
La Guardia Civil imputa un presunto delito contra la salud pública a varios jóvenes tras sorprenderlos vendiendo globos con óxido nitroso en una operación de «vigilancia discreta» en el marco de un festival universitario celebrado en Punta Umbría (Huelva).

Martes, 15 de abril de 2025. La Guardia Civil de Huelva ha anunciado este martes la apertura de diligencias contra dos jóvenes por supuesta venta de óxido nitroso —N²O, conocido coloquialmente como gas de la risa— en el contexto del festival La Punta, que ha congregado a más de 8.000 jóvenes estudiantes universitarios portugueses y españoles en la localidad costera de Punta Umbría (Huelva). Según informa el instituto armado, durante los días del festival se intervinieron cuatro botellas del gas, globos, boquillas y dinero en efectivo en sendas operaciones de “vigilancia discreta a un grupo de jóvenes» y “control de vehículos y ocupantes”. La Benemérita califica los hechos como un presunto “delito contra la salud pública” y advierte sobre los efectos adversos que puede provocar el consumo recreativo de óxido nitroso. En este sentido, la nota incluye un «llamamiento a la ciudadanía, especialmente a los jóvenes», para que se abstenga de adquirir o consumir este gas fuera de los usos permitidos.
Más allá de la advertencia sanitaria —documentada y razonable—, la nota presenta los hechos en términos que sugieren una intervención policial de alto impacto. Pero al revisar el contexto y las características del producto intervenido, surgen dudas razonables sobre si el operativo responde a un problema de salud pública o a una forma de visibilizar control institucional ante un fenómeno difícil de contener. El óxido nitroso, utilizado legalmente en medicina y odontología, está también autorizado como aditivo alimentario (E-942), y puede adquirirse sin restricciones en supermercados, grandes superficies y plataformas de venta on line. El propio Plan Nacional sobre Drogas reconoce su “fácil acceso”, y cualquier persona puede comprar botellas como las intervenidas —de uso alimentario— con entrega en domicilio en 24 horas. No hace falta receta, permiso, ni acreditar ninguna finalidad. Bastan una tarjeta bancaria y un ratón.
La operación se saldó con la incautación de cuatro botellas de óxido nitroso, además de globos, boquillas y dinero en efectivo. La Guardia Civil sostiene que los implicados no pudieron “acreditar la procedencia del gas”, lo que justificaría la actuación policial. Paralelamente, la misma nota incluye un desglose detallado de los posibles efectos adversos para el sistema nervioso, cardiovascular y respiratorio, en línea con lo recogido por el propio Plan Nacional sobre Drogas y diversos estudios médicos sobre los riesgos que conlleva el uso recreativo del gas de la risa.
Lo llamativo del N²O incautado es que se comercializa legalmente, en idénticos formatos y marcas, en tiendas físicas y plataformas online, desde Amazon hasta El Corte Inglés, donde, como muestra la imagen que ilustra esta información, un set de cápsulas individuales cuesta menos de 10 euros. Botellas como las intervenidas pueden adquirirse en formato industrial con indicaciones genéricas para “uso alimentario”. Se trata de productos legales, con su etiquetado correspondiente y número de lote, cuya adquisición no exige justificar la finalidad del uso ni acreditar ninguna condición especial de manejo. Su venta no está sujeta a controles específicos que limiten su -peligroso y alarmante- desvío hacia contextos recreativos.
La contradicción es estructural. Mientras las autoridades sanitarias y policiales alertan de los efectos neurotóxicos del consumo recreativo de este gas —mareos, hipoxia, deficiencias de vitamina B12, daño medular irreversible en casos graves—, el propio Plan Nacional sobre Drogas (PNSD) reconoce la ineficacia de las medidas actuales para controlar su uso. Y señala como principal problema su comercialización libre, su bajo precio y su presentación “aparentemente inocua”, que ha facilitado su popularidad entre menores y jóvenes. Pero no se ha impulsado ninguna iniciativa legislativa efectiva que restrinja su venta ni se han establecido controles de acceso similares a los de otros productos con riesgo para la salud.
Más allá de los elementos incautados, no aparecen indicios de que estemos ante una red organizada ni de que los investigados tuvieran antecedentes penales o vínculos con el tráfico de sustancias prohibidas. Según lo comunicado por la propia Guardia Civil, se trata de una intervención aislada en el contexto de una semana de alta concentración juvenil, en la que se detectó la distribución irregular de un producto legal —aunque empleado de forma indebida— en entornos festivos. El resultado: dos personas investigadas, sin que consten detenciones ni entrada judicial en domicilios o locales.
