Parece que el susto ha pasado y que la economía del planeta tiene unas perspectivas más optimistas de cara al ejercicio que viene. El ciclo de contracción de la economía global quedó atrás y todo indica que el comenzó que en el primer trimestre de 2018, cuando el impacto del conflicto “comercial” entre EE.UU. y China sumergió al sistema en una honda incertidumbre, empieza a ser historia.
Ahora, el acuerdo Trump y Xi Jinping que se suscribe en EE.UU. y que se realiza en dos “fases”, reafirma la supremacía estratégica norteamericana, reconocida por China; y de esta manera cierra el conflicto en que se decide el poder del mundo en el siglo XXI, centrado en las tecnologías de avanzada de la nueva revolución industrial, ante todo la “Inteligencia artificial”.
Este acontecimiento, trae al mundo una tremenda certidumbre, que clausura el ciclo contractivo/recesivo de la economía global de los últimos 18 meses. El Índice JP Morgan (JP Morgan Global Index/2019) trepó en octubre a 50.3, y mostró un alza de más de 1 punto respecto a tres meses atrás; y el índice de inversiones en capital, tras haber alcanzado el menor nivel de la década en el tercer trimestre de 2018 (48%) aumentó más de 1 punto porcentual en 2019.
El índice de gastos en inversión de capital es particularmente relevante respecto a la manufactura global, que se hundió en un periodo hondamente recesivo el último año, al ser directamente golpeada por el “shock” de incertidumbre desatado por el choque EE.UU./China, que suspendió más de un año las decisiones de inversión de la manufactura mundial.
Lo decisivo es que el índice global instantáneo, que mide al “instante” la expansión global y abarca a la manufactura y los servicios, experimentó un alza de 3% anual en octubre, que medido en términos reales fue 5% en el año, similar a los 3 años posteriores a 2015.
La economía estadounidense, la mayor del mundo, está funcionando a plena capacidad (85% del total). Es un proceso “superintensivo” según la Reserva Federal, con todos los cilindros desplegados de los factores de la producción. Este auge excepcional depende ahora de un solo factor que es el nivel de inversión, el mayor de su historia. Según el FMI, la tasa de inversión en EE.UU absorbió 1.6% del PIB entre 2017 y 2018; y esto como parte de la masa de capitales que recibió EE.UU en este periodo: 11 billones de dólares entre 2017, 2018 y los 6 primeros meses de 2019. Más de 2/3 de este aluvión se volcó a Wall Street, y desató un boom accionario que es incluso superior a los que experimentó EE.UU. en la década del ´20 y los años posteriores a la segunda Guerra Mundial.
Standard & Poor´s 500 (S&P500) aumentó más de 20 puntos en los últimos 6 meses, y sobrepasó 3.000 puntos, récord absoluto, en tanto el Dow Jones Industrial trepó a 26.996 puntos, y el Nasdaq (high tech) alcanzó a 8.170 puntos.
El auge excepcional de EE.UU en los últimos 3 años es obra directa del recorte de impuestos dispuesto por Donald Trump y el Congreso republicano en 2017, que implicó una drástica reducción del tributo corporativo a las ganancias, que pasó de 35% a 21%, y acarreó una mejora en el retorno de las empresas norteamericanas y las trasnacionales radicadas allí de más de 30%.
A esto hay que agregar el descuento de toda inversión en bienes de capital que se realizara en el primer año posterior al nuevo régimen impositivo, y esto desató un fenomenal boom de inversiones en maquinarias y bienes de equipo, todos de última generación tecnológica.
Esto sucede cuando el consumo individual, que representa 70% del PIB estadounidense, aumentó 4.7% anual en los últimos 3 años, con una desocupación de 3.6%, la menor en 6 décadas; y salarios reales que se incrementan 3.5% anual, la tasa más alta de los últimos 10 años. El Índice Bloomberg, que combina salarios reales con valores accionarios, se encuentra en el mayor nivel desde 1999.
China, la segunda economía del mundo, es responsable del 35% del crecimiento global en los últimos 10 años (EE.UU. del 15%); y se ha volcado al consumo doméstico a partir de 2008, que responde por 98% de la expansión del producto en 2019 (6% anual en el tercer trimestre).
El boom de consumo de la República Popular (6.9 billones de dólares en 2019) se fundamenta en una economía digital que cubriría 40% del PIB en 2020, en la que tramita la nueva revolución industrial, informatización completa de la manufactura y los servicios, a través de la “Inteligencia artificial”, la Internet de las Cosas, y la robotización.
En el núcleo de los acontecimientos mundiales de 2019 existe el hecho de que China disputa con EE.UU .la primacía en el dominio de las tecnologías de avanzada del siglo XXI a través de la economía digital, en especial la decisiva y fundamental: la “Inteligencia artificial”.
Esta inmensa maquinaria de alta tecnología cibernética que encabezan y disputan EE.UU. y la República Popular es la que, tras el acuerdo Donald Trump y Xi Jinping que se sella en ahora en noviembre, arrastra al mundo más allá de la crisis de incertidumbre provocada por la puja entre las 2 superpotencias, y vuelve a establecer una tasa de crecimiento global de 5% anual, medida en capacidad de compra doméstica (PPP), similar a la que tenía hasta el primer trimestre de 2018.
Un factor decisivo en la calma que se parece respirar en las últimas semanas. En lo doméstico la inmediata formación de un gobierno lo más estable posible infundirá confianza y empezará a funcionar al mando de Calviño, lo,que es muy bien acogido en Europa. Parece que pinta bien o menos mal de lo que pensábamos hace escasas semanas.
Francisco Villanueva Navas, analista financiero de La Mar de Onuba es economista y periodista financiero En Twitter: @FranciscoVill87
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