por Perico Echevarría, director de La Mar de Onuba.
«Es un maricón de mierda, se lo merece». Ésa fue la explicación que se dieron entre ellos dos chicos mientras daban una paliza a puñetazos y patadas en San Bernardo a un chico gay de 18 años con el que se cruzaron. Lo habían elegido por «ser amanerado». Así ha quedado acreditado en una sentencia, ejemplar y ejemplarizante, que condenado a los agresores a 8 meses de prisión e inhabilitación de 3 años en el sector educativo por un delito de odio.
Tanto la sentencia como la condena son pioneras. Sobre todo en un momento en el que el colectivo LGTBI está sufriendo un alarmante número de agresiones que responde al “odio al maricón”. A la pluma. A las lesbianas. A las personas transexuales.
Los agresores dijeron que no eran homófobos y mostraron fotos portando la bandera arcoiris como muestra. Como bien afirma Rubén López, del Observatorio para la Violencia contra el colectivo LGTBI, “esto duele”.
La sentencia concluye que la gratuidad de los actos violentos, “sin otro motivo que el homófobo”, debe ser “considerado como un indicio palmario de la concurrencia de un delito de odio”. Es crucial en la lucha contra la LGTBfobia que así quede establecido en las resoluciones judiciales. Ayuda a que las victimas no callen y denuncien estos comportamientos que nos separan como seres humanos. Lo dicho. Sentencia ejemplar.
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