Los datos económicos, los organismos internacionales, las agencias de calificación, los bancos centrales, los inversores y, en general, todos los agentes económicos apuntan hacia una desaceleración del crecimiento económico global. Nada tiene que ver con la crisis financiera internacional de 2008, pero nada, pero es verdad que se puede retrasar la recuperación completa de las economías y sobre todo de las que sufrieron de una manera salvaje con los recortes presupuestarios exigidos por las autoridades monetarias para salvar el sistema.
Jamás se me ocurrirá decir que el mundo haya salido de aquella crisis financiera y de deuda de una manera clara; somos millones de personas las que aún sufrimos las consecuencias de la crisis en forma de falta de poder adquisitivo, desempleo, bajas rentabilidades de los activos financieros, recuperación muy paulatina de precios de alquileres que aún están lejos de los niveles precrisis. Pero es verdad que todo va por buen camino y de una manera bastante uniforme; algunos países crecen más como Estados Unidos o España, y otros menos como Alemania y Rusia, pero van ganando posiciones.
Entonces, ¿qué demonios está pasando para llevar tres meses con señales de desaceleración mundial? La respuesta es fácil, triste y en cierto modo patética, la política y los políticos están llevando al traste la salida de la crisis.
En efecto, Europa también teme los efectos de la guerra comercial entre EE.UU. y China. El crecimiento de la Eurozona se detiene y las tensiones entre Washington y Beijing alimentan la amenaza de una recesión. La economía alemana está entre las que más sufren por la guerra comercial. Son hechos no cábalas.
Europa, con su economía comercialmente excedentaria, mira con temor la cada vez más enconada guerra comercial entre los gigantes Estados Unidos y China. Las tensiones comerciales afectan a la economía europea y especialmente a su gran motor, el alemán. Podemos afirmar que las políticas arancelarias de Trump están haciendo mucho daño a Alemania, que con un gobierno conservador-socialista, mantiene la estabilidad pero que las tensiones comerciales cercenan.
La Eurozona exportó al mundo el año pasado bienes y servicios por valor de 2,27 billones de euros, el equivalente a dos veces la economía española. Su superávit comercial alcanzó ese año los 194.200 millones de euros. Así, las tensiones comerciales atacan duramente a la economía europea.
Los últimos datos disponibles muestran cómo la Eurozona creció en el segundo trimestre sólo un 0,2% después del 0,4% del primer trimestre del año. Las instituciones europeas ven dos grandes frenos: las tensiones comerciales globales y la incertidumbre por un ‘Brexit’ que parece encaminarse a un salto al vacío ante la negativa de Bruselas a reabrir el acuerdo de salida y el nacionalismo populista del gobierno británico.
Londres parece empeñado en saltar del buque europeo “cueste lo que cueste”, como dijo en varias ocasiones el histrión que los conservadores pusieron en el sillón noble del 10 de Downing Street. Donald Trump por su parte podría desatar una guerra comercial a todo trapo contra Europa antes de fin de año, cuando podría aumentar los aranceles a la importación de autos europeos, un duro golpe para uno de los sectores industriales más importantes del viejo continente.
Europa respondería aplicando medidas de represalia comerciales como hizo en 2018. Los servicios de Comercio de la Comisión Europea ya tienen la lista de productos estadounidenses a los que se aplicarían aranceles. Jean-Baptiste Lemoyne, vice ministro francés de Comercio, explicaba que la Unión Europea no quiere este tipo de guerras, no está en el origen de ninguna y hará todo lo posible para evitarlas, pero quiere hacerse respetar.
Las economías europeas que más sufren la incertidumbre del Brexit y las tensiones comerciales son las que más dependen del sector exterior. Entre los grandes países de Europa en esa situación están sobre todo Alemania e Italia. Roma cerró el segundo trimestre con el PIB detenido en el 0,0%. El dato alemán en la media europea de un crecimiento del 0,2%, pero ya con miedo a recesión.
Europa también teme que las tensiones comerciales deriven hacia una guerra de divisas, sobre todo después de la fuerte caída del yuán chino. Pekín miró sin mover un dedo como su moneda caía porque añade competitividad a sus exportaciones, pero los europeos se pueden ver sin armas en esa guerra porque en las normas del Banco Central Europeo no está la de jugar con el nivel del euro si no afecta a la estabilidad financiera del bloque.
Trump acusó a los europeos de jugar con el nivel del euro. El presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi, lacónico, le respondió que su entidad “no tiene objetivo de tipo de cambio”.
Europa sí puede y todo indica que a partir de ahora Draghi apuntará ahí sus cañones actuar en los mercados para intentar activar una inflación que en su último dato mostró un crecimiento del 1,1% anual –lejos del objetivo del 2%-. Draghi podría cobrar más a los bancos por guardarles el dinero y que así presten más, y estos podrían cobrar por cuidar depósitos bancarios, para que el ciudadano ahorre menos, gaste más, anime la demanda interna y con eso se consiga que la economía acelere y la inflación se anime.
Draghi también podría bajar la tasa de referencia del Banco Central Europeo aún más, que ya están en el 0%. Eso significaría entrar en un territorio que sólo conoce Japón y que a Tokio le ha dado resultados limitados: poner las tasas de interés en negativo.
Medidas extraordinarias para tiempos extraordinarios. Lawrence Summers, secretario del Tesoro con Bill Clinton, explicaba en Twitter, después de la caída del yuan: “podríamos estar en el momento financiero más peligroso desde la crisis de 2008”.
Muchos avisos, y todos políticos, lo que resulta muy peligroso. En España, que crece a velocidad crucero, la situación de ingobernabilidad reflejada por la enorme victoria del PSOE de abril pero la intransigencia de Ciutadants, por un lado, de Podemos por otra, y del PP. Que con un porcentaje de voto de en torno al 15% han boicoteado la formación de Gobierno con casi el 30%… no les parece peligroso… ¿A ahora? Avanzar.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero. En Twitter: @FranciscoVill87
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