
En el 40 aniversario del cierre de La Noticia de Huelva, este especial recupera la memoria de un periódico y una ciudad y provincia, Huelva, que, durante los años 1984 y 1985, fue contada con una lucidez y una libertad pocas veces vistas en la prensa local andaluza. Esta segunda entrega no se detiene en el cierre del diario —que ya tratamos en la primera pieza—, abunda en lo que logró contar mientras existió. A través de sus portadas, reportajes y entrevistas, La Noticia ofreció un retrato directo, incómodo y necesario de la sociedad onubense de entonces. Lo que sigue es una muestra de ese periodismo: concreto, valiente, sin concesiones.
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La Noticia de Huelva, 40 años después: memoria breve de un sueño editorial
Martes, 29 de abril de 2018. Desde el principio, La Noticia de Huelva no pretendió ser solo un periódico. Fue un lugar donde mirar con más precisión —y a veces con más crudeza— lo que pasaba en la provincia. Una publicación sin herencia empresarial ni obediencia institucional, que quiso hablar claro cuando otros (como ahora) apenas traducían la voz oficial. En ese intento breve pero intenso por ofrecer una mirada propia, dejó trazado un retrato de la sociedad onubense que no responde a una secuencia cronológica, sino a un mapa humano: de trabajo, dolor, fiesta, violencia, poder y supervivencia.
En septiembre de 1984, el periódico ya documentaba sin tapujos los conflictos sociales en torno al Plan de Empleo Rural. La detención de nueve sindicalistas de Comisiones Obreras en la sede de la Gobernación Civil, tras intentar entregar una protesta por la exclusión de los sindicatos en el reparto de fondos, fue cubierta en todos sus detalles. Se citaban los nombres, se recogían las acusaciones, se informaba de las cifras. La crítica no se sugería, se mostraba.
También en ese otoño, el periódico dio espacio a lo simbólico. El 29 de septiembre de 1984, dedicó su portada al sepelio de Francisco Rivera “Paquirri”, convirtiendo su muerte en noticia de apertura por su dimensión mediática y reflejo del peso de la cultura taurina —y de sus rituales públicos de duelo— en la identidad colectiva de la Andalucía de aquellos años.
Un mes después, el 24 de octubre, La Noticia informaba en portada de la intención de una sociedad germano-árabe de invertir 200.000 millones de pesetas en Isla Canela. El titular no se perdía en grandilocuencias: nombraba los actores, citaba las cifras, mencionaba a la Junta de Andalucía y al gobierno argelino. Era una forma de contar la transformación del territorio antes de que llegara: cuando aún cabía preguntarse qué supondría aquello para los habitantes de Ayamonte.
El 15 de agosto de ese año, otro titular de portada había roto el ritmo estival. El rescate con vida de Pedro López Beltrán, segundo y último superviviente del naufragio del Islamar III, era una noticia de enorme carga emocional. El periódico informaba del hallazgo, del estado del rescatado, del telegrama de pésame enviado por los Reyes, y del dolor que seguía concentrado en Isla Cristina. La imagen mostraba a los familiares, sentados, destruidos. No hacía falta más.
A comienzos de 1985, la violencia volvió a estar presente. El 7 de enero, el pescador Juan Flores fue abatido por la Guardia Fiscal portuguesa en aguas del Guadiana. Al día siguiente, Ayamonte paralizó su actividad por completo. La cobertura de La Noticia del paro general, del traslado del cuerpo, de la suspensión del transbordador y del silencio oficial no buscaba generar tensión: narraba los hechos con la sobriedad que merecen las tragedias reales.
El 8 de marzo, Huelva salió a la calle para protestar contra la contaminación. La manifestación fue masiva, transversal, sostenida por barrios, colectivos vecinales y personas sin filiación política. El manifiesto fue leído por un periodista de La Noticia, en la Plaza de las Monjas. Esa portada, que mostraba una ciudad levantándose contra el envenenamiento de su entorno, es una de las más contundentes que se imprimieron en la prensa andaluza de entonces.
El 7 de abril, varios locales fueron evacuados tras la colocación de artefactos explosivos. Días después, una operación de la Guardia Civil condujo a la detención de tres personas, acusadas de extorsionar a empresarios locales mediante la amenaza de bombas. La cobertura evitó el sensacionalismo. Citó nombres, detalles, motivaciones. Desactivó el relato político para centrarse en los hechos. Informar fue también una forma de desinflar el miedo a una amenaza terrorista.
