

Martes, 6 de mayo de 2025. Conocí años ha a Pepelu trabajando en el Mediamarkt de Santa Justa, y después en el Gino’s del centro comercial de Sevilla Este.
Luego, tras ese breve paso por el infierno laboral de los obreros, pasó desde las Nuevas Generaciones del PP a la nómina pública en 2011. Es decir, a intentar vivir de la política hasta que se jubile. Precisamente, uno de los concejales del equipo del alcalde José Luis Sanz que entró como asesor de Soledad Becerril, se va a jubilar con la jugosa nómina del que ha sido político. Eso sí, dice que trabajó, por allá, en el principio de los tiempos, como abogado de USO. Los currículos de esta gente están llenos de agujeros negros. Enormes agujeros de gusano que recorren el universo de la política. Es la radiografía del profesional, del que, si lo apartas de la política, no sabe de qué va a vivir ni de qué va a comer.
Que un absoluto mindundi de la política bloquee a los ciudadanos que critican su gestión, que solo opinan, en exclusiva crítica pura, de la gestión de su cargo público, nos habla del despotismo con que viven esta generación de ninis del PP a día de hoy, pero que, sin embargo, por obra del cargo, se creen que son un César de la antigua Roma, que no quieren críticas y solo halagos públicos, deja bien claro que los cachorros del PP de hoy han sido entrenados y criados para aborrecer el vil trabajo de los tiesos de la nómina y del salvaje mercado laboral, para ser exclusivos funcionarios de una élite a dedo que solo nacen, crecen y viven de la política. Funcionarios que van practicando el noble arte de la postración y la genuflexión ante el jefe elegido o impuesto a dedo del partido. Al que, con el tiempo, siempre suelen traicionar, como aquel al que la historia llamó Iscariote, ante la llegada de un nuevo jefe al solio provincial o local. Ya le pasó en sus carnes a Zoido, al que nunca quisieron, sufrir todas las conjuras y las intrigas habidas y por haber del aparato de los ninis de su partido, con Beltrán a la cabeza, y de todos estos pobres siervos de la gleba de la política que iban detrás del flautista político mendigando un trozo de pan para comer cuando defenestraron al primero.
La postración como forma de vida política
El PP se hizo en Andalucía partido municipalista cuando Arenas construyó un modelo político basado en fieles lealtades y en los que todos de los que se rodeaba en su círculo interno debían vivir de una nómina del partido. Una especie de despotismo partidista donde no había cabida a las corrientes ni a los versos sueltos dentro del partido. Los he visto cambiarse de equipo y de camiseta con la rapidez del correcaminos. Sin mover un músculo. Son todos ellos, esos que llegaban a los congresos preguntando «¿quiénes son los que hemos ganado?». Sin inmutarse, hieráticos todos. Son los que salen de las asambleas y los congresos con las banderas y las gorras del líder que ha impuesto el aparato, negando siempre al anterior amo, practicando el anatema más pérfido de la política y mandándolo, una vez que ya no es nada, a la famosa venta que hay por aquí en Andalucía. El nuevo régimen los acoge a todos como si fueran una nueva secta y les da de comer, y con la comida, ya saben, no se juega.
Luego llega la mesa de camilla de las listas y el reparto de cargos y canonjías. Y todos esperan su fumata blanca entregando su cuerpo y su alma al partido. Y si está dividido el cónclave, apuestan siempre por el caballo ganador, el que da acceso a la nómina pública con la que vivir todos los años que sea preciso. Hay que huir del trabajo, ya que desconocen saber qué es un trabajo fijo, porque, en una de estas vueltas de la política, te quedas con la brocha en la mano y, en lo peor, sin sitio donde volver para manducar. Por eso, la máxima hoy es que todos los que están dependan de la nómina del partido. Hay que ser dóciles porque te quedas sin comer ante el menor encontronazo con el conde duque que esté en ese momento gobernando el partido. Y practicar la postración infinita mientras se alaba al líder absoluto es lo que te da de comer.
