Jueves, 9 de enero de 2025. Después de dos décadas, se anuncian las enmiendas del nuevo código de familia marroquí que será aprobado por el Parlamento en el año nuevo. La reforma viene después de una larga lucha de l@s feministas no solo para adaptar las leyes en vigor a los desafíos actuales sino también, y sobre todo, para mejorar la situación de las mujeres que sufren a causa de dichas leyes arcaicas que las marginalizan y subordinan al hombre. El código del 2004, que todavía está en vigor, se criticaba mucho por su clara discriminación a la mujer y la desigualdad de género, por lo cual su revisión y su adaptación no es un lujo sino una necesidad urgente para que el país avance en su proyecto de desarrollo sostenible que el rey Muhammad sexto ha trazado. Sin lugar a dudas, la igualdad de derechos, especialmente entre hombres y mujeres, es imprescindible para el progreso de todas las sociedades.
Sin embargo, la reforma no hubiera sido posible sin la presión continua de l@s feministas y activistas de derechos humanos ni sin la voluntad del rey Muhammad sexto quien había mandado, en septiembre 2023, que se formase una comisión para hacer una propuesta de revisión en seis meses y presentarla a los partidos políticos, los teólogos islámicos “ulemas” y los representantes de la sociedad civil. Es decir, la reforma, se hizo desde un enfoque democrático participativo que engloba la sociedad religiosa, política y civil para que el pueblo marroquí tenga un Código de familia con un nuevo espíritu que responde a las exigencias y demandas de una sociedad que evoluciona rápido, pero preservando la identidad marroquí islámica. Por ejemplo, la poligamia no se prohíbe, pero se restringe al permitir a la esposa expresar su oposición y al poner condiciones como la esterilidad de la mujer, y en el islam se prohíbe si el hombre no puede hacer justicia y garantizar la igualdad entre sus esposas.
Para ello, se ha partido del principio de una interpretación reflexiva que tome en consideración los nuevos desafíos que imponen los cambios sociales y económicos, la equidad y la igualdad de género, los valores islámicos y el bien estar de la familia que, en Marruecos, es núcleo fundamental de la sociedad. De hecho, el nuevo código viene con reformas que pretenden proteger la familia y asegurar su bienestar al considerar la custodia de los hijos y las hijas como un derecho compartido entre ambos cónyuges, al conservar el hogar conyugal en caso de fallecimiento de uno de los cónyuges, al permitir que la mujer divorciada mantenga la custodia aunque vuelva a casarse, al valorizar el trabajo doméstico considerándolo como una contribución al desarrollo de los bienes adquiridos durante la relación conyugal. Asimismo, la mujer tendrá la tutela de sus hijos mientras que el código del 2004 se la niega por lo cual no puede decidir nada sobre ellos, ni siquiera cambiarles de escuela o abrirles una cuenta bancaria, sin tener una autorización escrita legalizada del padre. Verdaderamente, esto supone un gran obstáculo para el bienestar de los hijos e hijas, sobre todo cuando el padre vive en otra ciudad (o país), o ya tiene otra familia y no le importa, y muchas veces se opone a dar su autorización, simplemente, para fastidiar a la madre.
Por ende, el nuevo código realiza avances importantes a nivel de la familia y promete ser más igualitario y justo que el del 2004 ya que pone el empoderamiento de la mujer en el centro de la reforma. Asimismo, se establecen mecanismos legales importantes para salvar a la mujer de la discriminación en el ámbito familiar y proteger sus derechos, porque está pensado para reforzar los valores de justicia, equidad, justicia y solidaridad, que son valores islámicos universales, la verdadera esencia del islam. No olvidemos que la misión fundamental por la cual nuestro profeta Muhammad, que la paz sea con él, se había enviado era difundir estos valores en todos los mundos como lo dice bien claro el sagrado Corán en el versículo Al Anbiya-107: “Wa Mā ‘Arsalnāka ‘Illā Raĥmatan Lil`ālamīna” (Y no te hemos enviado sino como misericordia para toda la humanidad). Y la emigración del profeta fue para cambiar el mundo y liberarlo de las creencias religiosas que esclavizaban al ser humano y, por ende, acabar con el orden patriarcal colonial.
Desgraciadamente, el patriarcado sigue dominando el mundo moderno capitalista como creencias, prácticas e ideas ancladas en las mentes que reproducen patriarcas en todas las sociedades y todos los tiempos. En Marruecos, tenemos un patriarcado maquillado que está en los hogares y la sociedad: la división desigual del trabajo doméstico, los hombres tienen el poder de tomar decisiones importantes, como las financieras y educativas, los hombres pueden ejercer violencia física, emocional o sexual contra las mujeres como una forma de mantener el control, las mujeres se consideran las principales cuidadoras y responsables de la crianza de los hijos, etc., estas barreras patriarcales hacen que el nuevo Código de familia tenga muchas limitaciones, además, y como ocurrió en la reforma del 2004, es objeto de controversia por querer mejorar la situación de la mujer, cosa que molesta a los patriarcas que se sirven de la religión como argumento para defender sus creencias e intereses, porque saben que la religión cuenta mucho en Marruecos.
La reforma del Código de familia se considera histórica y heroica, supone un verdadero desafío lo que muestra que Marruecos es una nación dispuesta a todos los cambios necesarios para seguir adelante en su dinámica de desarrollo. El camino no es fácil pero los marroquíes creemos y confiamos en nuestro Rey Mohammed VI que, con su visión determinada de desarrollo, está llevando el país hacia las buenas rutas. Y es de saber que son los grandes cambios, como el del código familiar, que sientan las bases para construir la nación justa y democrática que queremos, porque no hay desarrollo sin igualdad.
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