
El presidente estadounidense quiere clausurar el proteccionismo agrícola europeo, derribando una de las murallas más resistentes del antiguo orden global.
Viernes, 17 de octubre de 2025. El déficit comercial de EE.UU con la Unión Europea (UE) ascendió a 236.000 millones de dólares el año pasado, según la USTRO (Oficina del Representante Comercial de EE.UU), y crece 12.9% por año. Ante esta situación, sostuvo Donald Trump en carta a Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea (CE), que “…hemos llegado a la conclusión de que debemos alejarnos de este déficit comercial de largo plazo que nos imponen los 27 países de la UE, y que es engendrado por sus políticas arancelarias y para-arancelarias, y sus barreras comerciales”, todas ellas profundamente proteccionistas.
Por eso, dice Trump, “hemos resuelto imponer a la UE un arancel especial de 30% a partir del 1 de agosto, y exigir el acceso irrestricto al mercado europeo de todas las exportaciones estadounidenses con arancel cero (0%), sin distinción alguna entre los productos industriales y agroalimentarios con el objetivo de eliminar el gigantesco déficit comercial de EE.UU con la UE”.
El núcleo del proteccionismo agroalimentario europeo es la Política Agrícola Común (PAC) creada por el General Charles de Gaulle en 1960, entonces presidente de la República, como condición para el ingreso de Francia en la Unión Europea.
La PAC dispone de más de 40% de los ingresos de la UE, y su objetivo primordial, al servicio ante todo del agro francés, es la defensa del status quo agroalimentario del Continente frente a rivales extranjeros de superior competitividad, como son los “farmers” del Medio Oeste norteamericano, y la extraordinaria capacidad de innovación de los productores argentinos y brasileños. Argentina ha sido el país más perjudicado por la PAC desde 1960, cuando fue prácticamente excluida del mercado europeo, y todavía Asia, y en especial China, no habían surgido como grandes protagonistas del comercio internacional, de un modo que el país se encontró sin alternativas frente al excluyente proteccionismo de Europa.
La situación exportadora del agro argentino se agravó sistemáticamente a partir de la década de los 70, cuando el único mercado en el mundo que le restaba era la Unión Soviética, cuyo sistema agroalimentario creado por la colectivización forzada de la política del terror de Stalin colapsó en la década de los 80 y la obligó a importar la mayor parte de los agroalimentos necesarios para la subsistencia de su población en dos países, uno EE.UU, y el otro la Argentina.
La Unión Soviética invadió Afganistán en 1981; y EE.UU, con Ronald Reagan como presidente, y en el momento de mayor apogeo de su supremacía estratégica en la Guerra Fría, le impuso un boicot mundial a la venta de productos agroalimentarios al poder soviético.
Argentina se negó a participar de un boicot global contra la Unión Soviética en la etapa de su agonía final, fue el punto más extremo del aislamiento internacional provocado en la Argentina por el proteccionismo agrícola europeo, y primordialmente por Francia, ya fuera por obra del gobierno del General de Gaulle (la “Grandeza de Francia” en el mundo), el socialismo de Francois Mitterrand, o la mediocridad de Chirac y Sarkozy, continuada, y en primer lugar, por el actual gobierno de Emmanuel Macron. En todos los casos la prioridad fue la Política Agrícola Común (PAC), el núcleo y la razón de ser del proteccionismo agroalimentario de Europa.
Toda esta larga historia de exclusión y prejuicios ha terminado por la decisión de Donald Trump de abrir los mercados de la UE sin distinción entre productos agrícolas e industriales.
Lo que hace ahora Donald Trump es derribar una de las murallas más rígidas y resistentes del antiguo orden global, que ya pertenece ostensiblemente al pasado. Tanto Brasil como Argentina se ven favorecidos… Veremos.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero. @FranciscoVill87






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