por Kechu Aramburu
El feminicidio contra Laura Luelmo es una de las bofetada más execrables, del patriarcado contra las mujeres, por eso seguir como si no pasara nada, más allá de describirlo como un lamentable suceso, junto con respuestas de baja intensidad, es un indicador de la escasa calidad de algunos sectores de esta sociedad, y de sus representantes.
Ni este país, ni Campillo, ni Zamora, ni Huelva, ni Andalucía, ni nadie, salvo su círculo íntimo está de luto severo, el resto ni de medio luto, o luto de cortesía, no he visto ninguna declaración institucional, acompañada de la solemnidad que va más allá del gesto, ni ninguna bandera a media asta, ni crespón, ni crespones negros o morados, ni apagón de las estridentes luces de neón navideñas, ni bajada la música de los villancicos en los altavoces callejeros, ni tampoco que se haya parado en los colegios, u otros espacios para explicar lo que está pasando, y es que están asesinando a las mujeres, por el simple hecho de ser mujer.
El terrorismo machista del que ha sido víctima Laura, es la señal máxima de que la violencia de género avanza imparablemente, y necesita una mega alerta. Y esta España tan castiza, amante de las tradiciones sin excepción, aparca la respuesta del luto, que es la expresión externa y extrema de los sentimientos de dolor, y duelo ante la muerte, una de las más usadas costumbres que utilizan personas, y entidades en la España del No& Do, y en la España de la post verdad. ¿Por qué? ¿Quizás el conflicto territorial u otros, que desempolvan los jinetes, tienen más entidad que la vida de las mujeres?
Hablo de usar el luto en término figurado, exclusivamente como un elemento subalterno más, creador de conciencia inmediata, que te obligue a dar señales de la barbarie que está aconteciendo, ya que a día de hoy, después del asesinato, más allá del minuto convencional, velas, concentraciones al uso, comunicados dolosos, o reclamatorios de la no disuasoria prisión permanente revisable, solo se está rellenando con informaciones amarillentas, e imágenes innecesarias en los medios, sin más movimientos que la tristeza, y la indignación particular compartida en redes sociales, y algunas plazas.
Que se note, que se recuerde, que remueva conciencias, culturas, programas, proyectos, que se manifieste que esto es insoportable, y que acaba de rebosar el vaso de agua de abuelas, madres, hermanas, tías, primas, hijas y resto de la sociedad, por lo que hay que pasar sin más demora, a comprometernos sin excepción.
Para que se detenga desde la raíz esta amenaza, que además de truncar vidas, trunca la convivencia, y pone en solfa la democracia, para empezar la del 52% de la población que somos las mujeres, en riesgo porque no disfrutamos del derecho a la libertad de salir solas, ni de día ni de noche, ni a pasear ni a correr, ni en minifalda ni en chándal ¡No puede ser!
Por eso hay que pronunciarse e intervenir sobre lo que tanta resistencia tiene en casi todas las filas, hay que hablar, escribir, movilizarse, y entrar a saco para que no se pudra este trozo de civilización, y para ello es necesario reconocer que el plan A que abordan las administraciones, instituciones, partidos, medios de comunicación, escuelas, hogares, centros de trabajos, peñas, hermandades, movimientos sociales…, en prácticamente ninguno de los sitios ha funcionado; insisto no ha funcionado el plan A contra el machismo, sencillamente porque se sigue haciendo “lo mismo de siempre” retocado.
En lo que va de año han asesinado a 96 mujeres, 8 niñas y 2 niños por violencia de género, violadas 788, amén de las 500 denuncias diarias. El reciente informe del Ministerio del Interior dejaba claro: los hombres asesinados en España mueren en reyertas (1 de cada 3) y las mujeres por la violencia de género (1 de cada 2), y la Memoria que cada año realiza la Fiscalía General del Estado con datos de entre 2009 y 2017, dice que se registraron más de 1 millón de denuncias por violencia de género, y el porcentaje de denuncias falsas fue solo de un 0.01%, información para el negacionista de la violencia de género, que los organismos competentes vomitan, avalando que dicha violencia de género, no solo tiene rostros, sino cifras asesinas insoportables.
Lo que obliga a esta sociedad, gobiernos y demás responsables a pasar al Plan B, que significa aceptar que nos hemos equivocado, en el diseño de las políticas públicas y privadas, y que hay que construir una nueva senda feminista, con una nueva agenda feminista, y con sujetos feministas ¿Empezáis a entender que sin el feminismo plural, inclusivo, transversal, integral, no jerarquizado ni light, no se puede construir un país democrático, ni una sociedad con desigualdades?
El machismo es la antesala de otros ismos como el fascismo, que actúa como una carcoma de los pilares sociales y económicos, siendo la frustración de la ciudadanía, la antesala de los peores augurios. Por eso la mayor barbarie seria, que esta sociedad se acostumbre al machismo, y lo normalice. Decía Mario Benedetti “No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se esconda, Y se calle el viento…”
Kechu Aramburu es Profesora. Ex eurodiputada, ex diputada y ex parlamentaria andaluza con IU. Actualmente es independiente.
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