Yo estoy aprovechando, entre otras cosas, para ponerme al día en lecturas atrasadas. Pero además de los atrasos, he recuperado un libro de Naomi Klein (de 2007), que estoy releyendo ahora y que recomiendo. Lleva por título el de este artículo; además tiene un subtítulo bastante gráfico: “el auge del capitalismo del desastre”.
A diferencia de los defensores de las variadas teorías de las conspiraciones, esos que nos inunda ahora con la paranoia de que el covid-19 fue creado en un laboratorio, como lo fueron antes el sida, el ébola y otra amplia gama de virus; Klein defiende que en realidad el sistema capitalista tiene trazado el camino que quiere seguir y que aprovecha las catástrofes y las crisis para imponer todas esas medidas de choque que siempre intentaron implementar, pero que no se atrevieron a hacerlo o que, cuando lo hicieron, tuvieron que retirar por las presiones de los afectados.
Es fácil reducir plantillas laborales en mitad de una pandemia, nadie va a impedirlo; como nadie va a impedir la adopción de medidas económicas extremas para salir de una crisis sanitaria que nos diezma. La trampa viene después, cuando pasa la crisis que provocó esta situación pero las medidas adoptadas no se retrotraen. Ese es el gran riesgo que se corre y, espero equivocarme, lo que veremos el día después de que se dé el alta al último paciente.
El turismo tardará lustros en recuperarse, las factorías industriales que hoy mandan a toda su plantilla a casa, es más que probable que el día después intenten consolidar las reducciones de personal que le han venido dadas y que podrán defender sin grandes problemas ante la objetiva contracción de la economía. Será tiempo de deslocalizaciones, y aventuro que de contención, cuando no de retirada de inversiones.
Si al coronavirus le añadimos la crisis del petróleo que se vislumbra, el repliegue norteamericano en asuntos internacionales o esas guerras inconclusas que siguen generando miles de refugiados, estaremos ante la tormenta perfecta.
Ciertamente nuestro Presidente Sánchez tiene razón cuando dice “lo peor está por llegar”, aunque él se refiera al desarrollo de la pandemia. Yo creo que lo peor empezará el día después.
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