por Juan Tortosa
En estos diez puntos se resume la mayor parte de los usos y costumbres que definen a la ultraderecha europea.
Por si hay algún despistado por ahí que le quiere quitar importancia a la salida del armario de la ultraderecha en España, quizás convenga recordar los principales aspectos que, según dejó escrito Umberto Eco, retratan al fascismo, esos inquietantes síntomas que obligan a los demócratas a no permitirse bajar nunca la guardia ni un solo segundo, y que me permito resumir y parafrasear a continuación:
- La ultraderecha rinde culto a la tradición y a las raíces. Y el tradicionalismo es más antiguo aún que el fascismo, que asume sus postulados.
- Promueve el miedo al diferente. Los fascistas son racistas por definición. Alientan la xenofobia porque consideran a los extranjeros un peligro, y rechazan a las minorías, a los pobres, a los desheredados…
- Utilizan sin pudor los problemas sociales para sumar adeptos, y se valen para ello de la demagogia y de la necesidad que los frustrados tienen de creer en cualquier promesa, aunque esta sea falsa.
- Popularizan eslóganes simples y seductores (como “Nosotros primero”, el “American first” de Trump).
- Generan y expanden sin pudor noticias que son mentira (los “fake news”) para perjudicar al adversario político y reforzar los miedos de aquellos ciudadanos que, desesperados por la adversidad, temen perder lo que ellos creen privilegios y que, en la mayor parte de los casos, suele ser mera calderilla.
- Los fascistas, conspiradores por naturaleza, viven obsesionados con las intrigas y tienden a ver enemigos y complots por todas partes.
- El control y la represión están en el adn del fascismo. Por eso sus partidarios combaten la libertad sexual, por eso son machistas y militaristas; por eso infravaloran a las mujeres y combaten la homosexualidad.
- Son violentos, les gusta serlo y no lo disimulan. Para los fascistas, la acción suele anteponerse al uso de la razón. Utilizan la democracia para llegar al poder y acto seguido se ponen a la tarea para intentar acabar con ella cuanto antes.
- Cultura no tienen mucha en términos generales los hooligans de los movimientos ultraderechistas, pero sus líderes sí saben cómo utilizar los eslóganes, cómo usar frases que calen y cómo repetir una falsedad mil veces hasta conseguir que parezca verdad.
- Lo moderno casa mal con la intransigencia de los defensores de las tradiciones. Por eso los fascistas suelen plantearle al progreso y a las ideas de vanguardia una guerra sin cuartel, unas veces con desenfadada grosería y otras con la agresividad y la soltura propias solo de aquellos que se creen impunes (¿quizá con razón en según qué casos?) y no temen demasiado a las consecuencias de sus transgresiones.
En estos diez puntos se resume la mayor parte de los usos y costumbres que definen a la ultraderecha europea, a Trump en Estados Unidos, a Bolsonaro en Brasil y ahora, en España, a Vox. ¡Que los hados nos sean propicios!
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