Argentina ha elegido a Alberto Fernández como su nuevo presidente. El candidato del Partido Justicialista, que obtuvo el 48% de los votos (lo cual hace innecesaria la celebración de una segunda vuelta electoral), se impuso al actual jefe del Estado, Mauricio Macri, y a otros cuatro contendientes en las elecciones celebradas el domingo 27 de octubre.
Fernández y su socia, Cristina Fernández de Kirchner (senadora y antigua presidenta de la Nación y primera dama), concurrieron a los comicios con una plataforma de izquierdas que apeló durante la campaña a la eterna crisis económica que sufren los argentinos.
“Si quieren una Argentina justa, solidaria, con trabajo, con educación y salud públicas, hagamos entre todos la Argentina que nos merecemos”, proclamó Fernández en el acto de cierre de campaña el 24 de octubre.
El dúo encabeza el Frente de Todos, una coalición de cuatro importantes sectores políticos que incorpora varias de las corrientes del Partido Justicialista, heredero del antiguo Partido Peronista. Fernández, abogado de 60 años de perfil moderado, fue el jefe de Gabinete de Fernández de Kirchner en el que fue el primer mandato de la política. En 2008, el próximo presidente argentino presentó su renuncia tras el rechazo por parte del Senado de una medida económica impulsada por el Gobierno.
Fernández y su colega han prometido dejar atrás las diferencias que mantuvieron en el pasado para levantar la economía del país sudamericano y devolver al pueblo la seguridad perdida.
El voto económico, decisivo
La derrota de Mauricio Macri es considerada por la mayoría como el castigo de la ciudadanía por sus errores económicos.
Macri llegó a la Casa Rosada en 2015, momento en que la economía de la Nación atravesaba un importante bache, bajo la premisa de lograr que Argentina tuviera “pobreza cero”. Cuatro años después, el 35% de los habitantes del país se encuentra en situación de pobreza, un 5% más que en 2016. Quienes han sufrido el impacto de la recesión argentina que empezó en 2018 con mayor dureza son los niños: la mitad de los menores de 14 años son pobres.
El país sudamericano ha visto también cómo la inflación ha aumentado hasta niveles de récord (se espera que alcance el 53% hacia finales de año) y cómo la moneda se ha devaluado. El peso argentino perdió más de la mitad de su valor el pasado año y en agosto, hace apenas dos meses, volvió a caer un 35%.
Macri, un empresario conservador, culpó de las estrecheces económicas del país a sus predecesores peronistas. Sin embargo, sus medidas para enderezar la economía argentina (entre las que se encuentra la estricta limitación del gasto social), junto con el acuerdo de un préstamo por parte del Fondo Monetario Internacional que aumentaría la deuda, hicieron crecer la desigualdad social. En la actualidad, el paro afecta a un 11% de la población.
Otro de los errores de Macri fue su incapacidad para atajar la crisis que suponía la deflación de la moneda, la cual influyó negativamente en la productividad del sofocado tejido industrial argentino.
Regreso al futuro
Fernández se ha comprometido a reactivar la producción industrial y a restablecer los programas sociales diseñados para reducir el hambre y la pobreza. El presidente electo ha manifestado que pagará la gigantesca deuda nacional, pero insiste en que no lo hará a costa del sistema de seguridad social.
El político bonaerense espera poder repetir los resultados cosechados por Néstor Kirchner en 2003, elegido ese mismo año presidente de la Nación en medio de una devastadora crisis económica.
Tras no abonar el pago de varios créditos por valor de más de cien mil millones de dólares, el Gobierno argentino se vio obligado a finales del año 2001 a congelar las cuentas bancarias durante meses y a abandonar la intención de equiparar el valor del peso al del dólar. Los argentinos vieron cómo todos sus ahorros se evaporaban al ser testigos de la brutal caída del peso, que perdió el 66% de su valor de la noche a la mañana, sumiendo a la clase trabajadora en la miseria.
Kirchner, un político semidesconocido de la provincia de Santa Cruz, de la región patagónica argentina, resultó ser un presidente formidable. Renegoció la deuda adquirida, abrió las causas contra los altos mandos militares acusados de violaciones contra los derechos humanos durante la dictadura y potenció el gasto social. En 2007 abandonó la Casa Rosada con una cifra récord del 70% de aprobación por parte del pueblo argentino.
