“Perdonen la molestia»: el SAS pide ‘comprensión’ ante el inminente cierre de la cafetería del Juan Ramón, otro síntoma del deterioro de la sanidad pública andaluza

El inminente cierre del servicio, sin alternativas reales ni plazos definidos, agrava la precariedad cotidiana de profesionales exhaustos y pacientes desatendidos.

Miércoles, 21 de mayo de 2025. En el Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva ya no hay cafetería. Ni para pacientes, ni para acompañantes, ni para el personal sanitario. El cierre, anunciado como “temporal” a partir del 1 de junio, no llega acompañado de alternativas viables, ni de explicaciones suficientes. La medida, que afecta de lleno a quienes afrontan turnos largos y jornadas extenuantes, es una muestra más del progresivo abandono de los servicios básicos en la sanidad pública andaluza.

El Servicio Andaluz de Salud ha justificado la clausura por la finalización del contrato con la empresa adjudicataria y el “incumplimiento de determinados aspectos” del mismo, lo que habría motivado su resolución. Sin embargo, el comunicado del SAS no detalla el alcance de dichos incumplimientos, ni por qué no se articuló una solución de continuidad que evitase la interrupción total del servicio.

Mientras se tramita una nueva licitación, el SAS ha improvisado una batería de “medidas provisionales” para salir del paso. Entre ellas, ampliar contratos de menús elaborados en línea fría, repartir desayunos desde la cocina del propio hospital y reforzar la oferta de máquinas expendedoras. Ninguna de estas opciones cubre con dignidad la función que cumple una cafetería en un centro hospitalario: espacio de respiro, de encuentro, de alimentación real para profesionales, pacientes y familiares.

El cierre no afecta únicamente al confort o la comodidad. Afecta a la salud laboral, al bienestar del personal sanitario que lleva años trabajando bajo presión. Especialmente a quienes hacen guardias de noche, o jornadas partidas sin posibilidad de salir del recinto. La ausencia de un lugar donde reponer fuerzas no es un detalle menor: forma parte de las condiciones de trabajo en un entorno ya de por sí exigente y tensionado.

El SAS, por su parte, “lamenta las molestias” y “agradece la comprensión”. Pero el malestar crece en silencio, porque la cafetería es pieza más. Como las listas de espera, como los recortes invisibles, como la falta de recursos para una atención digna.

La sanidad pública andaluza se resquebraja también por lo pequeño, por lo cotidiano, por lo que parecía garantizado. Hasta que deja de estarlo.

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