El principio del todo y del uno
Zoido se convirtió, desde su llegada a la alcaldía, en un fraude electoral para sus votantes y electores de Sevilla. La nada y la palabra vacía eran sinónimos de inoperancia, y del día a día de su gestión en una ciudad de Sevilla que se hizo, poco a poco, melancólica.
Las conspiraciones del partido presidían todas las agendas. La luz se hizo verbo en la conspiración andaluza en la imagen de Zoido y José Luis Sanz en el balcón de la basílica de la Macarena en Semana Santa junto a María Dolores de Cospedal la larga noche de aquel Jueves Santo en Sevilla, que pronosticaba el fin del arenismo y de los arenistas en Andalucía. Se iba creando un poso donde todos los damnificados de Arenas fueron creciendo y agigantándose. Luego vino el dedazo de Rajoy en Andalucía. José Luis Sanz -por la gracia de Cospedal-, que tenía medio firmado el contrato de nuevo presidente del partido en Andalucía en sustitución de Zoido y, por ende, candidato a presidir la Junta de Andalucía, fue en ese momento defenestrado sin contemplaciones desde Madrid.
Fue en Toledo cuando Cospedal, a puerta cerrada, firmó y selló la sucesión de Zoido y nombró a Sanz, José Luis, candidato del partido a la presidencia de la Junta de Andalucía. Sanz llamó a los presidentes provinciales para comer y lanzarles la buena nueva de que iba a ser coronado. Un chivatazo a Arenas y este movió los hilos que aun le quedaban en las manos con Mariano y Sáenz de Santamaría y todo el plan del nombramiento se le estropeó. Mariano había elegido nuevo príncipe, a un tal Moreno Bonilla, y lo cogió a contrapié. Era la época en que Bendodo y el otro Sanz, Antonio, conspiraban juntos en el Campo de Gibraltar.
Los enemigos dentro del partido de Arenas, los de Zoido, fueron despojados de los cargos y de todos los títulos por la gracia de un Rajoy que eligió a un desconocido para dirigir el PP en Andalucía. Lo primero que hizo Moreno Bonilla fue llamar a los presidentes provinciales para la obligada sumisión al aparato. ¡¡Yo soy el elegido y el ungido por el óleo de Madrid!!, les gritó a todos en tono solemne, o estáis conmigo o contra mí, y eso significa el paro y el frío que hace fuera del partido. Arenas ganaba a Cospedal y José Luis Sanz fue el gran derrotado. Pero esta guardó la memoria de los hechos y apuntó todos los nombres, al estilo de la vieja libreta de Pepe Caballos, para vengarse en el último congreso nacional que eligió a Casado de todos ellos. Que después, sorpresivamente, también fue defenestrado. Vidas paralelas, que escribiría Plutarco.
Asalto al partido en Sevilla
Sanz, José Luis, que por aquel tenía entonces medio cuerpo fuera de lo orgánico de su partido, le echó de nuevo el ojo al PP de Sevilla, en el que ya había ejercido de presidente, para tener una silla institucional que lo respaldase, esperando que el tiempo le cerrara las heridas y taponara la enorme hemorragia y espantoso ridículo que había sufrido. Parecía entonces que era el Forrest Gump de la política de Sevilla. Se le había quedado una cara de tonto desde su expulsión del PP regional y candidato a presidir la Junta de Andalucía. Menos mal que su Zoido del alma controlaba algo de Sevilla, porque tenía el paso tan cambiado que su estela política por aquel entonces se había apagado a palos.
Desde lo inorgánico, se fue reconstruyendo de nuevo, órgano a órgano. Había aguantado vivo todas aquellas puñaladas que da la vida en el partido. Se había convertido en el príncipe Segismundo de La vida es sueño y vivía solo y aislado en la cueva oscura y fría en que se había convertido Sevilla. Desde ahí empezó a construir una bolita con los pocos soldados que le quedaban para tener un nuevo destino. Había dejado a Juan Bueno en aquel entonces la presidencia de Sevilla por orden de la entonces todopoderosa Cospedal.
