Fertiberia acapara el 75% de la producción en España y el 100% en Portugal, con una cuota de mercado del 33%.
«El mercado español debe poder seguir disponiendo de fósforo procedente de la roca fosfórica africana. Límites de cadmio demasiado rigurosos nos sacarían del mercado en fertilizantes fosfatados». Con ese argumento, el Ministerio de Agricultura que dirige Isabel García Tejerina se ha opuesto a que Europa rebaje los límites tóxicos permitidos en los fertilizantes agrícolas. Establecer unos niveles más estrictos “Nos sacaría del mercado», ha justificado el Ejecutivo en un documento de trabajo dado a conocer por eldiario.es.
El encargado de defender la posición española es el Ministerio de Agricultura, a cargo de Isabel García Tejerina, que se incorporó al Gobierno de Rajoy en 2012 directamente desde el sector de los fertilizantes. Hasta entonces era una alta directiva de la empresa Fertiberia, principal productora de fertilizantes en España y perteneciente al grupo Villar Mir.
La ministra de Agricultura fue directora de Planificación Estratégica de Fertiberia y consejera de Fertial (la filial argelina de Feritiberia que también produce fitosanitarios) desde abril de 2004 hasta febrero de 2012, cuando llegó al ministerio como secretaria general. Antes de fichar por la firma de Villar Mir, Tejerina fue también secretaria general del Ministerio de Agricultura. Como describe el digital de Nacho Escolar, “una puerta giratoria de manual”. No obstante, eldiario.es aclara que, “para evitar incompatibilidades” en su trabajo en España, el 24 de mayo de 2017 el BOE publicó su ausencia en el Consejo de Ministros cuando se votaba la reforma de la normativa sobre productos fertilizantes y sobre comercialización de determinados medios de defensa fitosanitaria (plaguicidas). Sin embargo, esto no ha sucedido en todo el proceso de negociación del reglamento de fitosanitarios de la Unión Europea, donde la postura del Ministerio ha coincidido con la de Fertiberia y la patronal europea de los fertilizantes.
Fertiberia acapara el 75% de la producción en España y el 100% en Portugal, con una cuota de mercado del 33%. Esta empresa adquiere su roca fosfórica para fertilizantes de Marruecos, donde la materia prima tiene niveles de cadmio mucho más elevados que sus competidores rusos, egipcios o de Oriente Medio. El grupo, que obtuvo unos ingresos de 804 millones de euros en 2016, es miembro de Fertilizers Europe, la patronal europea, cuya presidencia también recae en la empresa española.
La Unión Europea está negociando nuevos valores límite de cadmio (un mineral pesado tóxico) en los fertilizantes a base de fosfatos, que se usan en todo tipo de cultivos. La Comisión Europea ha propuesto reducir paulatinamente el volumen de cadmio hasta los 20 microgramos/kg en 12 años. El Parlamento, por su parte, coincide con los valores máximos de la CE pero apuesta por dar más tiempo a los fabricantes para adaptarse. España, en cambio, defiende que los niveles se queden en los 75 microgramos.
El documento del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente deja claro que España apuesta por dejar el umbral en la franja alta: «Desde la Secretaría General de Medios de Producción Agrícola y la Oficina Española de Variedades Vegetales del Ministerio se ha enviado un escrito a la Comisión argumentando que el límite de 75 mg/k se considera aceptable en las condiciones de uso actuales de los fertilizantes fosfatados en suelos agrícolas». El Ministerio justifica su postura en “el daño que fabricar fertilizantes menos tóxicos tendría en el sector industrial”.
Este argumento es casi idéntico al de la patronal de fabricantes españoles, ANFFE, que tras conocer en octubre pasado la propuesta de límites del Europarlamento, aseguró: «Son absolutamente innecesarios, no están científicamente justificados y podría afectar de forma muy negativa a los fabricantes europeos de fertilizantes con fósforo, generando una reducción y encarecimiento de la oferta de dichos fertilizantes en Europa y una mayor dependencia del exterior». ANFFE está presidida por Fertiberia.
La Comisión Europea considera que el cadmio es un contaminante medioambiental especialmente tóxico para el riñón, que también tiene efectos de desmineralización ósea. El compuesto está clasificado como “cancerígeno para los humanos”. Además, destaca que «los alimentos son la principal vía de exposición a este metal pesado para la población» no fumadora.
El cadmio, según los defensores de su reducción en los fertilizantes, es una sustancia cancerígena en alta concentración y en su depósito en la tierra acaban siendo absorbido los alimentos que los traslada a la cadena alimentaria. La Agencia de Seguridad Alimentaria de Francia denunciado que los altos niveles de este metal pesado en la comida pueden ser peligrosos para embarazadas y niños.
La Comisión Europea añade que este metal tiene especiales efectos negativos sobre el riñón y los huesos además de estar clasificado como cancerígeno humano. La CE informa de que se estudia su efecto como factor de riesgo para padece tumores de pecho, pulmón y endometrio.
La normativa en discusión no solo pretende poner unos límites de este metal pesado sino que está enfocada a promover el uso de fertilizantes orgánicos a partir de materias primas no importadas, es decir, transformar los residuos en nutrientes para los cultivos, en un nuevo modelo de economía circular que reduzca los desechos.
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