Narcisismo patológico: la aparente normalidad del que se adora a sí mismo

EL narciso no se reconoce a simple vista; quizá por su conducta podamos atisbar en alguna ocasión que algo está pasando. Personas impacientes, impulsivas, envidiosas e inseguras que son capaces de aniquilar al prójimo en un segundo.

La exploración de los casos con trastorno antisocial de la personalidad muestra que los síntomas de este trastorno estan presentes en la infancia y se confunden con el trastorno narcisista que debuta más adelante. Este trastorno que se incluye en el DSM-IV se enmarca en categorías distintas, que van desde los trastornos de conducta propios de la infancia hasta el trastorno antisocial diagnosticado en la edad adulta.

Esa incapacidad y falta de voluntad para reconocer los sentimientos de los demás les lleva a monopolizar conversaciones, a mirar con desdén al interlocutor porque siempre están en posesión de la verdad. Personas que se autodestruyen porque en la compulsión notan que con drogas, alcohol o tabaco son los reyes de la escena que potencia, si cabe sus características.

Mientras que la psicopatía se asocia estrechamente con la impulsividad disfuncional,  el narcisismo se relaciona con la impulsividad funcional. Parece que la impulsividad narcisista implica una participación social más arriesgada, mientras que la impulsividad psicopática se deriva de una baja autorregulación.

Las manifestaciones típicas del trastorno narcisista presentan falta de tolerancia a la ansiedad, falta de control de impulsos, son personas con fracasos en su profesión, así como en las relaciones de pareja poco duraderas. En este mismo nivel, están también los casos con patología narcisista con semejanzas con los pacientes con trastorno antisocial, situándoles en un pronóstico parecido al de la personalidad límite (Border Line).

Niños que no han conformado su identidad, con una baja autoestima; infantes que se han tenido que enfrentar a su madre generalmente, esta que les adoraba hasta el extremo y que nunca les ha dado un no por respuesta. Faltos de afectos y con tendencia a la paranoia y a la manipulación llegan a ser el terror en la escuela, en el trabajo, en su entorno más cercano. Tanto por exceso como por defecto, las relaciones entre estos niños y sus padres nunca fueron buenas, desde el exceso de devoción hasta el exceso de críticas, el menor no puede manejar los tiempos y las palabras y les lleva a ser tiranos. Estos que llegan a ser prepotentes  desde la adolescencia, se convierten en un yo perfecto; ese que a pesar de no tener estudios necesita una admiración constante, excesiva, exagerada quizá, incluso aunque sin logros se deba justificar.

Esas fantasías que se anidan en su pensamiento les lleva a proyectar una vida irreal en donde fabulan y se creen alguien especial, bien por su poder, bien por su belleza, bien por el dinero que manejan, bien por su grandilocuencia. Su superioridad falsa les conduce a relacionarse solamente con personas que les potencie ese yo y se alejan de lo mediocre porque consideran que les resta cualificación.

Su envidia llega a monopolizar su vida porque siempre quieren más y nunca se sienten satisfechos, de ahí que sean impacientes, impulsivos en sus actos y tengan facilidad para ofenderse constantemente. Su ira además, les lleva a hacer actos que de forma singular les conduce a la agresividad tanto física como verbal y su falso temperamento porque realmente son débiles, les hace sentirse deprimidos cuando la escena ya ha pasado.

Estas personas no tienen aparentes problemas cuando los conocemos y por ello nunca buscan ayuda profesional; quizá cuando se adentran en el mundo de la autodestrucción aunque no reconozcan que su tristeza, su falta de empatía y su depresión latente, les lleva a abusar de alcohol y por tanto, el terapeuta les haga razonar que el origen de todo es su narcisismo. 

Este trastorno de la personalidad que afecta más a los varones que a las hembras, comienza en la segunda década de la vida pero se acentúa en la tercera de manera exagerada. La crianza sobreprotectora o negligente les lleva a ser jóvenes marcados que tendrán problemas en los estudios, personas carentes de amigos y de relaciones sociales insanas, acusan pensamientos y conductas suicidas que no reconocen porque viven en una permanente angustia emocional que no saben afrontar ni en los conflictos de la propia vida ni en los extraordinarios.

INDIVIDUOS QUE EN DEFINITIVA TIENEN COMPORTAMIENTOS QUE NO SON HABITUALES QUE LES LLEVA A LA AUTODESTRUCCIÓN.

Su permanente sentimiento de vacío y aburrimiento crónico, les lleva a tener estímulos bruscos que pasan por actividades y situaciones carentes de coherencia; desde la ludopatía pasando por las drogas, el exhibicionismo, comportamientos promiscuos y respuestas paranoides que llegan a descolocar a las personas de su entorno. En los casos agudos los pacientes llegan a experimentar brotes psicóticos que los atenúan con grandes cantidades de alcohol.

Buscar ayuda profesional pasa por ser la solución aunque esta no siempre aceptada porque se percibe como un insulto a la autoestima; llegan a tener envidia del terapeuta consciente o inconsciente con lo cual ellos perciben de sí mismos que no tienen nada que hacer porque no padecen nada explícito, en todo caso, alguna adicción que si llegan a reconocer.

El aprendizaje a la hora de comunicarse con el entorno y a afrontar los conflictos de la vida en general y de las relaciones sociales en particular, puede ser el comienzo del cambio y sobre todo, para protegerle de un futuro nada halagüeño en cuanto a la autodestrucción se refiere.

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