conflicto, su vivencia y su pretensión de resolución facilita la expresión violenta como forma más arcáica y primaria `para la resolución de esos conflictos. Ahora ya hay dos problemas: el que originó la respuesta violenta y, en segundo lugar, las consecuencias de las conductas violentas.
    2. Violencia filio-parental: La infancia educada y que vive en ese marco de violencia se potencia porque las fronteras familia-sociedad se hacen impermeables, el aislamiento social potencia la actitud de “encerramiento” de esa familia, de esta suerte la marginación la tenemos servida y la respuesta de intolerancia a la adaptación de los hijos e hijas se incrementa y aparece una respuesta de violencia hacia sus propias figuras parentales.
    3. Violencia entre los iguales: Por las características expuestas con anterioridad el otro, el igual puede ser percibido como una enemigo, alguien que puede potencialmente anularles y la competitividad se expresa en una disrupción de la conducta, sea hacia las figuras de autoridad (p.e. los profesores) o hacia los pares, de esta suerte se incrementa la tendencia al aislamiento y el encerramiento en sí mismo, con lo que la tendencia a la marginación se incrementa de forma patente disminuyendo la capacidad de resolver conflictos por un mecanismo diferente a la violencia o a la emoción expresada en forma de comportamiento disruptivo.
  3. La psicopatología de la pobreza versus psicopatología y/en la pobreza: Estar sumido en un ambiente de carencias múltiples y con ese funcionamiento de aislamiento social que comporta un encerramiento mayor en el propio interior de esas estructuras de pobreza origina, qué duda cabe, una distorsión en la percepción de la realidad y esa disfuncionalidad tiene su impacto en la expresión psicológica y emocional de las personas, sobre todo cuando están en etapas del desarrollo precoz. Desde el retraimiento social en actitud, comportamiento y procesos de comunicación, hasta la presencia de comportamientos disruptivos en esas mismas áreas. La posibilidad más frecuente es obtener un “diagnóstico” de trastorno mental (p.e. Trastorno de déficit de atención con hiperactividad, trastornos diversos de personalidad, trastornos del comportamiento, de la adaptación o del humor, trastorno de consumo de sustancias,…) y que se prescriban tratamientos farmacológicos diversos, con sus potenciales efectos secundarios. El gran dilema consiste es poder delimitar si el trastorno mental se debe a los efectos de la pobreza y condiciona su forma de presentación al contexto de desarrollo del chico o chica o si el trastorno mental está presente y añadido a la situación. Lo más razonable consiste en pensar que existe una interacción entre ambas posturas: la pobreza, el funcionamiento familiar y social comportan unos “síntomas” cuya forma de expresión puede solaparse con los detectados en algunos procesos mentales, sin que obligatoriamente sean expresión de un trastornos y, en otras circunstancias, esos “síntomas” dificultan el abordaje de la situación compleja haciendo de pantalla o de muralla o de proyección hacia el conjunto de la situación.
  4. El funcionamiento escolar: La llegada a la escuela supone un aldabonazo para estos chicos y chicas. Por una parte es una posibilidad de mejora (alimentación, interacción social). Pero por otra es una situación de riesgo (expresión de sus conductas disruptivas). Lo cierto es que suelen presentar dificultades escolares y en la escuela de diversa entidad e intensidad. Destacan las dificultades en el aprendizaje y en el rendimiento escolar de tipo formal, sus dificultades de funcionamiento cognitivo, la escasa motivación individual, familiar y social y la malnutrición se encuentran entre las causas que interactúan para esta situación. Con estos condicionantes y la forma de expresión, fundamentalmente cognitiva y comportamental, la posibilidad de ser diagnosticado de TDAH y “sufrir” un tratamiento farmacológico como abordaje prioritario es pasa de ser una posibilidad más que posible para ser una realidad más que probable.
  5. La presencia de conductas adictivas: La disfuncionalidad vincular desarrolla la presencia de vínculos disfuncionales, no tanto con personas como con otros “intermediarios” con la pretensión de poder satisfacer la carencia. Los inhalantes son baratos, los encuentran al alcance, pero su capacidad destructiva del SNC es tremenda dejando alteraciones comportamentales muy graves de base somática. El cannabis le tienen al alcance, pero la vulnerabilidad y la precocidad en el inicio pueden desencadenar los primeros brotes psicóticos con mayor facilidad que en otras poblaciones. El hiperconsumo precoz de alcohol con todos sus efectos somáticos y emocionales de forma precoz, sobre todo en el campo del deterioro de las funciones mentales. Las drogas ilegales incrementan a su acción el de la transgresión legal. A estos consumos hay que sumar los consumos actuales de conductas adictivas sin sustancias, siendo el más frecuente la ciberadicción a través del teléfono móvil, sí pobres pero con móvil. A esa ciberadicción se suman las conductas de ciberacoso, sean como personas acosadas o siendo los acosadores de otros compañeros o compañeras.

Como se puede observar el campo a desarrollar desde la Oficina de la alta Comisionada para la Pobreza Infantil es enorme y de una gran importancia, entre otras cosas porque esta situación afecta, ni más ni menos, que aun 30% de los niños y las niñas del Estado Español.

Por esta razón hay que priorizar las acciones a desarrollas, primero están las de acción directa, las labores asistenciales de asegurar y regular la alimentación son de gran trascendencia, pero no se puede limitar en eso. Por ello se me permitirá perfilar algunas pinceladas sobre campos prioritarios.

El primero de todos consiste en formar a profesionales de forma adecuada para atender a la infancia y a la infancia con dificultades o en el límite de la exclusión social en su conjunto desde todos los campos (educativo, sanitario, de salud mental, social). Sin profesionales formados de forma multisectorial y multidisciplinar no se puede encarar estos aspectos.

La intervención a la integración y abordaje educativo es un campo de singular prioridad y relevancia, pero con el objetivo puesto en le progresión integrada e integral de forma paulatina y acorde con las posibilidades de cada niños o niña y donde los objetivos educativos se amolden a los niños y niñas en concreto. Esta adecuación curricular incluye también el proceso de evaluación de la progresión educativa y de sus rendimientos, estableciéndose la comparación en la progresión con el propio chico o chica y no solamente a los rendimientos estándar.

El trabajo con el tiempo libre y el ocio es fundamental y con gran trascendencia. El deporte ocupa una posición relevante en este campo y así se le debe reconocer.

Acciones preventivas dirigidas a minimizar la fuerte tendencia a las conductas de marginalidad y a la marginación son de una importancia indiscutible: resolución de conflictos, incremento de la sociabilización, funcionamiento en red de los servicios, formación e intervención comunitaria precoz, son algunos de los ítems a desarrollar.

Desde luego que esta labor es apasionante y apasiona. Le deseo suerte a la Alta Comisionada para la Pobreza Infantil. Decisión, formación y ganas las tiene y me consta, ahora queda que se desarrollen sin hipertrofias de algún campo que origina hipotrofias de relevancia en otros. Tener en cuenta que lo visible y con impacto de futuro van a ser las hipotrofias.

De cuando es preciso opinar tras tiempos de silencio (I), por José Luis Pedreira Massa


José Luis Pedreira Massa, colaborador habitual de La Mar de Onuba, es psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. Psicopatología, Grado Criminología UNED.