Cada año, durante el festival universitario La Punta, miles de estudiantes portugueses y españoles acuden a Punta Umbría para pasar varios días de ocio. La localidad se convierte durante esa semana en un escenario festivo masivo, con presencia reforzada de cuerpos policiales y un amplio margen de tolerancia hacia ciertos excesos juveniles. En ese contexto, la vigilancia de zonas de playa y los controles de vehículos son parte del dispositivo habitual. Que entre las intervenciones destacadas se señale la incautación de globos con gas de uso alimentario sugiere más bien una respuesta simbólica, un intento de visibilizar vigilancia institucional ante un fenómeno que desborda a familias, autoridades y entornos educativos.
Llamativo es también el lenguaje empleado por la Guardia Civil en su nota: el óxido nitroso es calificado como “droga de moda”, se alerta sobre “graves riesgos para la salud”, y se subraya que su venta está “totalmente prohibida”, cuando ninguna de esas afirmaciones es, jurídicamente hablando, del todo precisa. El propio Ministerio de Sanidad reconoce que el producto no está fiscalizado ni incluido en la lista de sustancias psicoactivas sujetas a control especial. Y si bien es cierto que su uso recreativo conlleva riesgos documentados, el alarmismo selectivo contrasta con la ausencia de medidas regulatorias eficaces para evitarlo.
Lo que esta intervención pone de relieve no es tanto un delito sofisticado como un vacío legal sostenido en el tiempo. La facilidad con la que se accede al óxido nitroso en el mercado legal —ya sea en cápsulas de repostería o en botellas industriales vendidas como gas alimentario— es sobradamente conocida por las autoridades sanitarias y policiales. No se trata de un fenómeno nuevo ni emergente: informes de 2019 ya advertían de su creciente uso entre menores y adolescentes, y el Plan Nacional sobre Drogas lleva años documentando su expansión sin que se hayan adoptado medidas legislativas significativas.
En este contexto, presentar la incautación de cuatro botellas y algunos globos como un relevante operativo policial contra la “droga del gas de la risa” desdibuja el foco del verdadero desafío: un producto legal, de venta libre, con usos legítimos y riesgos reales cuando se emplea de forma indebida. La nota de prensa de la Benemérita acierta al subrayar estos peligros y al dirigirse directamente a la juventud con un mensaje preventivo. Pero la respuesta institucional sigue sin abordar el problema de fondo: la desprotección normativa ante un consumo extendido, accesible y difícil de vigilar.
La cuestión no es sólo policial. Es social, educativa, política. Mientras el óxido nitroso siga estando al alcance de cualquier persona en grandes superficies y tiendas on line y no exista una regulación que contemple su uso recreativo ni campañas de prevención sistemáticas, los globos seguirán sumando adeptos… al consumo de sustancias.

En España, el óxido nitroso (N₂O) no está clasificado como sustancia estupefaciente ni psicotrópica, por lo que no se encuentra fiscalizado ni sujeto a control penal específico. Su uso está regulado en contextos médicos, odontológicos e industriales, y también está autorizado como aditivo alimentario (E-942). No existe, sin embargo, una normativa específica que restrinja su venta al público general, siquiera a menores, lo que permite su adquisición legal sin necesidad de justificar la finalidad.
Esta situación genera una contradicción: mientras las autoridades sanitarias y policiales alertan sobre los riesgos del consumo recreativo de este gas —mareos, hipoxia, deficiencias de vitamina B12, daño neurológico—, su venta sigue siendo completamente legal y accesible. El Plan Nacional sobre Drogas ha reconocido esta problemática en sucesivos informes, señalando la necesidad de establecer medidas regulatorias que permitan controlar su uso indebido.
Ahora bien, cuando el producto es manipulado o dosificado para consumo directo en contextos recreativos, como ha documentado la Guardia Civil en este caso —venta de globos ya inflados con N₂O, ofrecidos en fiestas multitudinarias—, la interpretación penal cambia. En ese escenario, podría aplicarse el artículo 363.4 del Código Penal, que castiga con penas de uno a cuatro años de prisión y multa a quienes elaboren o comercien con productos no autorizados y perjudiciales para la salud.
No se trataría, por tanto, de castigar la mera tenencia o compra del gas en sus formatos legales, sino su manipulación para un uso recreativo no autorizado, fuera de cualquier control sanitario y sin garantías sobre su administración segura. Esa conducta —según cómo se acredite y qué consecuencias tenga— podría ser interpretada como un delito contra la salud pública. En casos extremos, si se produce daño efectivo, incluso podrían explorarse otras figuras penales como el delito de lesiones por imprudencia (art. 152 CP).
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