‘Entregar los fondos al zorro’, por Eduardo Madroñal

por Eduardo Madroñal

Lunes, 9 de agosto de 2021. El centro más importante en las decisiones sobre el reparto de los 140.000 millones de fondos europeos no está en la Moncloa, sino en cuatro torres de Madrid, en la Torre PwC -sede de la auditora estadounidense PriceWaterhouse-, en la Torre de Cristal -en las oficinas de KPMG, la consultora holandesa-norteamericana-, en la Torre Picasso -donde está el centro de operaciones de Deloitte, el otro gigante mundial del sector-, y en la Torre Azca -en las oficinas de Ernest&Young, la cuarta de las llamadas “Big Four” -las cuatro grandes-, que son uno de los más importantes brazos armados financieros del gran capital estadounidense.

Porque su intervención en el reparto de los fondos europeos, está siendo absolutamente decisiva, garantizando que van a quedar en manos de los gigantes del Ibex-35 y del capital extranjero. Se les ha entregado un inmenso poder, a pesar de que dos recientes sentencias les han condenado por prácticas fraudulentas.

El oligopolio de las “Big Four”

Las cuatro auditoras-consultoras constituyen un auténtico oligopolio. Son Deloitte -con sede en Nueva York- que es el líder mundial en este tipo de servicios profesionales; PriceWaterhouseCooopers (PwC), la sexta mayor empresa en EEUU; Ernst&Young (EY) y KPGM. Las tres primeras tienen su sede en Nueva York y Reino Unido, la cuarta en Ámsterdam -Holanda es junto con Luxemburgo la gran plataforma utilizada por el capital estadounidense para invertir en Europa-.

Las “Big Four” son un oligopolio norteamericano, en un sector especialmente importante y sensible. Suelen dirigir las operaciones que deciden el futuro de grandes compañías -fusiones, compras y ampliación de capital- y ahora también el acceso a los fondos europeos Next Generation. Y además tienen acceso a las cuentas anuales de las empresas, para auditarlas, y aprobarlas o rechazarlas.

Su dominio en España es abrumador. Las cuatro grandes consultoras concentran el 75,6% de los ingresos por trabajos de consultoría. Y la primera de ellas, Deloitte, acapara más ingresos que la suma de todas las consultoras que no forman parte de las “Big Four”.

Tienen el dominio en exclusiva del sector de consultoría en el Ibex-35: PwC y KPGM tienen once empresas auditadas cada una, les sigue EY con siete y Deloitte con seis. Su poder sobre el Ibex-35 es tal que fue Deloitte quien dio la puntilla a Bankia, con la decisión de no aprobar sus cuentas anuales, acelerando el “rescate bancario” y colocando a la entidad al pie de los caballos de los bancos internacionales y nacionales que pretendían adquirirla.

Quién, de verdad, controlará el reparto de los fondos europeos

Las grandes ciudades y comunidades autónomas de nuestro país, encabezadas por Madrid y Barcelona, han encargado la gestión de los millonarios Fondos de Recuperación Next Generation de la Unión Europea a estas auditoras. Las cuatro grandes auditoras ya han creado oficinas especiales para “asesorar” a grandes empresas y gobiernos en todo lo que hace referencia a los fondos europeos. Y no exigen “pedigrí” ideológico, lo hacen a derecha e izquierda.

En primer lugar, en el gobierno central. El ministerio de Transición Ecológica, uno de los que más dinero de los fondos va a concentrar, ha contratado a Deloitte para servicios de “Asistencia técnica para tareas vinculadas al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España”. Mientras que Ernest&Young controlará la base de datos del Ministerio de Economía con la información de todos los proyectos que aspiran a recibir ayudas, y ha “asesorado” al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones en la propuesta enviada a Bruselas sobre la reforma de las pensiones, que anuncia nuevos recortes.

