Conocí a Cristina del Valle (Oviedo, 1960), a la persona, hace nueve años. A la otra, a la activista, a la que nos «riñe» y nos obliga a reflexionar y concluir que seguimos sin hacer las cosas bien, y que como a los niños, nunca hay que dejar de recordarnos que lo que no queremos para nosotros es obligatorio no permitir que lo sufran los demás. A la música, compositora y cantante, ya la admiraba, pues siempre ha sido la voz mi instrumento musical favorito, y si la melodía cabalga sobre letras que fortalecen el espíritu y empoderan al ser humano, en tiempos de reggaeton y banalidad -para mí- incompresiblemente encaramados en las «listas de éxito», Cristina es -para mí- lo más.
Fue en 2010 en el Ateneo de Madrid, donde ese día recibía de la Fundación Internacional de Derechos Humanos el Premio Nicolás Salmerón en su categoría de Defensa de la Mujer, galardón que ese día recibía también Tomás Gómez, ex líder de los socialistas madrileños de cuyo equipo de campaña yo formaba parte por aquel entonces. Creo que ese día, como Rick Blaine, presentí «el comienzo de una hermosa amistad». No me equivocaba. Y la verdad es que en nueve años no han sido tantas veces las que hemos tenido ocasión de vernos y charlar, pero nunca hemos perdido el contacto, y he sentido su aliento y apoyo en muchas de las iniciativas de las que he formado parte.
Recuerdo, con especial cariño, la noche que la hoy diputada Carla Antonelli, la ex diputada Livia Castillo y yo mismo presentamos la plataforma Diversidad 2011, cuya primera iniciativa fue «sacar del armario» el necesario y valiente documental El muro rosa (que recupera la memoria histórica del colectivo LGTBI desde los últimos años del franquismo hasta nuestros días), dirigido por Enrique del Pozo, al que productoras y distribuidoras negaban el pan y la sal como cineasta por su controvertido pasado como habitual del -afortunadamente- extinto late night Crónicas Marcianas. De aquel estreno del que nadie quería responsabilizarse para no aparecer junto a ese señor -y hoy buen amigo- al que despectivamente llamaban «el cocoguagua», quedan las otras crónicas. Y una divertidísima noche (vendrían otras) con Cristina en la que se afianzó mi amistad y sincero aprecio por ella y todo lo que hace.
Cris preside la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, que inicia su actividad en el año 1999 con el objetivo de reivindicar la promulgación de una Ley Integral contra la Violencia de Género, con tanta fuerza que en 2000 el -felizmente ex- presidente José Mª Aznar se vio obligado a prometer -en falso, como todo lo que envuelve a tan siniestro personaje- su redacción y aprobación, que tuvo que esperar hasta diciembre 2004, cuando con otro presidente, José Luis Zapatero, que había prometido que sería su primera Ley, cumplió su palabra. Antes y después de ese hito, no hemos dejado de ver a Cristina del Valle dando conciertos por toda España y gran parte del mundo, ya sea con Amistades Peligrosas, en solitario, o con la Plataforma de Mujeres Artistas, en los que nunca falta una llamada a la Igualdad de todos los seres humanos. «Y también de los animales», insisten siempre muchos de sus seguidores.
El pasado miércoles, por fin, Cris recaló en el Gran Teatro de Huelva, donde presentó su espectáculo multimedia Ellas dan la nota, un compendio de canciones e imágenes que busca sensibilizar y, sobre todo, implicar a la sociedad (especialmente, a los más jóvenes) en la lucha contra la insoportable lacra que, solo en este año, suma en España 99 asesinatos de mujeres por el mero hecho de serlo.
Y claro, no podía ser de otra forma, Cristina del Valle reservó un ratito, breve, por su apretada agenda, para La Mar de Onuba.
La Mar de Onuba.- Por fin en Huelva
Cristina del Valle.-Ya tenía ganas.
LAMDO.- Decía Blas de Otero aquello de «nos queda la palabra», pero en estos tiempos de tweets y fake news, parece que la cita del poeta, más que la obsolecencia, roza la mentira. ¿Qué nos queda, la música?