Candidato a la alcaldía de Sevilla
Pasaron los años de ostracismo en la carísima prisión que fue la alcaldía de Tomares, mientras Arenas esperó paciente su venganza política y se hizo crítico dentro de su propio partido. Y empezó una guerra de guerrillas por los pueblos y por la capital. Había de derrotar a Cospedal con la fuerza de las urnas, había que derrocar a Juan Bueno y acabar con Zoido. Finalmente no hubo el consenso exigido desde Génova. Una tal Virginia Pérez -que venía del PP regional- no se integraría en la lista y, tras una encarnizada lucha, ganó por tan solo 24 votos en una votación cuerpo a cuerpo, la presidencia del PP en Sevilla frente al candidato de Cospedal y Zoido. Pero, en cambio, salió entonces Beltrán de candidato a la alcaldía. Habían entregado la cabeza del Bautista Zoido y vendido su hidalguía todos por un plato de lentejas. Pero este pronto terminó sus días en el Ayuntamiento cuando se enfrentó con Virginia en el siguiente congreso provincial de su partido.
Sanz, José Luis, libre y escarmentado ya del poder orgánico, concursó dentro del partido para ocupar la plaza de candidato a la alcaldía de Sevilla tras la muerte total en política de Beltrán Pérez. La otra Pérez, Virginia, ya había lanzado el globo sonda de que el otro Sanz, José Luis, sería el candidato a la alcaldía. Esos días, Moreno Bonilla, ejerciendo de Marqués de La Fayette paseó por la calles de Sevilla presentando, a cara perro, a Sanz, para decirle al mundo que lo señalaba con el dedo, que lo ungía con el óleo santo del partido. La cara de Moreno Bonilla era más una elegía a un difunto que la de una boda que dura de celebración tres días. Sanz tenía, en cambio, la cara de que era él y no otro, el que va a ser la cabeza de lista por el PP a la alcaldía Sevilla. Sanz dejó de ser alcalde de Tomares para hacerse senador, no de Roma, sino de Andalucía, porque conservaba así una nómina para comer y para hacer campaña por Sevilla. De cargo en cargo por la gracia de Moreno Bonilla.
Pepelu estaba en todas las salsas
Desde aquellos lejanos años en los que Zoido llegó a alcalde, nuestro Pepelu estaba en todas las salsas, conspiraciones y juramentos junto a las tapias del Ayuntamiento. Fue el más zoidista de todos, Proclamó su amor y lealtad al tribuno de la plebe Zoido en las escalinatas del Senado de la plaza de San Fernando. Se tatuó Amor de Zoido en las partes no visibles de la piel, pero con henna, para que nunca esa tinta y ese nombre fueran permanentes, y la próxima lluvia del cambio de líder no dejara huella alguna ni de nombres ni de fechas. Desde el Polígono Sur levantaba las banderas de la defenestración de Juan Ignacio y se pasó a la fila de los entonces Beltranejos cuando olieron la tostada que preparaba Arenas con manteca colorá. Allí estaban las futuras nóminas con las que pagar las hipotecas y llenar de yogures las neveras.
Pero Beltrán perdió y dejó de concejales al PP en Sevilla como en la década de los 80. Un retroceso histórico. El hundimiento, además, fue contra el segundo mandato de Juan Espadas, el futuro candidato a la Junta. Y a Beltrán, tras la guerra provincial, la entonces presidenta Verónica Pérez le enseñó la puerta de salida, pero la puerta de detrás, por donde salen los perdedores de verdad, a lo Terencio Varrón, y se quedó sin nómina pública ni ínsula en la que gobernar. Y todos los que estaban en su equipo, Pepelu incluido, de la noche a la mañana se tiraron en los brazos del nuevo candidato a dedo, de Sanz, José Luis, el de Tomares, el único que aseguraba la nómina del partido. Ya estaba en la mesa de camilla y en las filas que, desde Zoido, forman parte del Ayuntamiento de Sevilla.
