Sanidad: Discriminación en el trato al colectivo LGTBI

Hasta un 20 % de los gais, lesbianas, transexuales y bisexuales se sienten discriminados en la sanidad en casi todos los países cuando enferman. Muchas veces por el estigma, por el prejuicio, por otras razones, obvian contarle al médico sus prácticas sexuales, lo que conlleva un diagnóstico que no es del todo exacto por falta de datos. 

Un estudio publicado en el British Medical Journal incide en el problema que existe en el mundo respecto al trato que se le procura al colectivo LGTBI en la sanidad. En algunas ocasiones, cuando han sido publicados, los médicos se defienden y han expresado su preocupación acerca de la invasión en la privacidad, el temor a ofender al paciente y las dudas sobre la relevancia o seguridad de los datos que se exponen en un expediente.

Si bien la falta de atención socava los derechos de los pacientes, para conseguir mejorar la misma es necesario conocer todos los datos, añade una doctora en el estudio. Para los científicos del estudio, un buen paso, sería poder introducir el monitoreo de la orientación sexual en los sistemas de salud y de atención social ya que hay ciertas especificaciones que no se evalúan.

En España, existe la ley de protección de datos, conocida como LOPD, y la orientación sexual está especialmente protegida. Además, el código penal de 2015 recoge el delito de la discrimación por esta causa. Aunque en el país en general, no existe un problema definido es cierto que son los propios pacientes los que a la hora de visibilizarse obvian demasiados datos porque les genera ansiedad y creen que se les va a prejuzgar.

Una sexualidad coitocéntrica, reproductiva y heterosexista como es la que adopta el modelo sanitario actual, es la que de algún modo, purga a buena parte de los usuarios, apunta Guillermo López, de la ONG Apoyo Positivo.

En algunos centros de atención primaria no se suele preguntar e incluso, si un paciente solicita las pruebas de VIH o llega a una consulta con ITS se siente intimidado. Solicitar las pruebas actualmente por miedo a que el médico pregunte es una realidad, la misma que tienen las mujeres cuando un ginecólogo les pregunta si han mantenido relaciones con otra mujer.

En relación a los transexuales tampoco sienten que los espacios sanitarios son amigables y no sienten que la población que acude a ellos les miran con normalidad. El retraso de un diagnóstico por miedo, pudor u otras causas hace que muchas enfermedades no se traten cuando deben.

Según Toni Alba, de la Federación Estatal de Lesbianas, gais, transexuales y bisexuales, (FELGTB), aún falta información y sensibilidad en el trato sanitario si hoy a pesar de todo, les resulta raro que un hombre trans pueda acudir a un ginecólogo por ejemplo. Hasta un 20 % de los usuarios LGTBI se han sentido discriminadas en el ámbito sanitario dado que el colectivo se enfrenta a las barreras normales, las adicionales por discriminación u otros prejuicios. La presunción de la heterosexualidad, la asuncóin de prácticas sexuales de riesgo, el consumo de drogas o algochol, la negación de la sexualidad de las mujeres lesbianas o bisexuales hacen que no todos los diagnósticos sean exactos por falta de datos.

No son los médicos los culpables sino la carencia de información en la anamnesis, procurada por los propios pacientes por las razones expuestas, añade un facultativo.

Las mayores quejas vienen de personas con VIH porque existen comentarios fuera de lugar que hacen que el trato sea a veces vejatorio; desde ponerse doble guante hasta tratarlos de otra forma. El estigma, la discriminación y juzgar al paciente hacen que este nunca se sienta cómodo. La solución partiría de introducir formación en diversidad sexual y de género para que el personal sanitario puedan abordar con normalidad todas las enfermedades que cursan de igual forma que el colectivo heterosexual.

La relación con el paciente LGTBI desde la confianza, el respecto y la igualdad haria que se promoviera otro tipo de consultas; en definitiva, leyes que defiendan los derechos de la población que enferma y aún nota el estigma en las consultas, en las calles y sobre todo cuando su salud se resiente.