
Alejandro Delmás Infante
Ya se han mantenido las primera reuniones y podría salir a la venta en edición facsímil limitada.
En 1930, Infante no pudo asistir al Congreso de los Pueblos Sin Estado celebrado en Delhi (India), pero sí logró enviar un texto que allí leyó el poeta Abel Gudray que comenzaba así: “ La revolución india es un mero episodio de la gran batalla. Las agitaciones de África lo son también. ¡Desengañaos! Nada conseguirán los pueblos esclavizados de Afro-Asia mientras que el despertar no venga a abrir los ojos, en la tierra sagrada de España, de nuestra cabeza, Andalucía. ¿Qué nos queda del Islam? Nos queda del Islam el sentimiento de poder de Allah y su equilibrio. El Islam no es solo espiritualidad, es también movimiento. Vivir no es solamente una idea, sino un conocimiento, y este conocimiento es nuestra experiencia de Al-Andalus en su época de esplendor”. El texto leído en Delhi continuaba con frases tales como… “El Profeta de nuestros antepasados de Al-Andalus, que, como todos los profetas, será nuestro Profeta…”
Pasando sobre innumerables anotaciones manuscritas del Padre de la Patria Andaluza, se llega al Versículo 177 del Capítulo III (La Familia de Imrán), que ahí se escritura como “magnifico”: “Él ha oído la voz de los que han dicho: ‘Dios es pobre y nosotros somos ricos”. En el Capítulo VIII, El Botín, llega una de las anotaciones más importantes, entre las aleias 59-62, que se refieren a los suplicios para el “infiel” (“… que no crea poderse sustraer a la venganza divina… aterroriza con sus suplicios a los que lo sigan… el Señor odia a los tramposos”) o para “aquellos de quienes temes el fraude”. Ahí es donde Infante comenta, con trazos enérgicos al margen, en lapicero rosa… “Un Código religioso, para ser generalmente aceptado, ha de de contener prescripciones para todos los gustos”.
En la apasionante navegación del Korán de Blas Infante Pérez se llega a una nota manuscrita a lápiz, al dorso de una cuartilla con signos en idioma esperanto (que Infante dominaba), con la anotación “Se ruega la entrega” y una firma en la que se reconoce claramente el apellido Morales: casi con certeza, Morales sería el librero al que se le adquirió el ejemplar, que se trataría, en aquellos tiempos, de una compra expresamente solicitada. En esa época, años 20 del Siglo XX, Blas Infante vivía su camino islamista (Din) con bastante discreción, aunque interpretaba la vida, la religión y el mismo Islam como un constante ‘movimiento’: Movado, en esperanto, la marca del reloj que usaba Infante y que le fue devuelto a la familia después de su fusilamiento, en ese funesto mes de agosto de 1936.
Justo al reverso de esa nota del librero, Blas Infante garabatea unos signos alfabéticos en este ignoto idioma esperanto, que él dominaba sin problemas.Al final de la página 304 y del capítulo XVI (Las Abejas), Infante acota: “En todos nace la criatura nueva. Aquellos en quienes permanece, estos son los elegidos”. Expertos musulmanes consideran esta última nota de la página 304 como de extraordinario valor, en orden a corroborar los fundamentos musulmanes de los principios religiosos y vitales de Blas Infante.
No cabe extenderse mucho más ni formular opiniones de valor. El final del recorrido vital del hombre que viajó a Agmat y que tanto anotaba en su Korán editado en París sobrevino en la madrugada del 11 de agosto de 1936, pasado por las armas de de un pelotón de sicarios. Dios, Allah o el Profeta sabrán dónde acabó el cadáver de Blas Infante Pérez, que dejó viuda a Angustias García Parias. Si ese cadáver terminó o no en la fosa común del Cementerio de Sevilla, he aquí que la Junta de Andalucía va a invertir unos 700.000 euros en averiguarlo. Como aquí no toca esa frase de Jesús que se cita en el Evangelio de San Mateo (8:22)… “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”… sea entonces en el Nombre de Dios, Clemente y Misericordioso… que el Korán de Blas Infante vuelva a la luz: precisamente, en Andalucía.
Alejandro Delmás Infante Andaluz y Periodista.
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