Viernes, 11 de octubre de 2024. No es raro que se den conflictos en el comercio internacional. Recientemente, en las relaciones entre la Unión Europea y China ha surgido un caso que afecta a la industria alimentaria europea –específicamente al sector porcino y ahora al brandy– y que está relacionado con los coches eléctricos.
Tras investigar las importaciones de baterías para coches eléctricos de China, la UE ha considerado que están sujetos a subvenciones desleales que perjudican a los productores europeos y ha subido los aranceles a las importaciones de automóviles eléctricos chinos.
China ha considerado que esta es una medida desafiante y ha amenazado con represalias en otros sectores como el porcino y, más recientemente, las exportaciones de brandy europeas.
Conflictos en el comercio internacional
El comercio es una fuente de riqueza y desde hace tiempo se conocen las ventajas de ubicar la producción en los lugares más propicios y eficientes. Pero la deslocalización también provoca problemas, derivados de prácticas inadecuadas y de la necesidad de garantizar la seguridad de autoabastecimiento y apoyar la economía local.
En el caso de los productos agroalimentarios, los problemas han sido más profundos por lo que los acuerdos para resolver los conflictos comerciales internacionales se demoraron hasta la negociación comercial conocida como Ronda Uruguay (1993) y la actualización del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio de 1994 que, finalmente, se materializó en la Organización Mundial de Comercio.
Relaciones entre China y España
La irrupción de China, imperio y potencia milenaria que se abrió al exterior con el régimen de Deng Xiaoping, ha sido objeto de múltiples análisis sociopolíticos y comerciales.
La demanda de alimentos en China está creciendo exponencialmente, lo que estimula las importaciones en varios sectores. En el caso del porcino, los brotes de peste porcina africana en 2018 diezmaron la producción nacional china, aumentando su dependencia exterior y, simultáneamente, generando normativas de bioseguridad y sanidad animal aplicables a las importaciones.
También se establecieron aranceles antidumping –el dumping ocurre cuando los precios de exportación son inferiores a los del mercado local– para proteger a la industria nacional.
Todo lo anterior viene creando tensión en los mercados exteriores, ralentizando las transacciones y estimulando la competencia diferenciada, siendo fuente de conflictos internacionales.
Coches versus alimentos
China es uno de los mayores importadores de porcino. En 2023 importó 3,7 toneladas (Tm) de cerdo, de los cuales un millón correspondieron a la Unión Europa, principalmente España, Alemania y Dinamarca.
En el caso español, las exportaciones agroalimentarias superaron las 560 000 Tm, por valor de 1 223 millones de euros, de los cuales un 22 % correspondieron a cárnicos, un 19 % a cereales y harinas, un 13 % a vinos y bebidas y un 11 % a lácteos.
En cuanto a los coches eléctricos, China es el mayor mercado mundial, con importantes inversiones y colaboraciones de empresas europeas (como las de Alemania o Suecia) que han establecido asociaciones con fabricantes chinos para su venta en el mercado local.
Simultáneamente, las empresas automotrices chinas están tratando de expandirse en Europa y en 2023 sus exportaciones alcanzaron la cifra de 150 mil coches eléctricos, con marcas como BYD y NIO. Mientras, la Unión Europea exportó a China, en 2023, 100 mil unidades de vehículos, especialmente de Alemania y Francia, con empresas como Volkswagen y BMW.
En ambos casos están involucrados los gobiernos, impulsando el crecimiento del sector.
Corresponsabilidad e impacto diferenciado
Los contenciosos comerciales internacionales tienen elementos funcionales que complican la toma de decisiones y la modalidad del impacto. El resultado depende de las presiones ejercidas a nivel nacional por los afectados y la posición del gobernante.
A título de ejemplo, en España, antes de su ingreso en la Comunidad Económica Europea (hoy UE) el sector pesquero convenció al Gobierno para imponer aranceles al pescado procedente de barcos japoneses. La respuesta de aquel país fue la amenaza con imponer aranceles a nuestras exportaciones de vino y aceite. La reacción por parte de España fue desactivar los aranceles pesqueros.
En el contencioso de aranceles europeos a los coches eléctricos, la respuesta de China ha sido penalizar a las importaciones de porcino, y ahora de brandy (un producto de lujo que no afecta al abastecimiento alimentario de la población). Es un ejemplo de corresponsabilidad entre los distintos países de la UE, pero con un impacto diferenciado en los sectores. Se beneficia a los fabricantes de coches eléctricos y se perjudica a los productores de porcino. Como consecuencia de ello, en España, la estrategia de las autoridades ha sido tratar de enmendar la situación (incluyendo la reciente visita del presidente de Gobierno a China).
No obstante, la Comisión Europea seguirá aplicando los aranceles a la importación de vehículos eléctricos desde China después de que en una votación celebrada recientemente no se haya alcanzado una mayoría suficiente en contra de la propuesta.
El mundo académico puede servir de ayuda en este tipo de contextos, por ejemplo, mediante la publicación de libros y estudios, así como mediante la creación de espacios de diálogo entre organizaciones profesionales, representantes del Gobierno y embajadas para analizar las causas de la guerra comercial y los impactos sociales, económicos y medioambientales, con el objetivo de aportar posibles soluciones.
Julián Briz Escribano es Catedrático emérito, Universidad Politécnica de Madrid (UPM); e Isabel de Felipe Boente, Profesora jubilada de Economía y Desarrollo, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
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