Ese mismo mes, La Noticia publicaba una entrevista atípica. Gabriel García Márquez, de visita privada en Huelva, accedió a conversar con la periodista hoy retirada Caridad Orta, quien logró acercarse hasta la finca del matadro de toros Chamaco, donde Gabo se alojaba. El Nobel puso una condición: que no se tomaran notas ni se encendiera grabadora. Lo que se publicó fue una reconstrucción de esa charla sin registro. Se habló de escritura, de títulos, de silencios. El diario no vendió la primicia: dejó que el lector sintiera que allí se había hablado de literatura de verdad.
También ese año, La Noticia publicó un testimonio excepcional. Antonio Herrera Abrio —popularmente conocido como “La Moni”— ofrecía, en primera persona, su relato de vida como persona homosexual en una ciudad donde eso aún significaba ser blanco habitual de burlas, escarnio y violencia. El texto no estaba dramatizado. No pretendía educar ni justificar. Solo dejaba hablar. Entonces se usaba el masculino. Años más tarde, sería tratada en femenino, con el nombre por el que hoy se la recuerda, La Moni de Huelva. Pero ya en 1984, La Noticia le dio espacio. Porque ya estaba ahí.
Y en la contraportada del último número, publicado el 28 de abril de 1985, La Noticia dedicó toda la página al retrato de Pepe “el May”, personaje querido y singular del paisaje humano onubense. No se incluía como nota de color. Se despedía con él. Con esa cara, con esa figura que representaba a tantas otras que formaban parte del latido de una provincia.
Esa fue la mirada de La Noticia de Huelva: sin condescendencia, sin ruidos, sin miedo a decir lo que estaba ocurriendo. Y lo hizo durante apenas un año. Lo suficiente para dejar claro que era posible hacerlo distinto. Y que, aunque breve, su paso por la prensa andaluza fue esencialmente libre.
Entre los contenidos más singulares que acogió La Noticia de Huelva durante su trayectoria editorial, destacó la inclusión de El Fantasma de la Glorieta, un cuadernillo literario y gráfico dirigido por Félix Morales Prado. El suplemento, concebido como un espacio para la creación libre y la expresión artística sin restricciones temáticas ni formales, se integró en las páginas centrales del periódico con una periodicidad estable durante los años 1984 y 1985.
El Fantasma había iniciado su andadura en el diario Odiel, pero su publicación en La Noticia evidenció la voluntad de esta cabecera de incorporar contenidos culturales exigentes en el marco de su proyecto periodístico. El suplemento incluía poesía, narrativa breve, ilustración, collage visual y propuestas estéticas vinculadas a las corrientes de vanguardia del momento. No se trataba de reseñas ni de artículos de divulgación, sino de obra original en distintos formatos, firmada por autores que desarrollaban una voz propia dentro del panorama cultural andaluz.
Durante su etapa en La Noticia, colaboraron en El Fantasma de la Glorieta escritores como Juan Cobos Wilkins y José Juan Díaz Trillo, y artistas como Julio Juste y Pablo Sycet, entre otros. Las aportaciones se realizaban de manera individual, sin pertenecer a un equipo común, y cada número ofrecía combinaciones distintas de texto e imagen, en función de las colaboraciones recogidas. El diseño y la maquetación mantenían un carácter diferenciador dentro del periódico, otorgando al suplemento una identidad visual reconocible, al margen de la estructura informativa habitual.
La inclusión de El Fantasma no respondía a intereses comerciales ni a demandas de agenda cultural. Formaba parte de la línea editorial del periódico, que integraba en sus contenidos secciones dedicadas a la cultura contemporánea, al pensamiento crítico y a la creación literaria como manifestación de libertad. Su publicación periódica reflejaba una forma de entender el periodismo que asumía también el compromiso con el arte y la palabra como herramientas cívicas.
Tras el cierre de La Noticia en 1985, El Fantasma de la Glorieta continuó su trayectoria en otras formas editoriales, como la colección promovida posteriormente por la Diputación de Huelva. No obstante, su paso por las páginas del periódico permanece como una muestra concreta y documentada del modelo de prensa que defendía la redacción de La Noticia: comprometida con la información, pero también con la creación.
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