

Sábado, 27 de mayo de 2023. Una nueva campaña electoral ha finalizado, los discursos de sus candidatos han seguido el papel asignado a cada uno de ellos, los argumentarios han circulado de forma, más o menos, conveniente y sus actores y actrices no han defraudado a los suyos ni a los contrarios, por acción u omisión.
Hace unos meses el Prof. Tezanos me sugirió realizar una aproximación a los funcionamientos psico(pato)lógicos de la acción política de nuestros políticos. Lo intenté en dos pasos: uno a la actitud general y otro aplicado en la persona de nuestro Presidente del Gobierno. En ambos casos intenté guardar el respeto debido y ser prudente en la expresión, pecando por omisión o silencios estratégicos, con el fin de no aportar contenidos que pudieran ser interpretados de forma y manera que resultaran ofensivos, desde luego no se me ocurrió poner ninguna palabra que pudiera incidir en hacer pensar que hacía un diagnóstico clínico, sino simplemente descripciones por aproximación de sus mecanismos que, en muchos casos, hace cumplir aquello de a buen entendedor…
Podría elegir cualquiera de ellos para analizar algunos contenidos desde la perspectiva de la comunicación, pero si destaca y despunta alguien, esa candidata, sin duda, es la presidenta de la Comunidad de Madrid: Isabel Díaz Ayuso (IDA).
Si algo destaca en las intervenciones de IDA es su proyección hacia el exterior y la capacidad de difusión que alcanzan sus palabras, por absurdas o desaforadas que parezcan. Sorprende que, durante cuatro años, intervenciones vacías de contenido, realizadas por una persona con escasas luces propias, tengan esa gran difusión y se hable constantemente de ella a través de comentar, una y otra vez, sus intervenciones. De forma complementaria, sorprende la escasa repercusión y trascendencia que obtienen las respuestas de sus adversarios políticos, es más, si algo parece es que sus adversarios, pretendiendo contraponer información y razonamiento, lo que consiguen es reafirmar los contenidos, cuanto menos, inadecuados expresados por IDA.
¿Qué contenidos pueden esconder las intervenciones de IDA? No podía sustraerme a intentar aproximarme a contestar a esta pregunta.
Resalta su actitud general retadora, con gesto facial contraído, la mirada con oscilaciones laterales de los ojos o bien con mirada fija y una ligera contracción de los orbiculares de los párpados que achican ligeramente las hendiduras palpebrales o bien abriéndolos de forma exagerada. Aportando así una mirada peculiar que la define con claridad entre amenaza al otro y exaltación propia. Su voz es peculiar y sale al exterior con unos labios contraídos o excesivamente abiertos, con un tono de rabia y ofensa muy evidente.
Existe un discurso de escasa consistencia por faltar ideas fuerza claves, siendo solo una sucesión de frases cortas, frases hechas y repetidas de un argumentario ajeno a ella, Los datos fundamentales de ese discurso son palabras reiteradas y emitidas de forma rutinaria y ante cualquier estímulo por pequeño que fuere: “bilduetarra”, “separatista”, “independentista”, “comunista”, “vds manipulan”, “terrorista”. Se repiten estas palabras vengan o no a cuento y en cualquier circunstancia y situación, importa poco que sea en sede parlamentaria, una rueda de prensa o una pregunta de un medio de comunicación en la mitad de la calle. Se dicen esas palabras de forma descontextualizada, una repetición tipo “martillo pilón” ante públicos diversos sean políticos de su partido o de otros, periodistas o gente de la calle. Si se le pregunta o se le contesta, entonces descalifica o insulta a su interlocutor y ella se hace la víctima de una persecución, sin duda, judeo-masónica internacional.
En otras ocasiones se sale del guión y hace alguna frase que considera “graciosa”. En general se manifiesta un discurso deslavazado, carente de lógica interna y lleno de contradicciones más o menos explícitas. En no pocas circunstancias suenan a bravuconadas barriobajeras sin valor intrínseco alguno, pero, por una extraña razón, la gente se engancha en lo que dice.
