¿En qué situación puede encontrarse una persona para que en un estado de alarma, con la gravedad de los hechos que estamos viviendo, decida arriesgar su salud por salvaguardar el trabajo?
¿Comer o enfermar? Esta es la pregunta que se hacen miles de jornaleras y jornaleros en estos momentos, debatiéndose entre el riesgo al contagio o perder el único sustento que tienen. La campaña del fruto rojo se ha convertido en salvavidas para una gran mayoría de vecinos de nuestros pueblos.
Y es que si algo ha dejado claro la situación tan difícil que estamos viviendo, es la precariedad y la vulnerabilidad de quienes, aún en plena cuarentena en un estado de alarma, ni si quiera se pueden permitir el lujo de protegerse.
Presume Huelva de la calidad de sus berries, de su fruto rojo, de las beneficiosas propiedades que aportan sus arándanos, sus moras, sus fresas y sus frambuesas. La industria del fruto rojo, uno de los motores principales de la economía de la provincia, cuyos beneficios acaba quedándose en los bolsillos de unos pocos gracias al sudor de otros muchos, los que en estos momentos se están jugando la vida por no tener la garantía de unos derechos laborales.
Las mismas personas trabajadoras del campo y los almacenes, que en su mayoría llevan años ejerciendo esta labor en las mismas empresas, campaña tras campaña, y sin embargo continúan firmando contratos temporales que están en fraude de ley. Algo de lo que la mayoría ni siquiera es consciente.
Pero… ¿qué ocurriría si en estos momentos las jornaleras y jornaleros contaran con contratos «fijo discontinuos»? Ocurriría lo que a quienes se llenan los bolsillos con los beneficios que genera el fruto rojo no les interesa que ocurra, y es que sus trabajadores estarían respaldados, no tendrían miedo a ser despedidos y perder el único sustento que tienen, no los estarían obligando a firmar bajas voluntarias si deciden no exponerse al peligro como está ocurriendo en muchos casos. O, como sucede con otros, no los tendrían dados de alta estando en casa sin trabajar porque se han quedado sin vehículo de transporte. En ambos casos, la medida les deja sin salario. No, no estarían arriesgándose al contagio en centros que no cumplen las normas de seguridad.
En definitiva, no estarían debatiéndose entre poner en riesgo su salud y la de sus familias, o pagar la hipoteca, la luz, el agua y comer el mes que viene.
Ana Pinto forma parte del colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha
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