El coronavirus ha movido mercados y políticas como pocos eventos recientes. Cada mañana los acontecimientos despliegan una nueva serie de reacciones. ¿Por qué hay tanta preocupación, y cómo puede acabar afectándonos económicamente este virus?
El SARS-CoV-2, que apareció en China en diciembre 2019, ha provocado ya más de 100 000 casos de Covid-19 a nivel global y más de 3 800 muertos.
Todo esto nos ayuda a entender el miedo a nivel sanitario. Pero ¿por qué ha llevado a los mercados a una de las peores caídas desde los años 80? ¿Por qué se teme por el crecimiento del PIB global?
La primera respuesta se debe al gran economista John Maynard Keynes, los animal spirits: un pánico, sea por nuestra salud o por la solvencia de los bancos, puede llevar a inversores y consumidores a recortar gastos y ahorrar. Si esta actitud persiste, afecta a la economía real, donde compramos, cobramos y vendemos.
El efecto de la desaceleración en China
Los mercados reaccionan ante el miedo de que China, que ya representa casi el 20% de la economía mundial, puede crecer mucho menos, tirando el crecimiento global hacia abajo. Aunque se ha desacelerado, China representa alrededor del 30% del crecimiento mundial.
Otros factores de demanda reducen el crecimiento económico, aunque sea temporalmente. Las personas bajo cuarentena o con miedo a contraer la enfermedad no salen a comprar. Esto reduce ventas de muchos productos, incluidos los coches y las viviendas. Sobre todo, hay miedo al futuro. En China, la venta de coches se redujo el 92% el pasado febrero, lo que afecta la producción, el empleo y la renta, y en consecuencia, a la compra y producción de otros tipos de bienes y servicios.
Otras industrias gravemente afectadas son el turismo y el transporte. Hemos visto Venecia vacía en fechas de carnaval, y vuelos y eventos internacionales cancelados. Si se cancelaran los juegos Olímpicos de Tokio sería sólo la cuarta vez desde 1896.
Más allá de las ventas y el empleo, están los mercados financieros. El endeudamiento privado en China es peligrosamente alto. ¿Qué ocurrirá si los bancos o las constructoras no pueden cobrar? Aunque el sistema financiero chino está en manos del Gobierno, a diferencia de lo que ocurre en países occidentales, una crisis golpearía la economía.
También podría espantar a los mercados financieros globales en el momento de más endeudamiento de la historia. El virus podría provocar un “momento Minsky” que acaba en crisis si el pánico llegara a cundir.
Empresas sin suministros
Por el lado de la oferta, hay otros efectos: el cierre de plantas en China, “la fábrica del mundo”, que deja a grandes empresas como Apple o los fabricantes de coches sin suministros. Hay grandes empresas y sectores que van a ver reducidas su producción y ventas, llevando a la misma cadena de desempleo, menor demanda, menor PIB.
Todo esto ha llevado a algunos expertos a pronosticar mucho menos crecimiento mundial en 2020. La OCDE anunció hace unos días que esperaba que el crecimiento global fuera este año la mitad de 2019.
¿Estamos sobrereaccionado? Es posible. Pero si el sentimiento existe, los efectos se van a producir.
Entramos en una época de menor crecimiento debido al Covid-19. La pregunta más importante es cuánto durará. ¿Decidiremos que este virus no es tan temible, y que podemos controlar su expansión e incluso convivir con él? ¿O nos veremos en una recesión provocada por los animal spirits que hundieron la inversión, el consumo y los mercados? Todo esto está por ver.
Una lección: la globalización puede tener efectos negativos muy graves si los países no logran articular una respuesta adecuada.
Gayle Allard, Professor of Managerial Economics, IE University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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