La magia de contar un cuento

A partir de los cuentos, los niños desarrollan sus propias historias. Rawpixel / Unsplash
Mireia Canals-Botines

Explicar una historia a alguien nos conduce a pasar un rato emocionante, entretenido. Puede ser hasta intrigante o conmovedor. Para los niños y niñas, la mayoría de las historias que escuchan o leen les potencian la imaginación y la creatividad. De hecho, explicar historias no es nuevo, ya nuestros antepasados en las cavernas se contaban historias alrededor del fuego, entre caminos, en secreto, como medio de trasvase de información. Y así aprendían y se informaban. En algunas paredes de algunas cuevas todavía se conservan ilustraciones de esas historias.

Así pues, de generación en generación, las historias pasan de padres a hijos, de amigos a amigos, de compañeros a compañeros, de diferentes formas y recientemente, a través de múltiples formatos.

Pero, a pesar del formato, sigue siendo el cuento el que nos transporta a otros mundos y nos prepara para la aventura. Los cuentos están pensados para distraer a los niños, pero, a la vez, pueden ayudar en muchos otros aspectos. Un cuento tiene muchas vidas, muchas situaciones en las que puede ser explicado, interpretado, releído y recabado y puede ser una herramienta para ayudar a las personas cercanas al niño o la niña -en la escuela, en casa, en espacios de socialización como asociaciones o clubs- en la tarea diaria de educar y acompañar en el crecimiento, y al mismo tiempo pasarlo bien con los más pequeños.

Trabajar las emociones a través de los cuentos es muy importante en relación con la prevención colectiva, muy aconsejable desde la escuela y a la vez desde casa con una prevención individual. Desde diferentes grupos de investigación se están trabajando cinco pilares básicos aplicados en las escuelas. Son:

  • el reconocimiento de las emociones y de los sentimientos,
  • saber expresar las emociones,
  • enseñar a autocontrolarse,
  • hacer amigos
  • y aprender a ser responsables.

Así pues, un cuento puede ser una herramienta (hasta podríamos llamarla “trampolín”) clave para comunicarse con un niño o una niña. La profesora y escritora Irma Goshn, en base a sus experiencias en las aulas de educación infantil, argumenta que las ventajas son principalmente cuatro:

  1. Provee experiencias variadas a nivel emocional en el niño, creando circuitos cerebrales preparados para la empatía;
  2. Amplía la visión del niño hacia el interior de la conducta humana, y se le hace conocedor de ésta;
  3. Le ofrece estrategias que le ayudan a desarrollar sus relaciones interpersonales con otros niños;
  4. Y finalmente, y no menos importante, fortalece el aprendizaje de su lenguaje emocional.

Cómo explicar un cuento

La labor de las imágenes de un libro ilustrado es no subordinar sino complementar la palabra escrita. Pexel

Un cuento puede explicarse a través de las ilustraciones, no siempre es necesario leer el texto. Algunas veces, el texto puede parecer un poco alejado del lenguaje del niño y puede ser mejor recibir una explicación más plana por parte de la persona que lo cuenta.

El primer objetivo es que quien lo escuche se identifique con uno de los personajes y se cree así la empatía necesaria entre el personaje principal y el niño o la niña.

El estudioso Marco Dallari argumenta que la labor de las imágenes de un libro ilustrado es no subordinar sino complementar la palabra escrita. Para los niños, parece tener un rol más importante que las palabras.

Un ejercicio que ponemos en práctica para trabajar las características del cuento con los niños es ayudarles a crear sus propias ilustraciones. Repasando lo que más les ha gustado del cuento a los pequeños lectores, se les anima a dibujarlo, utilizando colores y escribiendo el nombre de los personajes principales. Así, surge el cuento que basa su argumento en una aventura que envuelve al menos una emoción y éste, junto a unas actividades para trabajar después de la lectura, acompañan el desarrollo de las emociones del niño.

Y son de hecho estas actividades las que a menudo ayudan a fijar, medir y resolver las dudas y misterios en el crecimiento de los más pequeños.


Mireia Canals-Botines, Profesora de Literatura infantil y lengua inglesa en la Facultad de Educación, Ciencias Humanas y Traducción, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

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