por Rodrigo López Alonso
Se cumplen 200 años de la edición del Manual Tipográfico Bodoniano, obra de referencia obligada.
En el año1818, hace exactamente dos siglos, se publicaba en la ciudad italiana de Parma, el Manual Tipográfico de Bodoni, obra cumbre del arte de la tipografía y de las llamadas artes gráficas, paradigma de la elegancia y de la exquisitez.
Editado de forma póstuma por Margherita Dall´Aglio Bodoni, viuda del maestro tipógrafo, como un compendio donde se reunían todas las familias y caracteres creados en su taller de Parma. En 546 páginas impresas por una sola cara, ofrece una colección de 665 alfabetos diferentes además de 1300 viñetas. Siempre con una estética de corte sobrio y elegante, de formas contrastadas -a modo de claroscuro- pero siempre legibles.
Bodoni (1740-1813), considerado como “el rey de los tipógrafos y el tipógrafo de los reyes”, fue tachado en algunos momentos por sus detractores, como “tipógrafo de príncipes y papas, “editor de los poderosos” o “maníaco de los espacios blancos”.
Paradigma de la belleza tipográfica
Pero Giambattista Bodoni sigue siendo, en la actualidad, paradigma de la elegancia y la sofisticación clásica, y sus tipografías, utilizadas para intentar reflejar o transmitir esa cualidad, han resistido el paso del tiempo y, por supuesto, la digititalización y el paso del papel a la pantalla.
Bodoni permaneció en Parma trabajando en su taller a lo largo de cuatro décadas, donde fue designado Director de la Imprenta Real del Ducado de Parma en 1768. También fue nombrado Tipógrafo de Cámara del Rey Carlos III de España en 1782.
En 1788, Bodoni ya tenía diseñados los primeros tipos considerados “modernos”, con 100 series de sus caracteres latinos y 50 de las letras cursivas. Sobre este punto es importante tener en cuenta que para completar un solo carácter latino se necesitan 196 matrices y para una cursiva, 184; sin incluir las mayúsculas y demás signos ortotipográficos.
A lo largo de este tiempo Bodoni fue dibujante, grabador y fundidor de caracteres, impresor en los procesos tipográficos y editor. Pero, muy especialmente, creador de tipos, “diseñador” antes de que este término se acuñara, con un estilo fácilmente reconocible por sus trazos contrastados, por sus simetrías, por su sobriedad y por la ausencia de ornamentaciones.
En su Manualle Tipografico, Bodoni describe la belleza tipográfica, como “una combinación de racionalidad y fantasía, de lógica e inventiva; de proporción, equilibrio, armonía que place al ojo”. Cita cuatro virtudes o requisitos imprescindibles que debe cumplir el diseño de los caracteres tipográficos:
Regularidad. Un esquema fijo y coherente define cada letra y cada signo. Las mismas dimensiones en sus trazos, buscando la variedad pero sin disonancia.
Limpieza. Se busca la nitidez y la calidad en la lectura.
Buen gusto. Formas siempre sobrias.
Gracia, en el sentido clásico de belleza. La letra no debe improvisarse, requiere un largo análisis y una preparación apasionada, “letras que parezcan escritas con felicidad y amor, y no con empeño, dificultad y fatiga”.
Era de la Razón
Bodoni es el último gran impresor y tipógrafo clasicista, de una época artesanal, previa a la revolución industrial que transformaría el siglo XIX. Sus tipos, en Italia, y los de Didot en Francia, concluían la evolución de las letras romanas, caracterizadas por sus remates o serifas, justo en los albores de la Era Industrial, que traerían los tipos mecanos y los primeros palo seco o caracteres lineales.
En las diferentes clasificaciones tipográficas, a las familias Bodoni se las ha denominado “romanas modernas”, precisamente para diferenciarlas de las “romanas antiguas” (siglo XVI, Garamond) y de las “romanas de transición (siglo XVII, Baskerville). En realidad comenzaron a definirse así desde su aparición en la segunda mitad del siglo XVIII, caracterizadas por un mayor contraste entre los trazos gruesos y los finos. Eran formas novedosas que anunciaban ya la Edad Moderna, el siglo de las luces y de la razón.
Para sus estudiosos, este Manuale Tipografico sigue siendo una preciosa fuente de inspiración para los profesionales y un “documento vivo y de máximo interés para la historia de la tipografía europea”, en palabras de Angelo Ciavarella, que fue director del Museo Bodoni de Parma.
Un Museo en Parma
En 1843, la Duquesa de Parma, María Luisa, adquirió todo el utillaje tipográfico del taller de Bodoni, como punzones, matrices, caracteres… además de diversas muestras y publicaciones realizadas por él y sus colaboradores.
De este material se ha surtido inicialmente el Museo Bodoniano, inaugurado en 1963, que se encuentra en la última planta de la Biblioteca Palatina de Parma (Plaza della Pillota).
Periodista, infografista y profesor de diseño en la Universidad Carlos III de Madrid. Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Autor de los libros Imagen de marca, Diseño y edición de la A a la Z y Diseño de revistas y periódicos en la era digital. Publica el blog estudio-gráfico, especializado en Infografía, visualización de información y comunicación gráfica.