CdV.- Nos queda la voz, que es la forma de expresar la palabra. Y sí, la música, que en estos tiempos se hace más necesaria que nunca. Ya decía German Coppini que son malos tiempos para la lírica, pero yo creo que son los mejores tiempos. Decía mi querida amiga del alma y compañera Lydia Cacho, defensora internacional de los Derechos Humanos. cuando analizaba en Naciones Unidas como asesora qué está ocurriendo con este tsunami terrible que está viniendo retrógrado, racista, xenófobo, machista… que es una ola que responde al daño que estamos haciendo al patriarcado y al modelo neoliberal. Cada vez que pensemos que hay retroceso, lo que hay, en realidad, es la quiebra que estamos haciendo en ese muro de la inmoralidad, porque estamos realmente haciendo brecha. Entonces, se nos está devolviendo la ola contra todo el feminismo, criminalizando la sociedad civil, una práctica últimamente muy de moda, y educándonos, gota a gota, como se hace con la tortura, en no ver al otro como un igual, en no ver al otro como un ser portador de derechos, la deshumanización y la desconexión desde la humanidad y desde lo que somos. Y desde ahí es desde donde se puede manipular y manejar.
Pacto de Sal, último disco de Amistades Peligrosas
LAMDO.- Parece, o al menos se transmite esa impresión, que, efectivamente, hay un rearme de los más retrógrados cuando se cuestionan leyes contra la Violencia de Género, o la Igualdad como norma de convivencia.
CdV.-Es que es eso, estamos haciendo daño a quienes han montado un modelo que beneficia a quien tiene privilegios y se beneficia con la desigualdad, con la violencia, con el abuso, con el control y con el poder. Son tiempos para pasar de la indignación a la acción.
LAMDO.- Para dar la nota.
CdV.- Para dar la nota.
LAMDO.- Porque ‘Ellas dan la Nota’ es una respuesta a todo esto, ¿no?
CdV.- Sí. Ellas dan la Nota es mucho más que un espectáculo musical artístico. Es la historia de mujeres que llevamos recorrido el mundo a lo largo de 18 años denunciando la violencia. Mucha de nosotras hemos sido víctimas de la misma, y pensábamos que luchar por un cambio de modelo tiene que pasar por la internacionalización de los derechos, por defender a nivel internacional los derechos de todas. Y el aprendizaje. El cuerpo a cuerpo de las causas. La solidaridad es un principio fundamental que se puede hacer desde muchos espacios. Pero para mí era vital hacerlo desde eso, desde el cuerpo a cuerpo. Desde la realidad, tocando tierra. Estando en los lugares donde tienen sentido nuestras acciones.
LAMDO.- Te has dirigido hoy [por el miércoles], con especial énfasis a los jóvenes que han acudido al Gran Teatro, a los que has pedido su implicación para avanzar en una sociedad realmente igualitaria y que no se dejen manipular. ¿Hay motivos para estar preocupados con la información que reciben, con el desarrollo de su integración en una sociedad de hombres y mujeres iguales en derechos, obligaciones y oportunidades ?
CdV.- Hay motivos para estar preocupados con el retroceso que están sufriendo nuestros jóvenes, aparentemente educados en un modelo más progresista en una situación social y política respecto a generaciones anteriores. Sin embargo lo que estamos viendo y están ahí los datos que lo avalan sin duda alguna es que en las parejas más jóvenes son las que presentan los índices más altos de violencia y los más altos de reproducción de un modelo. Y es siempre lo mismo. El machismo cambia de forma, pero no de fondo.
LAMDO.- Y en esta situación de retroceso, ¿estamos los hombres a la altura?
CdV.- Bueno… Yo doy datos. A mí me gusta avalar lo que digo con datos reales. Para que no sean conversaciones de cafetín. Y para que hablemos desde la seriedad. Y los datos dicen cosas tan contradictorias como que somos el primer país de Europa consumidor de prostitución y el tercero del mundo. Frente a eso, somos el primer país de Europa donde más colectivos de hombres por la Igualdad existe.
LAMDO.- ¿Y en esa contradicción qué tenemos, más motivos para la esperanza o para la desesperanza?
