Sábado, 13 de julio de 2024. La derecha española concibe la política tan solo como una carrera hacia el poder, y cuando el poder no aparece pronto llegan las ansiedades, desaparecen los escrúpulos y solo cabe la búsqueda del atajo a la meta, por las buenas o por las malas.
Desde la llegada de Feijóo al liderazgo, el PP lo ha intentado todo para recuperar el Gobierno de España. El perfil “moderado”, el tanteo al nacionalismo conservador, la seducción de socialistas descontentos, la absorción de Ciudadanos, el perfil menos “moderado”, los acuerdos con ultras, los desacuerdos con ultras, la OPA hostil a los ultras, la asunción del discurso de los ultras…
Pero nada de esto ha funcionado. Pasan los días, pasan los meses, pasan los años, Feijóo sigue en la oposición y Sánchez sigue en el Gobierno.
Como no es posible por lo civil, vayamos por lo criminal. Otra vez. Es una constante histórica. Entonces se deslegitima al Gobierno legítimo. Se criminaliza a su Presidente. Se persigue a su familia. Se alimentan bulos infames. Se desestabilizan las instituciones. Se mal utiliza el Senado…
Y ahora, incluso, se excitan los peores instintos para generar odio hacia la población inmigrante y encontrar ahí un rendimiento político infame. Cañoneras contra cayucos.
Es cierto que precisamente en este mes de julio estamos viviendo un cierto paréntesis en la estrategia derechista de la desestabilización, con la renovación del gobierno del poder judicial. Pero es que el juego sucio tiene estas cosas. Termina por afectar a quien no conviene afectar. Y los inconvenientemente afectados han convencido a Feijóo de que quizás le conviene dejar de afectarlos.
Las últimas declaraciones del portavoz parlamentario del PP, reclamando “desplegar las Fuerzas Armadas para defender fronteras e impedir la llegada de cayucos a España”, resultan de una gravedad extraordinaria. ¿Constituyen los inmigrantes africanos una amenaza a las fronteras españolas que requiera la “defensa” por parte de sus Fuerzas Armadas? ¿Cómo propone el PP que la Armada Española “impida” la llegada de cayucos? ¿A cañonazos?
Miente el PP cuando afirma que ya hay precedentes de tal actuación por parte de las Fuerzas Armadas españolas. Jamás se desplegaron buques de la Armada para “defender fronteras” o para “impedir la llegada de cayucos”. Un bulo más. Una mentira más. Antes al contrario, las Fuerzas Armadas han actuado en otras ocasiones en misiones humanitarias, para salvar las vidas de quienes migran en condiciones de extrema vulnerabilidad, para defender sus derechos, para conducirlos a puerto seguro.
Son declaraciones impropias de quien representa a una formación de gobierno. Es el discurso del odio al inmigrante, al diferente, señalado falsamente como culpable de todo lo que genera incertidumbre y miedo en parte de la sociedad. Son expresiones propias de formaciones populistas e irresponsables.
Las políticas migratorias constituyen hoy uno de los desafíos más importantes y sensibles para las democracias europeas. En consecuencia, cualquier decisión o propuesta a este respecto debe ir precedida por un ejercicio de diagnóstico riguroso, de atención a los diversos principios e intereses en juego y, sobre todo, de responsabilidad, de sensibilidad humanitaria, de empatía. De nada de esto sabe el portavoz del PP, desde luego.
En la gestión del fenómeno migratorio, se trata de cumplir las normas de la migración legal y segura, salvaguardando los derechos humanos de quienes se ven obligados a abandonar su tierra, en condiciones terribles, huyendo de la guerra, de la persecución o de la miseria. Todo ello, en un contexto de obligada coordinación y colaboración con los socios europeos y con los países de origen.
El riesgo reside en las desconfianzas y los miedos que la llegada de inmigrantes genera en algunos sectores de las sociedades de acogida. Los españoles sabemos de esto, porque fuimos acogidos en tierras extranjeras durante las olas migratorias de nuestro convulso siglo XX. Y también sabemos del otro riesgo, del riesgo de que algunos aprovechen aquellas desconfianzas y miedos para señalar y culpabilizar al inmigrante de todos los males.
El PP de Feijóo se suma así a las campañas inhumanas de Vox en España, de Le Pen en Francia, de Orban en Hungría, de Meloni en Italia, de Trump en Estados Unidos… Son campañas injustas basadas en falsedades, como la falsa relación entre migración y delincuencia, o la mentira de que los migrantes roban el empleo de los nacionales, o la falsedad de que los migrantes colapsan los servicios públicos sanitarios o educativos, o el bulo de que los migrantes monopolizan las ayudas sociales…
Todo lo contrario. La llegada de migrantes ha sido un factor clave más en el progreso económico de nuestro país, que nos ha hecho crecer por encima de la media europea, al tiempo que batimos récords en creación de empleo estable. Los migrantes ejercen muchos empleos precarios y penosos, como el cuidado de mayores y dependientes. Los migrantes contribuyen con su trabajo y sus impuestos a sostener nuestro Estado de Bienestar. Y tal como van las cifras de natalidad, habrá que confiar cada vez en mayor medida en las cotizaciones de los migrantes, precisamente, para el sostenimiento de la Seguridad Social.
Hasta que la derecha no aprenda que en democracia no hay atajos, que el favor del electorado se ha de obtener mediante el juego limpio de las buenas intenciones y las propuestas en positivo, me temo que tendremos que soportar declaraciones bárbaras como las que dan título a esta colaboración.
Rafael Simancas es Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales y diputado en el Congreso por Madrid
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