No han dejado pasar mucho tiempo, las dos economías gigantes globales no han perdido ni un minuto en debates estériles; la una por razones obvias de comunismo efectivo y real, la otra porque el dinero manda y se sabe que no hay tiempo que perder. Aún así, las dos están ya enfangadas en una crisis económica que no tiene precedentes, ni se sabe cómo se va a desarrollar; China entra en caída libre de su PIB por primera vez desde que cogí mi primer libro de economía (-5%) y los Estados Unidos con una tasa de paro del 18%… no se pueden imaginar lo que eso supone allí.
Pero ya estamos con “brotes verdes chinos”, veamos. Las exportaciones chinas cayeron 15,9% anual en el primer bimestre de 2020, mientras que las de marzo disminuyeron sólo 3,5% en el año. Así, las ventas externas se redujeron 6,4% anual, con un récord de superávit comercial de 18.500 millones de dólares en el tercer mes del año, comparado con un déficit de 7.100 millones en el bimestre enero/febrero. El comercio internacional (exportaciones + importaciones) cayó 9,6% anual en los primeros 2 meses del año, pero la reducción en marzo fue de 0,8%, una mejora de 8 puntos en sólo un mes.
China depende exclusivamente de la demanda doméstica (98% del total) para el alza del PIB, lo que implica que la caída del intercambio global que se experimenta por el coronavirus es irrelevante para su recuperación económica. Aún así, el producto manufacturero cayó un récord de 35.7 puntos en el mes de febrero (50 puntos separan la contracción de la expansión), en tanto en marzo trepó a 52 puntos, 7 puntos por encima de la visión más optimista del mercado… sin comentarios. Es probable que 52 puntos sea el nuevo suelo de la producción manufacturera, lo que abriría paso a un crecimiento de entre 4% o 5% en el segundo trimestre, con una recuperación del boom de consumo vigente hasta diciembre de 2019 en los últimos 6 meses de 2020. Implica que más de la mitad de las empresas manufactureras ha reanudado la producción en la República Popular, incluidas 98% de las grandes transnacionales, responsables entre 60% y 90% de sus exportaciones.
China logró controlar la epidemia del coronavirus en 7 semanas (a contar desde el 20 de diciembre); y ha normalizado completamente la situación en la provincia de Hubei y en la ciudad de Wuhan, epicentro de la pandemia en un periodo de 11 semanas que concluyó el 15 de marzo.
Los datos del comercio exterior son de importancia estratégica para la economía china y para el mundo, debido a que es la primera exportadora mundial (2,4 billones de dólares en 2019), y la principal socia comercial de 144 países en el sistema global (sobre 192 reconocidos por Naciones Unidas); y el superávit comercial de marzo indica que la potencia exportadora de la República Popular está intacta por el lado de la oferta; y que, a partir de ahora, su mayor desafío proviene del lado de la demanda, debido a la profunda recesión en que se han sumergido sus principales mercados, ante todo Europa y EE.UU. Toda la industria está intacta, créanme está siendo como encender el interruptor.
Por eso, las exportaciones a EE.UU. cayeron más de 25% anual en el primer trimestre del año (una caída equivalente a 67.600 millones), pero, significativamente, sus importaciones de productos norteamericanos disminuyeron sólo 1.3%. Esto se debe a que la República Popular cumple en todos sus términos lo pactado con Washington el 15 de enero de 2020 (“Fase 1”) sobre compras agroalimentarias, con un leve retraso en las importaciones de soja que se recuperará en el segundo trimestre: en conjunto, las compras de bienes agrícolas estadounidenses se han duplicado en el último año.
La previsión de la Reserva Federal es que, tras dominar la pandemia del coronavirus, que podría ocurrir en un período de entre cuatro y seis semanas, incluyendo en Nueva York y su área metropolitana, la apertura de la economía norteamericana, la mayor del mundo junto a los comunistas chinos (21,9 billones, el 25% del PIB global), cuyos indicadores de productividad, innovación, y movilización de recursos de capital y trabajo están intactos, asegurarían una recuperación en forma de una vigorosa U en el segundo semestre del año. Y están convencidos de esta situación.
A esto hay que sumarle el despliegue del fenomenal impacto que tendrá el estímulo fiscal y monetario de 8,5 billones (más de 30% del PIB) que han lanzado en un esfuerzo conjunto el Congreso y la Reserva Federal. De ahí que haya que prever una revisión del boom económico vigente hasta diciembre de 2019, cuando el PIB estadounidense creció 11 trimestres consecutivos 1,5 puntos por encima de su tasa de crecimiento potencial.
EE.UU. y China responden por más de 50% de la expansión de la economía mundial (la República Popular, 35% y EE.UU, 15%); y entre los dos encabezan más de 60% de la Cuarta Revolución Industrial, que tiene en EE.UU. la vanguardia tecnológica y de acumulación de capital; en tanto que en China la “economía digital” (informatización completa de la manufactura y los servicios) cubre ya más de 40% del producto, y sería 70% en una década… Cada vez más.
Estos datos no parecen relevantes para el Fondo Monetario Internacional (FMI) que estima una caída del producto global de más de 7 puntos en 2020, que duplicaría el hundimiento experimentado en la crisis financiera internacional de 2008/2009. En la visión del FMI los países avanzados se contraerían este año -8% en tanto los emergentes se reducirían -1% anual.
Claramente lo del FMI no es un pronóstico, sino una extrapolación de tendencias (los denominados “escenarios”), que no tiene en cuenta las posibilidades que abren (los “posibles”, que son tan reales como los actuales) los datos enumerados más arriba tanto respecto a EE.UU. como a China.
Es imprescindible incorporar al análisis político, económico, estratégico, el campo de lo posible (esto es, de lo real en su sentido virtual) y dejar de lado los intentos de analizar el futuro, que por definición no existe, bajo la forma de “pronósticos” muchas veces atizados por agoreros que solo buscan réditos económicos y pueblo llano que sigue ciegamente los populismos. Europa Unida… ¡reacciona, y ya! Puede ser una mala pesadilla pasajera.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero. @FranciscoVill87
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