Viernes, 11 de octubre de 2024. Desde que comenzaron los bombardeos y los ataques por tierra, Líbano ha sido testigo de un considerable recrudecimiento de las hostilidades por parte de las fuerzas armadas israelíes.
Los bombardeos se han vuelto rutinarios y han provocado importantes víctimas civiles, así como la ruptura de varias infraestructuras críticas.
Naciones Unidas advierte de que los desplazamientos siguen aumentando a medida que los refugios se acercan a su capacidad máxima.
El domingo 6, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) lanzaron más de 30 ataques aéreos sobre los suburbios de Beirut.
Al día siguiente, el lunes 7, las FDI declararon que habían lanzado más de 120 ataques «en una hora» contra objetivos de la Hezbolá, la milicia slamista chiíta.
El martes 8, las FDI habían lanzado ataques aéreos en las provincias de Líbano Meridional, Nabatieh, Bekaa, Baalbek-Hermel y Monte Líbano, matando al menos a 36 personas, según el Ministerio de Sanidad libanés.
A pesar de que Estados Unidos ha instado a Israel a atacar solo las bases militares de Hezbolá, los ataques han sido cada vez más indiscriminados, tanto en Beirut como en el sur del país.
Según el Coordinador Humanitario para Líbano, Imran Riza, el año pasado murieron más de 2000 libaneses, entre ellos más de 100 niños y 300 mujeres, por ataques israelíes contra el país donde la población se divide entre cristianos y musulmanes.
Esta cifra supera el número de muertos de la guerra del Líbano de 2006 y marca uno de los periodos más mortíferos de la historia del país. Los ataques aéreos rutinarios han arrasado hogares, afectando a más de un millón de personas, la mayoría de las cuales se han visto desplazadas en múltiples ocasiones.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha registrado más de 540 000 desplazamientos en el último año.
Las repetidas órdenes de evacuación han empujado a más de 58 890 personas del sur del Líbano a regiones del norte, mientras que más de 300.000 han huido a las naciones vecinas del Líbano, Siria, Irak y Turquía.
La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informa de que más de 1,2 millones de personas han sido desplazadas en total. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (Ocha) calcula que aproximadamente 350 000 de ellas son niños.
La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en Líbano (Finul) ha informado de numerosos intercambios de disparos durante el fin de semana, así como de ataques aéreos.
Estos ataques han puesto a prueba a los trabajadores humanitarios y al sistema sanitario libanés. La Finul ha informado de que su personal de mantenimiento de la paz tuvo que refugiarse en búnkeres para evitar el fuego de las FDI. Además, 77 cooperantes afiliados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) han muerto en el último año.
«Según las autoridades libanesas, entre el 8 de octubre de 2023 y el 4 de octubre de 2024 se han registrado 36 incidentes dirigidos contra instalaciones sanitarias. Al menos 96 centros de atención primaria y tres hospitales se han visto obligados a cerrar debido a las hostilidades», declaró Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general, en una rueda de prensa de la ONU el 7 de octubre.
El 4 de octubre, el Hospital Gubernamental de Marjayoun, el Hospital Gubernamental de Mays al-Jabal y el Hospital de Salah Ghandoor informaron de que no estaban operativos tras los continuos bombardeos. Los tres hospitales pidieron a la OMS y a la ONU que proporcionaran protección a los pacientes y al personal durante la evacuación.
Detallaron a la agencia oficial de noticias libanesa de que «el crimen en curso contra el sector médico y los equipos de emergencia ha alcanzado un nivel de audacia al violar las cartas de la ONU y los derechos humanos, en particular en lo que se refiere al derecho a la atención médica y a la hospitalización de todas las personas».
Los recientes ataques también han afectado considerablemente al sector educativo libanés.
Las cifras de la Ocha muestran que más de 75 % de las escuelas libanesas se han convertido en refugios para desplazados, y que más de 80 % de ellas están al máximo de su capacidad.
La escalada de las hostilidades por parte de Israel ha llevado a las autoridades libanesas a posponer el próximo curso escolar. El ministro de Educación libanés, Abbas Halabi, ha declarado que los niños volverán a la escuela el 4 de noviembre, pero esto sigue siendo incierto, ya que los ataques son cada vez más frecuentes.
Los continuos ataques han provocado daños en más de 25 instalaciones de saneamiento de agua. Dujarric afirmó que más de 300 000 civiles libaneses se están viendo afectados por la escasez de agua. La ONU y sus organizaciones afiliadas están distribuyendo agua potable a miles de personas en refugios para desplazados.
Cientos de miles de libaneses carecen actualmente de acceso a alimentos, ya que la destrucción y los problemas de seguridad han reducido significativamente los rendimientos agrícolas.
El Ministerio de Agricultura y el Consejo Nacional de Investigación Científica informan de que se han destruido aproximadamente 4500 acres de tierras de cultivo, incluidos 47 000 olivos. También han muerto 340.000 animales de granja a causa de este conflicto.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de 90 % de los niños carecen de acceso a comidas calientes durante el día.
El Programa Mundial de Alimentos informa de que más de 2,5 millones de personas se enfrentan actualmente a una grave inseguridad alimentaria. Acción contra el Hambre calcula que más de 1,4 millones de personas se enfrentarán a niveles críticos de hambre a finales de año.
Las organizaciones sanitarias y humanitarias temen que las condiciones en Líbano puedan llegar a ser tan terribles como en Gaza si no se alcanza pronto un acuerdo de alto el fuego.
El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió: «Debe evitarse a toda costa una guerra total en Líbano, y deben respetarse la soberanía y la integridad territorial de Líbano».
Actualmente, las organizaciones humanitarias están en primera línea de esta crisis, distribuyendo comidas calientes, agua potable y transferencias de efectivo a las comunidades afectadas.
La ONU lanzó un llamamiento urgente la semana pasada, solicitando 426 millones de dólares. Hasta ahora, solo se ha alcanzado 12 % de ese objetivo. Se insta a los donantes a que contribuyan mientras las hostilidades siguen intensificándose.
T: MF / ED: EG
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