Una razón más para preguntarse por el aparente “éxito popular” y la dificultad que tiene toda la oposición para contrarrestar sus mensajes.
Sus intervenciones, sean cortas o largas, son una sucesión de frases escritas o dictadas. Frases cortas, directas, sin composición discursiva ni hilazón con el tema que se pretende desarrollar, pues siempre retorna con insistencia compulsiva a sus contenidos fetiche. Son frases más propias de un tweet que de una conversación fluida o la exposición de una idea coherente. Trasmiten formas de expresión típicas de las conversaciones de calle, sin elaboración y más frecuentes en los mercadillos que en las salas parlamentarias. No es menos cierto que la gente entiende perfectamente esos contenidos y acepta esas formas tan heterodoxas, muchas veces cansada de escuchar las repeticiones de otro tipo de argumentarios sin mayor elaboración que la pretendida sofisticación lejos de la capacidad de comprensión media de la población.
IDA resulta ser maestra en minimizar los problemas, en simplificarlos, en reducirlos a su mínima expresión para decir que ese es el problema y basta con una solución y que la tiene ella. Frente a la complejidad de las situaciones, de los contenidos y de la propia vida, IDA ofrece lo simple, así de sencillo, tanto en la causalidad como en la solución.
En estas circunstancias la población se centra en lo que dice y asiente o se asombra, pero está a ese tema; sus adversarios tienen que centrarse en argumentar en contra, con lo que asumen el tema en la práctica y a sus Desmontar una paradoja es muy complicaocampo de batalla.
Con estas premisas la conclusión está servida: se habla de lo que dice y cómo lo dice IDA, pero se va marginando el sustratum fundamental de la acción política y de la gestión de los servicios públicos. De esta suerte la degradación de los servicios públicos progresa, el descontento de la población se centra en los servicios públicos y en la oposición política, pero no en las acciones que tienden a su desaparición vía la delegación de sus funciones en servicios privados, concertados primero y cesión de la gestión después.
IDA consigue una comunicación activa en forma de paradoja: si se la contesta es malo porque se evita el análisis de las cuestiones reales y se banaliza la acción política, si no se contestara IDA se sale con la suya pues prevalece su discurso banalizador y rastrero. Desmontar una paradoja no es sencillo, la autora sistémica Giuliana Pratta escribió un texto titulado “Paradoja y contraparadoja”, en él describe cómo abordar las paradojas con el fin de desactivarlas en el proceso de comunicación. Elaborar una contraparadoja no resulta una tarea fácil, necesitándose un trabajo en equipo y una claridad de pensamiento muy elevada.
La comunicación paradójica consigue la obtención de la manipulación del otro ya que le encierra en una contradicción de alto voltaje. Por ello la contraparadoja debiera ser consistente y coherente, para evitar el efecto manipulación inicial, debe tender a devolver la lucidez de análisis al otro y a los propios adversarios políticos.
Salir de la paradoja diseñada por IDA es fundamental si se pretende desmontar sus mentiras, sus manipulaciones, sus insultos y su discurso vacío de contenido. El mero razonamiento resulta ser insuficiente por perseguir resultados lineales, mientras que la paradoja hace una acción envolvente, circular para cerrar la interlocución.
Si la oposición a IDA en la Comunidad de Madrid no consigue desbrozar este camino y desmontar la paradoja, elaborando una contraparadoja consistente y coherente, por la vía del razonamiento concreto, IDA tiene el terreno ganado a toda la oposición y, lo que es peor, tiene ganada a la ciudadanía inmersa en una gran paradoja, la paradoja de IDA.
El Dr. José Luis Pedreira Massa, Don Galimatías en La Mar de Onuba, es Vocal del Consejo Asesor de Sanidad y Servicios Sociales del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Psiquiatra y psicoterapeuta de infancia y adolescencia. Prof. de Psicopatología, Grado de Criminología (UNED).
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