Editorial conjunto de La Mar de Onuba y Confidencial Andaluz.
Jueves, 17 de mayo de 2018. Las informaciones publicadas hace unos días por Correctiv.org y BuzzFeed News son de extrema gravedad. Es falso, como se ha pretendido transmitir -ya sea por ese déficit tan español a la hora de leer en otros idiomas, o por esa creencia, también tan española, de que “lo que no se comenta no existe”-, que Pascale Muller y Stefania Prandi hayan hablado en sus artículos de los casos de acoso, abusos y hasta violaciones como algo generalizado en el campo onubense. Vuelvan a leerlos y hagan un ejercicio, un esfuerzo, de comprensión lectora. No se dice, en ningún momento, que las situaciones denunciadas, porque el periodismo bien entendido es una forma de denuncia, compendien una situación generalizada.
Muller y Prandi, hace unos días, como otros tantos periodistas y medios de reconocido prestigio a lo largo de la última década, hablan de “docenas de casos” de cuya veracidad responden precisamente con eso, con su prestigio. Antes lo hicieron, por ejemplo, Jerónimo Andreu y Lidia Jiménez en El País, en junio de 2010, y su relato en muy poco difiere de lo que las redactoras de correctiv.org escribieron hace solo un par de semanas.
Su texto no generaliza; cuenta hechos que las periodistas han escuchado de primera mano, y cuya veracidad han valorado, sin ningún género duda, antes de publicarlos, pues también forma parte del periodismo cuestionar a sus fuentes, contrastarlas y juzgar lo oportuno de transmitir al lector el resultado de sus investigaciones. Es, en definitiva, lo que hizo que a este noble oficio se le otorgara popularmente el sobrenombre de cuarto poder.
Lo cierto, y esta es una aportación también contrastada que hacemos tanto La Mar de Onuba como Confidencial Andaluz, es que en el campo onubense se producen casos de explotación laboral, y es una realidad que conocen las administraciones, las organizaciones no gubernamentales y los sindicatos.
En cuanto a estos últimos, resulta tan sorprendente como desolador que se hayan prestado a firmar, de urgencia, el ambiguo comunicado conjunto en defensa del buen nombre del fruto rojo onubense. Un comunicado que destila cierto aire amenazante hacia los medios que nos hemos hecho eco de las publicaciones de correctiv.org, BuzzFeed News, El País, El Español y otros muchos que llevan advirtiendo de esta situaciones desde hace, al menos, ¡una década!
Sostiene el comunicado que no hay denuncias ante la Policía o los juzgados, y que, por tanto poco se puede hacer al respecto, siquiera saber si es verdad lo que se cuenta. En un país como España, que se ha visto obligado a modificar sus propias leyes para otorgar presunción de veracidad a las mujeres maltratadas y crear servicios telefónicos, como el 016, que no dejen rastro en la factura.
Los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, han perdido una oportunidad de oro de demostrar su compromiso en la lucha contra la violencia de género a la hora de firmar el comunicado conjunto con las patronales Asaja, Upa y FresHuelva, que no se cuestiona.
Estaba en su propia razón de ser haber exigido un párrafo, de cosecha propia, ofreciendo acompañamiento y apoyo a las mujeres que pudieran sentirse víctimas de situaciones como la descritas por correctiv.org, BuzzFeed News y otros medios, y solidariamente reproducidas por La Mar de Onuba y Confidencial Andaluz. Un mensaje de fuerza protectora animando a denunciar el acoso y el abuso, en cualquiera de sus formas y contra cualquier persona, con especial énfasis contra las mujeres extranjeras que trabajan en el campo andaluz. Recordando cuáles son los recursos existentes (el 016 o el reciente Servicio de Atención Inmediata a Mujeres en caso de Agresiones Sexuales puesto en marcha por la Junta de Andalucía, entre otros). Sólo dos o tres líneas que hubiesen justificado la firma de los representantes de los trabajadores en el comunicado. Pero no lo han hecho. Y es un déficit que debe ser resaltado y que, además, La Mar de Onuba y Confidencial Andaluz, han podido constatar que ha causado un enorme malestar, incluso en las propias mujeres de ambos sindicatos.
Contrasta, de hecho, la actitud de la dirección de los sindicatos con la de la diputada de Izquierda Unida Isabel Salud, o de la propia Secretaría de Igualdad, Mujer y Empleo de la Federación de Industria de CCOO, que ayer mismo, a la hora que se hacía público el comunicado, mantenía una reunión en Huelva para abordar la problemática de las mujeres marroquíes en el campo onubense que sufren o han sufrido acoso, explotación y /o abuso, y que recibieron como un jarro de agua fría el texto del comunicado firmado por su propio sindicato.
Ellas sí supieron ver -leer- que la verdadera alarma que trasciende de las informaciones publicadas por Muller, Prandi, Andreu, y tantos otros, no es la imagen que pueda transmitirse sobre el magnífico producto que emerge de los campos de fresas, sino que siga siendo -a todas luces- necesario articular más y mejores mecanismos de protección y denuncia para que noticias como estas no vuelvan a publicarse nunca. Y, en ese objetivo, los sindicatos siguen siendo, aún, una herramienta necesaria.
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