Viernes, 25 de noviembre de 2017. La escena puede ser reveladora del infierno que sufren algunas mujeres jóvenes víctimas de la violencia de género o violencia machista. Sucedió mientras una de las especialistas en el tema impartía una charla sobre prevención, detección y respuesta a ante situaciones de acoso y violencia de género, de violencia machista.
En un momento de la charla, una de las alumnas perdió el conocimiento. Lo que inicialmente pudo parecer un mareo, una bajada de tensión, se reveló realmente como una crisis de ansiedad derivada de haber descubierto, durante el desarrollo de la charla impartida por la especialista, que la propia joven estaba siendo víctima de violencia machista de carácter psicológico.
Lamentablemente, la falta de información y haberse educado en un entorno en el que aún se considera que hay supremacía del hombre sobre la mujer y un rol determinado para cada uno de los sexos había impedido que la chica notara nada extraño en la asfixiante relación que mantenía con su joven pareja, y solo haber tenido la ocasión de participar en aquel breve seminario le permitió ser consciente de que estaba siendo una víctima más de la violencia machista. Posiblemente, aquel desmayo fue el aviso que alertó y evitó lo que pudo haber acabado en tragedia. Sucedió en un instituto de enseñanza media de la provincia de Huelva, según reveló a La Mar de Onuba la responsable del Centro de la Mujer de la provincia de Huelva, Eva Salazar.
La violencia machista sigue siendo la mayor lacra que impide que una sociedad alcance las cotas de madurez e Igualdad. En España, 16 mujeres habían sido asesinadas desde comenzó al año 2016 hasta finales de abril, y las cifras de denuncias y peticiones de ayuda no nos permiten ser precisamente optimistas. La violencia machista ha provocado muchas más muertes que el terrorismo desde que nuestro país recuperó la democracia tras la dictadura. Sin embargo, y aunque los avances han sido notables, qué duda cabe, en el camino hacia la Igualdad real entre sexos, se siguen produciendo situación que nos llevan a preguntarnos… ¡¿Qué os pasa, tíos?!
Solo en Huelva, el Juzgado de Violencia sobre la Mujer recibió a lo largo de 2015 un total de 1.616 denuncias de mujeres víctimas de violencia machista. La cifra del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género coloca a la provincia onubense, con 61,6 víctimas por cada 10.000 mujeres, como una de las provincias con mayor tasa de víctimas por violencia machista.
De hecho, es la cuarta provincia andaluza con la tasa más alta y la décima de España. Además, la tasa de víctimas es superior a la andaluza (61,48) y a la nacional (52,13). Respecto de las denuncias también hay datos que nos deben llevar a la preocupación, pues si bien un 67 % de ellas fueron presentadas por la propia víctima, el resto vinieron derivadas de los partes de lesiones tras las asistencias prestadas en hospitales y centros de salud, hasta 229 casos, mientras que otras 198 fueron consecuencia de una intervención directa de la Policía en casos de agresión flagrante.
Es decir, que más de tres de cada diez mujeres que sufrieron violencia machista en la provincia de Huelva durante 2015 no habían presentado denuncia hasta que su situación fue descubierta por terceros. En esta estadística solo se contemplan los casos que por una vía u otra acabaron en denuncia. Se considera que los que aún permanecen en silencio incrementan sobremanera las cifras de acoso y maltrato.
La preocupación aumenta cuando descubrimos que los índices de acoso y violencia del hombre sobre la mujer entre jóvenes son realmente alarmantes. Y en eso, Huelva y su provincia ocupan también un lugar destacado que debería sonrojarnos a todos. Los estudios revelan el escalofriante dato de que una de cada cinco chicas entre 16 y 24 años (un 21’1 % de ellas según los datos recogidos en 2015 por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad), han sufrido algún episodio de acoso o “violencia de control” en los últimos 12 meses.
El mismo estudio, que se realiza cada cuatro años desde 1999, y cuyas conclusiones se pueden extrapolar a nuestra provincia, hace hincapié en que esta circunstancia tiene una mayor incidencia -25 por ciento- entre las jóvenes de 16 a 19 años. El porcentaje se sitúa en el 18,7 en el caso de las chicas que tenían pareja cuando se hizo la encuesta.
La pregunta podría ser por qué estas adolescentes soportan estas situaciones, aunque los especialistas coinciden en ser incapaces de dar una respuesta concreta. En lo que sí coinciden es en que las conductas de abuso y control, primeros pasos hasta la violencia, se van instaurando de forma muy sutil hasta atrapar a la víctima.
La psicóloga Pilar Manchón, experta en Violencia de Género, no duda en relacionar el mantenimiento de los viejos modelos patriarcales en las relaciones, hasta el punto de que no son pocos los chicos que reconocen determinados comportamientos con sus jóvenes parejas, aunque se sorprenden al saber que estos son constitutivos de maltrato.
La otra cara de la moneda viene también por parte de las propias chicas. Diversos estudios realizados por especialistas en relaciones entre jóvenes temas de acoso y violencia desvelan que la mitad de los adolescentes inician sus primeras relaciones sentimentales con el erróneo concepto de que los celos son “una prueba de amor”, y aunque son los chicos los que creen en ello en mayor medida, varias encuestas realizadas viene a demostrar que más de dos de cada cinco chicas comparten esa idea.
Si hay un incremento o no de comportamientos machistas y violentos es algo en lo que no todas las fuentes consultadas coinciden. En lo que hay un acuerdo común es en la responsabilidad de las personas adultas a la hora de detectar posibles situaciones de acoso y maltrato, y en la necesidad de recordar que la violencia más usada en la violencia psicológica, que aunque no deja huellas evidentes en las jóvenes que la sufren pueden ser incluso más dañina que la física y llegar a condicionar el desarrollo de quien la padece.
En cualquier caso, la detección y la prevención siguen siendo las claves principales para recorrer la senda que ponga fin a la lacra que supone la violencia machista para cualquier sociedad.
Pensando en los chicos y chicas jóvenes, el Instituto de la Mujer de Andalucía ha desarrollado una serie de programas y módulos educativos en materia de Igualdad y Prevención de la Violencia Machista que se realizan a petición de los centros educativos. También se han editado diferentes guías para que padres y madres aprendan a detectar situaciones de acoso a sus hijas o cómo actuar una vez que saben que están siendo víctimas.
Nunca será suficiente, sigue siendo necesario la participación de todas y todos, no callar cuando se intuyen comportamientos inadecuados y, sobre todo, tener claro que el acoso, el maltrato, la violencia machista… no es un problema de mujeres, es un problema de hombres y mujeres.
Perico Echevarría es editor y director de La Mar de Onuba
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