‘Encuestas, verdades y mentiras’, por Rafael Simancas

por Rafael Simancas

 

Miércoles, 12 de julio de 2023. Tras la publicación de la última macroencuesta electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), se han reeditado las críticas habituales y aceradas sobre este organismo y quien lo dirige.

Pueden distinguirse fácilmente hasta tres casuísticas en las descalificaciones vertidas sobre el CIS. Las más prolijas y agresivas surgen siempre de la derecha mediática y demoscópica, porque las respuestas de los españoles a la encuesta del CIS desmienten el marco del “todo está ya hecho” con el que buscan desmovilizar al voto progresista.

Hay otras críticas de analistas provenientes de profesiones y ámbitos de conocimiento ajenos generalmente a la investigación sociológica, y algo ingenuos además, que desautorizan las conclusiones del CIS con el simple argumento de que “se alejan del promedio de otras encuestadoras”, es decir, de las estimaciones que responden a aquella estrategia de la derecha demoscópica.

Y, finalmente, están los movidos por razones más crematísticas, como esas voces que en redes sociales se han apresurado a reclamar que “se prohíba al CIS hacer encuestas electorales”, para que solo puedan hacerlas -y facturarlas- empresas determinadas, en la actualidad mayoritariamente propiedad de la derecha demoscópica. Claro.

Muchos de los argumentos utilizados contra el CIS suelen competir tanto en falta de rigor como en falsedad manifiesta y deliberada.

Algunos, malintencionados y bienintencionados, manifiestan que el CIS “falla en sus predicciones”, literalmente. Pero es que el CIS, como el resto de los institutos sociológicos que se precian de serlo en el mundo, no se dedica a las “predicciones”. Como suele responder José Félix Tezanos ante estas acusaciones, la actividad de la “predicción” es más propia de adivinos o pitonisas que de sociólogos.

Los sociólogos investigan, analizan y hacen estimaciones sobre la opinión de los españoles en un determinado momento, pero no establecen “predicciones”, con pretensión de exactitud además, sobre lo que esos españoles opinarán o votarán semanas o meses más tarde. Es bastante elemental.

Se dice también que las estimaciones del CIS “se alejan de los resultados electorales” en mayor medida que las empresas de la derecha demoscópica. Y se argumenta que cuando esto no es así, y el CIS “acierta”, como ocurrió en las generales de 2019 y en otros casos, es por pura “casualidad”, porque “hasta un reloj parado acierta dos veces al día”. Así de profundo, sin rubor siquiera.

En primer lugar, como se ha dicho ya, la investigación sociológica no aspira a “acertar” predicción alguna, sino a estudiar la opinión de los electores en un momento y circunstancia concretos. En segundo lugar, las estimaciones del CIS han coincidido en numerosas ocasiones, en lo fundamental, con el resultado final de las urnas, en 2019, antes y después, en las dos últimas elecciones generales, en las autonómicas catalanas, en las autonómicas gallegas…

Y, en todo caso, las comparaciones aguantan bastante bien respecto de aquellas empresas de la derecha demoscópica que intentaron convencer a los españoles, desde grandes portadas y tertulias sesudas, de que Zapatero nunca sería Presidente, de que Albert Rivera estaba llamado a liderar el país de manera inminente y de que el sorpasso de Podemos al PSOE era un hecho “sociológico” sin discusión.

Eso sí, cuando las estimaciones del CIS en un momento dado no concuerdan con lo que los españoles deciden votar semanas o meses después, se vierten insultos de todo tipo contra su presidente, desde “falto de independencia” hasta “lacayo del sanchismo”, pasando por “manipulador” y hasta “malversador”. Gravísimas acusaciones que se lanzan impunemente, sin dato o prueba alguna que las sostenga, cuando alguna de ellas forma parte, incluso, del Código Penal, y los tribunales ya las han desechado con contundencia.

Ahora bien, si la incongruencia se da en las encuestas de la derecha demoscópica, la falta de sintonía se atribuye en sus medios a la cambiante opinión pública. Claro, otra vez.

La supuesta falta de independencia de Tezanos se interpreta por estos críticos interesados en el contexto de la supuesta “colonización” de los organismos públicos por el sanchismo, mientras que las presidencias del CIS por parte de la ahora eurodiputada popular Pilar del Castillo y el hermano del exministro popular Cristóbal Montoro debieron ser fruto de la pura casualidad en su momento, al parecer.

Como si los españoles fueran tontos. O como si la solvencia científica y la integridad profesional dependiera de que el afectado hubiera tenido o no un carnet de partido o sindicato a lo largo de su vida. O como si los que han militado en el PP contaran con una presunción de “independencia” que hubiera de negarse a quienes han militado en el PSOE o en otros partidos.

Ninguno de estos críticos ha podido establecer tacha alguna sobre la solvencia y el prestigio nacional e internacional de José Félix Tezanos como investigador, analista y maestro de la Sociología a lo largo de varias décadas. Y su compromiso ideológico, que jamás afectó a su integridad como científico, como docente y como profesional, solo acrecienta el respeto de los muchos que le conocemos y admiramos.

¿Cuál es la realidad?

La realidad es que los estudios sociológicos no “predicen”, sino que analizan y estiman las opiniones para un momento y solo para ese momento. Y los momentos cambian.

La realidad es que casi un tercio de los electores decide su voto durante los últimos días de campaña, bastante más tarde de la realización y la estimación de muchas encuestas.

La realidad es que las encuestas del CIS son, de lejos, las más rigurosas en su realización y las más transparentes en sus estimaciones. Porque sus muestras son más grandes. Porque sus entrevistas son telefónicas con muestras aleatorias y no, como otras, realizadas mediante cuestionarios por correo con muestras voluntarias y pagadas. Porque solo estima atribución de escaños cuando dispone de muestras representativas en todas las circunscripciones, y nunca con muestras de solo 19, 30 o 40 entrevistas de media por circunscripción, como hacen otros.

La realidad, por desgracia, es que las peores estrategias de campaña a veces funcionan, incluidas aquellas que utilizan la mentira para asegurar que “ETA está viva”, que “habrá suelta de terroristas en prisión” y que “Sánchez prepara un pucherazo”. E incluidas aquellas que publican encuestas con menos rigor científico que intención política, aunque sean tantas como para sumar “promedios”.

La realidad es que las encuestas se han convertido en una herramienta más de campaña, y las descalificaciones a quienes hacen encuestas con rigor y honestidad también.

Más realidad: el 23J hay partido, aunque los “promedios” de la derecha demoscópica se empeñen en asegurar lo contrario.

Rafael Simancas es Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales

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