¿Quién iba a imaginarla hace solo un año permitiendo que Ferraz metiera mano en la confección de las listas electorales andaluzas?
Hay una variante de las fake news que los políticos practican desde que el mundo es mundo. Consiste en sostener, con cara de póker, una cosa y la contraria según venga el viento y sin mover un solo músculo. Cara de póker o de cemento armado.
Las hemerotecas están llenas de declaraciones de políticos contradiciéndose a sí mismos sin remilgo alguno y sin esperar a que pasara mucho tiempo entre una afirmación y la contraria, pero lo de Susana Díaz me tiene fascinado. Su conversión al pedrismo es tan espectacular que recuerda a la de Saulo cuando se cayó del caballo, se convirtió en San Pablo y se puso a escribir Epístolas como un loco.
Las cosas que Susana le decía a Pedro hace poco
Y como si no hubiera pasado nada, pelillos a la mar, ahora todo son flores: «Sánchez está ejerciendo la responsabilidad buscando alianzas para sacar adelante una investidura», declaró el pasado domingo a Europa Press. No ha cerrado el diálogo a nadie, al contrario, y esto es positivo para el país y generoso por su parte”. No contenta con la dosis de jabón, continuó: «Pedro Sánchez no ha dejado de buscar acuerdos con todo el mundo, y esto es interpretar el momento en el que está el país, que necesita grandes consensos y mucha gente sumándose al interés general de España».
La milagrosa y rotunda conversión de Susana al pedrismo ha ido aumentando en la misma medida en que los resultados del PSOE con él al frente crecían. Su otrora descarnada agresividad para con Sánchez es ya historia, por lo visto: “Tu problema no soy yo, Pedro, tu problema eres tú”, le espetó sin anestesia en mayo de 2017, durante el debate que mantuvieron junto a Patxi López previo a la celebración de las primarias socialistas. “Yo me preguntaría, le dijo también durante aquella comparecencia, si le conviene al PP el candidato de las dos derrotas históricas del PSOE o la candidata que le gana de diez puntos en Andalucía».
No contenta con tales andanadas, continuó disparando: «¿Por qué los ciudadanos nos han dejado en 85 escaños?, porque hemos dado muchos bandazos, Pedro. Si tu problema fuese yo, remató, el problema habría acabado hace mucho tiempo, el problema es que de la Ejecutiva sólo quedan siete trabajando contigo; José Luis Rodríguez Zapatero ya no se fía de ti; Felipe González también piensa que lo has engañado. El problema eres tú y cuando la gente no se fía de ti, deberías hacértelo ver».
Esto sucedía unos meses más tarde de haber ido a saco a por él con aquella célebre frase: “A este lo quiero muerto hoy”, santo y seña con el que lo destituyeron antes de apoyar la investidura de Rajoy con la abstención socialista. Pues bien, en diciembre de 2019, ¡alé hop!, todo esa hostilidad ha pasado a convertirse en rendida pleitesía, como por arte de magia, como si el enfrentamiento hubiera ocurrido hace mil años, a juzgar por los elogios que le dedica a día de hoy al hombre, según sus palabras, “más generoso, más dialogante y que más quiere lo mejor para España.”
Resulta patético escuchar estas cosas en labios de Díaz, pero sobre todo da cierta pena deducir que solo hay una explicación posible para tamaña transformación: haberse convencido de que no hay manera de luchar contra una situación que, aunque a ella no le gustó nunca, no le queda ahora más remedio que aferrarse a ella si no quiere desaparecer de la escena política para siempre.
¿Quién iba a imaginarla hace solo un año permitiendo que Ferraz metiera mano en la confección de las listas electorales andaluzas, y hasta en las diputaciones? Pero con tal de flotar y continuar en la pomada, no tendrá reparo alguno en ir traicionando a quien haga falta para sobrevivir ella mientras en los oídos de Sánchez, que ya ha demostrado su buena memoria, seguro que resuena aún aquella famosa frase, en la que solo faltó el dedo inculpador, como en el himno de LasTesis, señalándolo y acusándolo: “Pedro, el problema eres tú, el problema eres tú, el problema eres tú…”
La verdad es que, para ella, lo sigue siendo.
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