CdV.- No sólo motivos, Cuando tienes al lado gente que se juega la vida cada día, que lleva la dignidad como bandera, que ha sido secuestrada, golpeada, violada, torturada… Mujeres defensoras de los DDHH que tienen que vivir protegidas por escolta policial… ¡claro que hay esperanza! Que la dignidad humana de cada uno de nosotros puede cambar el mundo. Mira, hay seres humanos que han llevado, por ejemplo… Lidia Cacho, al Estado mexicano, lo ha sentado en el banquillo. Hay mujeres que están haciendo conquistas importantísimas en el mundo y que trabajan cada día por la Paz y por un cambio de modelo. Hay esperanza para mí, y está clarísimo, en el movimiento internacional de mujeres en el feminismo.
Creo que en nuestros jóvenes, en los que pensábamos que el feminismo no estaba calando… los últimos años ha sido brutal. El activismo, la toma de conciencia, el perder el miedo. Las mujeres se han autodeterminado y han tomado la palabra y la calle.
LAMDO.- Estamos viendo mucho de esa autodeterminación a nivel internacional, donde el papel de las mujeres está siendo esencial en movimientos populares que luchan contra el totalitarismo, por la Igualdad y contra la Violencia Machista. De hecho, a ti misma te hemos visto en la franja de Gaza, en los campamentos saharauis, en la terrible Ciudad Juárez, e incluso ante las Naciones Unidas defendiendo este discurso. A veces, esto que pasa “fuera”, que no nos es ajeno, nos pasa desapercibido.
CdV.- Nosotras somos embajadores y embajadoras de las acciones, y el fin de nuestro trabajo ha sido ponerle voz a todas esas realidades internacionales que los medios no muestran. Hacer trabajar la contrainformación, trabajar la sensibilización, la toma de conciencia individual de cada uno de nosotros a través de esas acciones. Las ideas son instrumentos mucho más potentes que las armas. Y cuando tomas conciencia de algo ya nadie te puede engañar. Y entonces, internacionalizar la lucha y el trabajo es vital para crear redes de apoyo y para aprender las unas de las otras y para hacer acciones que consigan cambiar realidades. Las mujeres de Juárez llevan años luchando solas, pero la ayuda internacional ha hecho, por ejemplo, que algunos de los casos que iban ser sobreseídos hayan llegado a la Corte Penal Internacional (CPI) y que, al menos, muchos de los asesinatos de mujeres no hayan sido impunes u olvidados. O como el trabajo que están haciendo las mujeres en Palestina o en Gaza. Es decir, la visibilidad en una realidad, la lucha diaria, el mantener la vida constantemente, y estar en la transformación y la denuncia. Eso es algo diario y cotidiano.
LAMDO.- Y te tengo que preguntar, para cerrar, qué tal en Huelva.
CdV.- Breve, pero muy intenso. Como siempre una pena, porque vas a los sitios y te vas. Pero estar rodeada de gente a la que quiero y admiro, con la que he tenido mucha relación, empezando por ti, y hoy había gente muy especial que ha formado parte de mi vida. Gente transformadora, Fátima Aburto, Manuel Domínguez… y ese público de Huelva que me ha hecho sentir que no estaba en un escenario, sino rodeada de gente con las que estábamos reflexionando juntos, haciendo revolución, transgresión… conspirando juntos por los Derechos Humanos. Contra la violencia machista. Por la Igualdad. Y eso me llevo de Huelva.
LAMDO.- Seguiremos en ello.
CdV.- Ni lo dudes.
Huelva vivió el pasado miércoles una noche que pasará a la historia social de la ciudad. Tal vez no se recoja en los libros de historia, tal vez habrá quienes pretendan que pase desapercibido para la ciudadanía onubense, pero las paredes del Gran Teatro y todos los allí presentes fueron testigos de la utilización del arte y el compromiso como arma fundamental para acabar con la incoherencia, la barbarie, la sociedad plagada de palabras vacías y de mentiras y de la excesiva demagogia que está condicionando la lucha contra la violencia machista y por la igualdad real.
La actuación de «Ellas dan la nota» —el formato artístico comprometido y creativo creado por Cristina del Valle— va mucho más allá de un espectáculo musical. Cada nota que sale de las gargantas de las y los protagonistas, cada acorde, cada rave, cada estrofa... va acompañada de la potencia absoluta del compromiso coherente con una causa. Se trata de un formato fundamental en estos tiempos, un formato que combina el arte y la verdad, una creación de la cantante y activista Cristina del Valle que pone en valor el arte y el compromiso social como elementos a favor de los derechos de la igualdad real contra la violencia machista, un formato de creación cultural incomparable.
