Siendo conscientes de que los verdaderos héroes en la lucha contra el coronavirus son el personal sanitario, los miembros del sistema logístico, los trabajadores de los supermercados, las panaderías o las fruterías, el personal de limpieza y los investigadores, los economistas tenemos la responsabilidad de ayudar a propiciar una rápida recuperación económica.
La semana pasada, Dinamarca anunció su fórmula para evitar la temida “Gran Depresión” provocada por el COVID-19: exigir a las empresas que no despidan trabajadores a pesar de que producción ahora está paralizada. A cambio, el Estado será el que asuma los salarios de esos trabajadores durante el periodo de cierre. El objetivo es claro: dejar las empresas listas y preparadas para volver a estar al 100% de la capacidad cuando la normalidad vuelva.
Esta medida es precisamente la que se ha tomado en España. Los famosos Expedientes de regulación de empleo temporal (ERTE) consisten en una suspensión del contrato de trabajo, por la cual la empresa no tiene que pagar el salario ni la cotización a la Seguridad Social y el trabajador no prestará servicios.
No obstante, el trabajador recibirá un subsidio a cargo de la Seguridad Social del 70% de su salario. Esta suspensión del contrato se mantendrá solamente hasta que lo haga la situación de cierre y de estado de alarma.
Compromiso de las empresas
Y aquí viene la parte pensada para la recuperación económica rápida: por un lado, para poder acogerse a esta medida, la empresa debe comprometerse a no despedir a ningún trabajador por razones económica o productivas en los seis meses siguientes. Por otro, durante el Estado de alarma se desincentivan los despidos aumentando la indemnización que la empresa debe pagar al trabajador.
¿Por qué es tan importante mantener el nivel de empleo? Los trabajadores desempleados, debido a sus menores ingresos y a la incertidumbre sobre el futuro, consumen menos. Ese menor consumo implica una menor demanda de productos y servicios en el mercado, lo que a su vez provoca más despidos. Es el llamado circulo vicioso de la economía.
Por esta razón, tanto en Dinamarca como en España se está poniendo el foco en evitar los despidos (también en Italia).
Es posible que a una empresa individual le fuera mejor despidiendo a trabajadores que no va a necesitar al inicio de la recuperación. Sin embargo, si todas las empresas hacen esto, acabarán provocando un hundimiento mayor de la economía, provocando más despidos y cierres de más empresas.
La importancia de evitar despidos
Así, se puede comprobar que existe un interés público en evitar despidos. La economía, en muchos casos, y este puede ser uno de ellos, funciona por expectativas: si la mayoría de empresas entiende que la crisis va a ser larga, y la recuperación lenta, esta creencia provocará despidos, lo que reducirá el consumo y acabará desencadenando una crisis efectivamente larga (la llamada autoprofecía).
Por el contrario, si se ponen medidas desde las instituciones públicas para que razonablemente se pueda pensar en una rápida recuperación, habrá mayor probabilidad de que las empresas no despidan, el consumo se recupere y la economía vuelva rápidamente a la normalidad.
Un apunte final: mantener la confianza es muy complicado, y más en el mundo actual de oportunismo político y de fake news en redes sociales. El negativismo es igual de contagioso como el virus. No obstante, habrá que hacer el esfuerzo. Sin duda, desde las instituciones económicas españolas se está apostando por una rápida recuperación y por dar confianza al mercado mediante grandes inyecciones de dinero. Esperemos que tengan efecto.
Adrián Todolí Signes, Profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Universitat de València. Licenciado en Economía y Derecho. Tiene 4 monografias en materia de salarios, desde la revisión salarial al bonus pasando por los complementos salariales incluida una de retribuciones en el sector público. Además, cuenta con una amplia experiencia en Regulación de la Economía de Plataformas Digitales desde una perspectiva jurídica y económica.
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