La función de Fausto de la noche del sábado 6 de octubre de 2018 en el Teatro Real de Madrid estuvo dedicada a Montserrat Caballé, la soprano que tantas emociones regaló a Madrid a lo largo de su carrera, tanto en el Teatro Real, que le dedicó un último homenaje en una gran gala que tuvo lugar el 9 de diciembre de 2014, como en el Teatro de la Zarzuela.
En Madrid, Montserrat Caballé debutó en 1967 con La Traviata y Manon Lescaut. En esta última compartió escenario y protagonismo con Alfredo Kraus. Posteriormente, en el Teatro de la Zarzuela protagonizó las interpretaciones de grandes roles de su repertorio: La Elisabetta de Robert Devereux, la Cio-Cio-San de Madame Butterfly, Adriana Lecouvreur, Maria Stuarda, Leonora, Semiramide, Ermione, la Maddalena de Andrea Chénier, la Silvana de La fiamma de Ottorino Respighi, la Elisabetta de Don Carlo, la reina protagonista de Sancia di Castiglia de Donizetti, uno de sus compositores favoritos, no solo como intérprete, también como investigadora y divulgadora.
El público de Madrid ha tenido el privilegio de escuchar algunas de sus raras incursiones en el repertorio germánico en su interpretación de Salomé de Richard Strauss, e Isolda y Sieglinde de Richard Wagner.
Dio sus primeros pasos en el Teatro Fortuny de Reus y en la compañía del Teatro Municipal de Basilea. Fue contratada por la ópera de Bremen a partir de 1960, pero el gran detonante de su carrera internacional fue aquella sustitución de Marilyn Horne en el Carnegie Hall de Nueva York como la Lucrezia Borgia, de Donizetti, donde al final de la primera aria recibió aplausos durante ¡25 minutos! y la felicitación calurosa de la propia Marilyn Horne, quien desde entonces fue su amiga.
A partir de ese momento, los teatros de ópera de Europa y Estados Unidos se abrieron para ella: La Scala de Milán, el Metropolitan Opera House de Nueva York, la Staatsoper de Viena, la Royal Opera House de Londres, la Ópera de París, el Liceu de Barcelona, el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el Bolshoi de Moscú, el Teatro Colón de Buenos Aires, las óperas de san Francisco, Hamburgo, Munich, los festivales de Salzburgo, Aix-en-Provence, Orange, Glyndebourne, Pesaro y Verona.
El repertorio de Montserrat Caballé es enorme. Protagonizó cerca de noventa papeles operísticos. En su tesitura no tuvo rival en el mundo de la lírica. En su catálogo discográfico hay más de ochenta títulos, de los que la mitad son óperas completas.
Gracias a su afán investigador, muchas óperas olvidadas o casi desconocidas son hoy títulos frecuentes en los escenarios operísticos. Algunos ejemplos son Armide de Glück, Les Danaïdes de Antonio Salieri, Saffo de Pacini, La Vestale y Agnese di Hohenstaufen de Spontini, Herodíade de Massenet, Medea y Démophon de Cherubini, Ermione y El viaggio a Reims de Rossini, Sancia di Castiglia de Donizetti y La Fiamma de Respighi.
Es conocido y reconocido su interés por estudiar las obras en ediciones fácsimil, para poder apreciar todas las notas del compositor.
Entre sus numerosos premios y condecoraciones figura la Orden de Isabel la Católica, Commandeur des Arts et des Lettres de Francia, Académica de Honor y Medalla de Oro de la Academia de las Letras, Ciencias y Artes de Italia. Además, desde 1974 fue Embajadora de Buena Voluntad de Naciones Unidas.
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