Las actuaciones musicales estuvieron protagonizadas por Cristina del Valle, Estela de María, Laura Granados y Marcos Rodríguez, pero, en realidad, en el Gran Teatro se produjo una conjunción perfecta entre los temas interpretados con el mensaje que se quería transmitir.
A lo largo de las intervenciones se hicieron alegatos a personas que estaban presentes en el acto como Fátima Aburto, ex senadora socialista y ex eurodiputada socialista que tuvo un compromiso muy fuerte en asuntos tan importantes como la situación del Sáhara Occidental y Palestina.
Marcos Rodríguez, por ejemplo, realizó un alegato sobre las nuevas masculinidades y el papel de los hombres buenos en la lucha contra la violencia de género. En este punto resaltó el hecho de que el silencio siempre es cómplice y que ha llegado el momento en que el papel de los hombres es crucial porque, como bien dijo Lydia Cacho en la inauguración del Foro16, «las mujeres ya hicimos la revolución, ¿a qué están esperando los hombres?».
Quienes estuvimos allí presentes vivimos momentos muy importantes y comprendimos el poder que en ese momento tenían las artistas que estaban sobre el escenario. Uno de los puntos que son fundamentales para que la igualdad real sea un hecho es la formación y la educación. Eso decimos todos pero el camino se hace andando y, la noche del miércoles, en Huelva, fuimos testigos de un instante en el que el compromiso sirvió de modelo formativo. La presencia de gente joven sirvió para que Cristina del Valle les explicara aspectos que son fundamentales para la lucha contra el machismo como, por ejemplo, la importancia del amor romántico como elemento de mantenimiento del patriarcado y del sometimiento de la mujer al hombre. En este punto, Del Valle les hizo una reflexión muy importante: en este formato no cabía el reggaetón, pero no por el estilo musical en sí ya que ella, les dijo, sí sabe bailar reggaetón, sino por la utilización de dicho género como espacio de transmisión de conceptos eminentemente machistas.
Este es el mejor ejemplo de la importancia de «Ellas dan la nota», un formato que es absolutamente trasladable a todas las épocas del año y que está a disposición de todos y todas, puesto que es aplicable tanto para ayuntamientos de capitales o ciudades grandes como para localidades más pequeñas. «Ellas dan la nota», como decía al principio, es la combinación perfecta del compromiso con el arte para la transmisión de valores y de verdad, para la educación y la formación en contra de la violencia machista y a favor de la igualdad real. La música siempre ha sido un elemento de transmisión de conceptos que luego han servido para la conquista social. ¿Por qué no en un tema tan importante como la violencia machista? Por esta razón, «Ellas dan la nota», este formato de compromiso y de arte, tendría que estar recorriendo todos y cada uno de los lugares de España a lo largo de todo el año, no sólo en noviembre o en marzo, porque la lucha continúa, no tiene descanso. Porque los asesinos machistas no lo tienen.
Cristina del Valle, además, hizo un alegato al periodismo independiente y libre, al periodismo comprometido con la verdad y con las causas que verdaderamente son importantes sin estar supeditado a los intereses de un poder superior. Y tuvo palabras de cariño y reconocimiento para algunos de los asistentes que la escuchaban en la sala, como el director de La Mar de Onuba, Perico Echevarría, por su rol de activista por los Derechos Humanos y del colectivo LGTBI, y, muy especialmente, para Fátima Aburto, que tuvo un papel protagonista en la elaboración y aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Las palabras y las notas llenaron el Gran Teatro de Huelva de verdad, de libertad, de compromiso, de ética, porque los alegatos estuvieron acompañados siempre de la fortaleza que da la coherencia. Las palabras solas no sirven si en ellas se esconde el vacío de los hechos.
Fue Huelva quien lo vivió, fue Huelva quien lo disfrutó, fue Huelva quien aprendió. Ahora es necesario que toda España participe de ello, sobre todo en un momento tan delicado en que hay partidos y organizaciones que pretenden poner en duda la lucha de las mujeres, de los hombres, de toda la sociedad contra el verdadero genocidio del siglo XX.
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