
Jornaleras de Huelva en Lucha llama a las trabajadoras del campo a organizarse sindicalmente y perder el miedo a defender sus derechos.
“Me sentía secuestrada”: Aura, trabajadora temporera de Jaén relata su experiencia en la empresa Tierras del Condado SL y cómo llegó a pedir ayuda a la Guardia Civil tras quedarse sin salario ni medios para abandonar la finca, pero no acudieron.
Martes, 15 de abril de 2025. En una nueva entrega del espacio Conversaciones…, el espacio de entrevistas de La Mar de Onuba en el canal de YouTube de esta revista, Ana Pinto, fundadora yu portavoz del colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha – Sindical Obrera Andaluza (SOA), y la trabajadora temporera Aura ofrecieron un retrato descarnado del sector agrícola onubense. Una conversación sin filtros en la que se denuncian con claridad las formas de explotación laboral que persisten en el corazón de una de las industrias más rentables de la provincia.
El motivo del encuentro fue la creación, por primera vez, de una sección sindical impulsada por el colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha en el entorno de los frutos rojos. Un hito que, como explicó Ana Pinto, responde a una dinámica repetida: «lo que me pasó a mí hace seis años le sigue pasando a otras trabajadoras hoy». Pero también es consecuencia directa de una herramienta legal desconocida para muchas trabajadoras, a las que ahora, gracias al activismo de base, empieza a llegar la información que permite organizarse desde dentro del tajo. «Nosotras ya conocemos esta herramienta y la difundimos. Esperamos abrir la veda con esto. Hemos hecho algo histórico», afirmó Pinto.
La figura de la sección sindical, alternativa a los comités de empresa, permite que incluso una sola persona pueda constituir un núcleo de representación obrera en cualquier empresa, aunque no tenga los mismos privilegios que las elecciones sindicales convencionales. Aun así, ofrece protección jurídica frente a represalias y otorga a las personas trabajadoras una interlocución reconocida con la empresa.
Pero como explicó la fundadora del colectivo, el principal obstáculo sigue siendo el miedo: «Les digo a muchas trabajadoras que pueden usar esta herramienta y me responden: ‘Nos van a echar a todas’. Aunque les expliques que están protegidas por la ley, no se lo creen». Y añadió: «Hemos asumido tanto que nos pueden pisotear, que ya ni creemos en nuestros derechos».
Aura, trabajadora jiennense recientemente despedida de la empresa Tierras del Condado, relató su experiencia en primera persona. Había trabajado anteriormente en campañas agrícolas por toda España y también en Francia, pero fue la experiencia en Huelva la que la dejó “sin palabras”. Según explicó, la empresa le ofreció alojamiento en módulos prefabricados tipo contenedor de obra. En uno de ellos convivieron hasta cinco personas, y pretendían añadir una más. No disponían de garantías mínimas de habitabilidad: «he estado en tienda de campaña, y ni así he estado peor que aquí», afirmó. Aunque el módulo contaba con aparato de aire acondicionado, nunca llegó a funcionar.
Aura denunció también que se intentaba cobrar a las trabajadoras por agua, electricidad y recogida de basura, pese a que el convenio colectivo establece que, cuando una empresa ofrece alojamiento, este debe ser totalmente gratuito y cumplir condiciones de habitabilidad. «Cualquier cobro por consumo de agua o electricidad está prohibido por el convenio. No se puede descontar de la nómina», se recordó durante la conversación.
En cuanto a las condiciones de trabajo, Aura describió un ambiente marcado por los gritos, las amenazas y la desinformación. «A mí nadie me explicó nada. Cada día era una sorpresa. No sabías si ibas a fresa, a arándano o a frambuesa. Y había personas que te gritaban todo el rato», señaló. La encargada, en su caso, llegó a recriminarle que llevase piercings y el flequillo suelto, sin que nadie le hubiera indicado previamente ningún protocolo.
Sobre su despido, Aura explicó que no se le comunicó formalmente. Un mensaje por WhatsApp con una lista de nombres indicaba que varias personas habían sido dadas de baja. A ella, sin embargo, le dijeron que se presentase al trabajo al día siguiente. «Yo ya estaba tan cabreada que dije: dame mi dinero, que me voy. Pero no me lo dieron. Me dijeron que tenía que esperar hasta el 10 de abril. Eso fue el 26 de marzo. Me querían allí sin trabajar y sin cobrar», denunció.
A causa de esa situación, Aura se vio sin recursos para abandonar la finca. «Llamé a la Guardia Civil porque me sentía secuestrada. No tenía dinero, no podía irme, no podía pedir ni un taxi», relató. Según sus palabras, desde el cuartel de Cartaya le dijeron que «no podían hacer nada», y que «debía acudir personalmente a interponer una denuncia». En ningún momento, afirmó, se desplazaron al lugar.
Aura mencionó también el caso de otro trabajador que contactó con el colectivo. «Otra persona sí que fue al cuartel de la Guardia Civil a denunciar que no le pagaban. Llevaba trabajando desde febrero, que es un chico árabe que contactó con ustedes. Y que llevaba sin desde febrero sin ver un euro. Trabajando, trabajando, trabajando, y dice que ‘mira, que no me pagan, que no tengo para comprar mi comida, ¿qué hago?’»
Aura también denunció que durante el proceso de despido fue insultada por un responsable de la empresa, que se refirió a ella en un audio como “la loca esa”. La conversación, grabada por la propia trabajadora, constituye, según explicó Ana Pinto, una prueba legalmente válida ante un juicio, al tratarse de una conversación en la que ella misma participaba. «Hay jurisprudencia del Tribunal Supremo que respalda esto. Si tú grabas una conversación en la que participas, es legal y puede usarse en juicio. Y lo hemos hecho. Nos ha funcionado.»
Durante el episodio, Ana Pinto explicó que el éxito de su acción sindical radica en que son las propias trabajadoras quienes han tomado la iniciativa, sin esperar a que otros lo hagan por ellas. Y que el uso de las redes sociales, los vídeos de denuncia y la colaboración con medios de comunicación han creado una nueva forma de hacer sindicalismo: el “sindicalismo influencer”. «Hay quien usa las redes para desinformar o difundir bulos. Nosotras las usamos para denunciar abusos, organizarnos y protegernos.» El colectivo ha logrado en los últimos meses que varias empresas readmitan a trabajadoras despedidas, solo con llamarles y presentar denuncias. «Es la prueba de que organizarse funciona», sentenció.
También se denunció que empresas señaladas por abusos continúan participando en foros de comercio ético, donde reciben certificaciones y reconocimiento pese a los testimonios de maltrato, infracciones laborales y condiciones indignas. Ana Pinto advirtió que muchas de estas empresas están implicadas en causas judiciales abiertas, pero continúan lavando su imagen con el beneplácito de instituciones y lobbies. «No vamos a permitir que se blanquee a empresas señaladas. Si las denuncias no sirven para frenar eso, ¿para qué sirven?»
Para cerrar, Aura lanzó un mensaje directo a quienes hayan vivido lo mismo que ella: «Que no se queden calladas. Que no se vayan a su casa sin levantar la cabeza. Si lo aceptamos, seguirán haciéndolo siempre.» Y Ana Pinto lo resumió con la consigna que da título al episodio: «Vamos a organizarnos. Vamos a perder el miedo. Hay herramientas sindicales que nos protegen.»
Sea el primero en desahogarse, comentando