Pero la influencia de las cuatro grandes auditoras estadounidenses sobre la acción del gobierno va mucho más allá. Se afirma que “Pedro Sánchez ha concentrado en Moncloa toda la capacidad de decisión sobre los fondos europeos” pero en realidad es que, a través de la CEOE, PriceWaterhouse participó directamente en la redacción del decreto que, bajo el argumento de “agilizar los trámites”, elimina muchos de los controles que habitualmente acompañan a las ayudas públicas. Permitiendo así mucha más “manga ancha” a las grandes consultoras en sus maniobras para adjudicar la mayor parte de los fondos a sus “clientes” -grandes bancos y monopolios nacionales y extranjeros”.

Su influencia no se limita al gobierno central. Las “Big Four” ya están trabajando para la mayoría de autonomías -desde Madrid a Baleares, desde Andalucía a Canarias- y de las principales ciudades. Y se han hecho con la gestión de los fondos europeos que correspondan a numerosos organismos públicos: Deloitte en Renfe, KPMG en Adif y RTVE. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha externalizado la gestión de los fondos europeos a los que pueda acceder la Comunidad de Madrid, entregándosela a Deloitte. Y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha contratado a KPMG para acceder a la parte del Fondo de Recuperación destinado a las ciudades.

Es difícil encontrar un solo centro económico o político donde las operaciones para acceder a las ayudas o préstamos europeos, y su reparto, no haya quedado bajo el control de los cuatro gigantes estadounidenses. Por ejemplo, Deloitte fijará las normas con que el Ministerio de Transición Ecológica repartirá las ayudas, y dirigirá las operaciones de Cepsa, una de las mayores petroleras españolas, en manos del capital extranjero, para hacerse con la mayor parte posible de ellas. Han sido estos gigantes de la auditoría y la consultoría los que han diseñado los proyectos que grandes bancos y monopolios han presentado. Detrás de los 10 proyectos que controlarán el 70% de los fondos europeos está la mano de las “Big Four”.

Las auditoras condenadas por prácticas fraudulentas

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) acaba de condenar a 22 auditoras, encabezadas por Deloitte, PwC y KPMG por formar dos cárteles -grupos oligopólicos- que con prácticas mafiosas se repartieron el mercado nacional, y durante diez años amañaron contratos públicos e impusieron condiciones abusivas, entre ellas un sobreprecio a muchas administraciones. ¿Y es a esta gente a quien entregamos el control de los 140.000 millones de los fondos europeos que debe recibir España?

Las “Big Four” van a trabajar para que sean el capital extranjero y los grandes bancos y monopolios del Ibex-35 los que acaparen estos recursos, que no se destinarán a reindustrializar el país ni a rescatar a pymes y autónomos. Con una mano estos gigantes estadounidenses de la auditoría y la consultoría “asesoran” a los gobiernos en la “gestión de los fondos”, y con la otra a los gigantes financieros y monopolistas que los están acaparando.

Y suponen una injerencia inaceptable de uno de los más eficaces instrumentos de intervención del gran capital norteamericano, amparados por el poder de la superpotencia. Si es Washington quien tiene el bastón de mando, esos 140.000 millones no se destinarán a lo que el país y la población de España necesitamos.

Eduardo Madroñal Pedraza, colaborador de La Mar de Onuba, nació el año 1951 en Madrid, el año 1951, de raíces andaluzas paternas y castellanas maternas. Fue velocista y jugador de balonmano. De una clase social, eligió otra práctica social. Fue, por el  artículo 191 del Código Civil franquista, «padre soltero» de una hija de madre desconocida. Estudió Psicología. Trabajó 7 meses como repartidor de codornices 13y 7 años como administrativo en Uralita. Acabó Psicología; fue profesor de inglés (6 años en colegio privado y 4 años en instituto por oposición. Con la LOGSE se cambió a orientador educativo. Anomalías se titula su tercer libro de poemas. Colabora en diversas publicaciones (De Verdad, Chispas…) en formato digital e impreso. Es militante de Unificación Comunista de España, miembro de Recortes Cero, e integrante de la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones. Profesor aprendiz, psicólogo inapropiado, orientador peregrino, demócrata distinto, patriota inusual, comunista extraño, padre inesperado, abuelo chocante, amante inhabitual, y alguna anomalía más.

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