El exmandatario santacruceño fue sucedido por su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, que apostó por una política continuista. Sin embargo, cuando abandonó la presidencia en 2016 el crecimiento económico del país sudamericano se había ralentizado, la moneda había vuelto a perder valor y la inflación se había estirado nuevamente.
A lo largo de la campaña de cara a los comicios recién celebrados, Fernández pasó por alto los datos económicos de la gestión de su candidata a la vicepresidencia. En su lugar, realizó numerosas referencias al éxito de Néstor Kirchner y a la reproducción del legado peronista del empoderamiento de los desposeídos.
El Partido Peronista fue fundado en 1947 por Juan Domingo Perón, quien junto a su mujer, Evita, transformó Argentina al involucrar a su cada vez más numerosa clase trabajadora y a otros colectivos marginados en la vida política, económica y social del país. El experimento de Perón supuso un impulso al tejido industrial de la Nación e incrementó los índices de empleo, pero se vio abocado a su fin debido a la crisis política y económica que culminó con un golpe de Estado contra su persona en 1955.
A pesar de que su orientación ideológica no ha dejado de oscilar entre la izquierda y la derecha con el paso de las décadas, el Partido Peronista permanece como una institución capital de la política argentina.
La alargada sombra de Fernández de Kirchner
Los esfuerzos de Fernández por subrayar la unidad nacional como motor de cambio tuvieron en la polémica figura de la antigua presidenta de la Nación uno de sus principales obstáculos.
No son pocos los argentinos que recuerdan la administración de Cristina Fernández de Kirchner como una época de gasto excesivo, frecuentes enfrentamientos con los medios de comunicación y escándalos recurrentes. Con 12 causas abiertas por corrupción, la exmandataria mantuvo a lo largo de la campaña electoral un perfil discreto.
Sin embargo, el histórico índice de inclusión social conseguido por Fernández de Kirchner hizo que se ganara el cariño de muchos argentinos. Durante las dos legislaturas en las que ocupó la Casa Rosada renacionalizó el sistema de pensiones del país, privatizado en 1993, para proteger a los jubilados de un mercado cambiante. Además, estableció la concesión de un pequeño subsidio para familias con escasos recursos con el fin de que sus hijos pudieran ir a la escuela y someterse regularmente a análisis médicos.
Estas reformas sirvieron para que el Estado del bienestar argentino caminase hacia el progreso por primera vez en décadas, y para mejorar la distribución de la riqueza del país, tal y como recojo en mi estudio sobre la desigualdad en Latinoamérica. Todo apunta a que la actual crisis en la que se encuentra inmersa Argentina habría adquirido tintes más dramáticos de no haber existido la red de seguridad tejida por la predecesora de Macri.
Fernández de Kirchner fue la primera mujer elegida presidenta de Argentina y, aunque el movimiento feminista argentino ha crecido de manera exponencial durante los últimos años, el proyecto de ley para la legalización del aborto fue rechazado por el Senado en 2018. Como miembro de la cámara alta, Fernández de Kirchner apoyó sin ambages la creación de un marco legal para la interrupción del embarazo.
Con el viento en contra
Es muy poco probable que se repita el giro económico que se produjo en el año 2003. Fernández, que comenzará su mandato el 10 de diciembre, asumirá el cargo en medio de una crisis asfixiante. Tendrá que enfrentarse a un clima económico internacional desfavorable, con una guerra comercial entre Estados Unidos y China que amenaza con minar las exportaciones argentinas a dos de su principales mercados.
El último presidente elegido en circunstancias similares, Fernando de la Rúa, fue el responsable de la implosión política y económica del año 2001. En diciembre de ese mismo año presentó su renuncia tras las protestas de los argentinos. Fernández conoce bien la historia, pues formaba parte del Gobierno de Buenos Aires cuando de la Rúa abandonó la Casa Rosada en helicóptero.
El presidente electo ha asegurado a sus votantes que está preparado para el reto al que deberá enfrentarse. “Sabemos lo que hay que hacer para poner al país de pie”, afirmó para poner el broche a la campaña electoral.
Jennifer Pribble, Associate Professor of Political Science and Global Studies, University of Richmond
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