En toda Latinoamérica y el Caribe existen actualmente alrededor de siete millones de niños y niñas que son refugiados o migrantes.
En los últimos tiempos, cientos de personas, incluyendo un indeterminado número de niños y niñas han viajado desde Centroamérica hacia Estados Unidos en condiciones de intensa vulnerabilidad, viviendo situaciones que representan un alto riesgo. De cara a esta realidad, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), desde Panamá, ha hecho una llamada a todos los Estados y a la sociedad, para que se brinde protección e inmediata y prioritaria atención a los niños y niñas en contexto de migración.
La violencia, pobreza e inequidad ha expulsado a millones de niños, niñas y adolescentes fuera de sus hogares. En este sentido, Unicef reitera la necesidad de intensificar los esfuerzos para erradicar las causas de la violencia y pobreza, especialmente aquellas que limitan el acceso a la educación, al sistema de salud y a la protección social.
Unicef aboga por garantizar el derecho de los niños y niñas migrantes y refugiados a permanecer con sus padres o responsables evitando la separación familiar; por utilizar medios alternativos a la privación de libertad en aquellos casos injustificados que tienen como única razón la condición de migración; por el acceso a los servicios de salud, educación, registro de nacimiento y protección social sin ningún tipo de discriminación; por la protección contra toda forma de abuso, violencia y explotación incluyendo el tráfico y trata de personas; y por una lucha tenaz y efectiva contra la xenofobia y discriminación que amenazan a los niñas, niñas y adolescentes migrantes. Del mismo modo, Unicef advierte sobre los riesgos y peligros que entraña la migración irregular para ellos, reiterando la necesidad de proveer canales legales y seguros para que quienes migren gocen de protección internacional.
Es imperativo, pues, que los Estados permitan su libre entrada y registro, así como que las autoridades especializadas en infancia y adolescencia procedan a una exhaustiva evaluación de las condiciones que acarrean a fines de prodigar la protección y ayuda que requieren. Ningún niño, niña o adolescente puede ser retornado a su país de origen si ello pone en riesgo su vida, seguridad e integridad personal.
“Los países de origen, tránsito o recepción son responsables de los cientos de niños que huyen de la pobreza, violencia o falta de acceso a la educación o servicios básicos tales como la salud” señaló María Cristina Perceval, directora regional de Unicef para Latinoamérica y el Caribe. “Sin ninguna excepción, sean hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, venezolanos o de cualquier otra nacionalidad, los Estados deben ser garantes del bienestar físico y emocional de cada niño migrante y asegurar su permanencia junto a su familia en condiciones de seguridad y dignidad, respetando siempre su interés superior en todas las acciones y decisiones oficiales. Ningún niño puede ser víctima de acciones discriminatorias por ninguna razón. Un niño es un niño”, dijo.
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