¿Es lícito bloquear a los ciudadanos desde cuentas que son públicas?
Los aduladores solo quieren escuchar ramos de flores a su gestión, aunque sea desastrosa. Como los césares de Roma gustan solo rodearse de gente halagadora y lisonjera y persiguen hasta el fin de los días a los críticos con su gestión. Estos nerones y calígulas de hoy representan la antipolítica, lo que quieren es poner un foso entre los ciudadanos y sus cargos y privilegios. Huyen de la masa y se refugian en los comeorejas. En ese terreno donde las metáforas no existen y la realidad se niega y se esconde con extrema crueldad. Entonces ejercen el poder que les dio el pueblo en las urnas para bloquearlos, para no escuchar la crítica democrática.
La justicia está fallando en contra de lo que considera abusos de poder y vulneración del ordenamiento jurídico. Recientemente publicaba la abogada y profesora de Derecho Civil Verónica del Carpio el artículo titulado Qué pasa si un cargo público o una institución bloquea a un usuario en una red social: Estados Unidos y Francia. En dicho artículo se acredita que, en Estados Unidos y en Francia, ya hay resoluciones sobre este tipo de casos, que son de gran interés porque sus fundamentos serían aplicables al caso objeto de este artículo. En el caso de Francia, incluso se invoca el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
Las cuentas de los cargos públicos
Muchos de esos cargos públicos alegan que se trata de cuentas personales que no son institucionales. Pero ningún juez en su sano juicio se tragaría ese burdo pretexto, como tampoco lo haría un ciudadano que analice con objetividad los hechos: no es suficiente con decir en el perfil de la cuenta (Twitter, Facebook, etc.) que se trata de una cuenta particular, sino que hay que acudir al contenido de las publicaciones para deducir el carácter institucional o no de la cuenta. Y en este caso lo es, ya que lo usa para difundir gestión del Ayuntamiento de Sevilla desde su cargo público.
Como manifiesta Sergio Carrasco (ingeniero de Telecomunicaciones, informático, politólogo y licenciado en Derecho, especializado en Derecho de la Sociedad de la Información, Derecho Civil y Derecho Público) en su artículo ¿Puede una Administración Pública bloquearme en Twitter?, la duda no se plantea con las cuentas institucionales que nunca deberían bloquear a un ciudadano salvo en casos tasados legalmente y mediante una resolución del órgano competente, sino que se plantea en las supuestas cuentas particulares del cargo público.
Con acierto, explica que, «por mucho que se utilice el nombre e imagen de una persona o la cuenta sea previa al nombramiento en el puesto, la cuenta de un cargo superior de este tipo debe presuponerse institucional, salvo que del contenido que haga público a través de la cuenta se pueda entender lo contrario«. Efectivamente, aunque la cuenta fuera anteriormente personal, ha obtenido de forma sobrevenida dicho carácter institucional si el cargo utiliza esa cuenta para publicitar sus acciones como cargo público. Algunos incluso ponen en el perfil el cargo institucional que ocupan y del que se prevalecen para conseguir seguidores entre la ciudadanía.
Es decir, «deberá tenerse en cuenta que el alcance de la cuenta ha trascendido su uso particular y que, particularmente si es utilizada principalmente para dar publicidad a sus actuaciones institucionales, debe ser considerada un canal institucional más«. Pues bien, esto es lo que ocurre a la cuenta en la red X del concejal José Luís García, Pepelu. Desde que la usa de forma institucional no puede bloquear a los ciudadanos que opinan y expresan sus opiniones en libertad, porque el hecho de bloquear a los ciudadanos tienen un fin último, y es que lo que se persigue con esto es cercenar la libertad de expresión, uno de los pilares de la democracia y del Estado de Derecho.
Antonio Barreda es editor de ellibre.es
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