Viernes, 7 de julio de 2023. La causa del estancamiento brasileño reside en su industria manufacturera, que hace una década era la reina de América Latina; a pesar de un superávit comercial que ronda los 80.000 millones de dólares por año, el país carioca crecerá este año apenas un 1,1 por ciento.
Brasil tiene 220 millones de habitantes, un producto bruto de 1,6 billones de dólares, y sus reservas ascienden a 380.000 millones, con un superávit comercial que oscila entre 70.000 millones y 90.000 millones por año; y aún así, en estas condiciones extraordinarias, crecería sólo +1.1% anual, virtual estancamiento, este año.
Lo notable es que esto ocurre cuando el sector agroalimentario es el primero del mundo, superior al de EE.UU en soja y carnes; y la cadena productiva de la soja y el biodiesel representa 27% del PIB agrícola, lo que significa que se ha triplicado en la última década. Sin embargo, es fácil constatar que hasta 1980 Brasil era el gran país industrial de América Latina, por encima de México y la Argentina; y en ese momento ocurrieron dos acontecimientos fundamentales: el gobierno Militar del General Geisel, ante el agotamiento prematuro de la etapa de sustitución de importaciones, optó por recurrir al endeudamiento generalizado; y Brasil se transformó en el país más endeudado de América Latina, con las tasas de interés más bajas de la historia.
Hay que agregar que el país más golpeado por la década perdida de la región, fue precisamente Brasil. La primera consecuencia de esta situación fue la pérdida prácticamente absoluta de la capacidad competitiva de la industria brasileña, y ante todo de la manufactura, históricamente la primera en América Latina.
La respuesta del General Geisel a la crisis fue multiplicar el cierre de la economía, y acentuar la sustitución de importaciones hasta extremos grotescos, agravando desmedidamente el estancamiento y el retroceso económico.
Entonces estalló en México la crisis de la deuda externa del continente latino americano, lo que desató para la región una “década perdida”. La primera consecuencia de esta situación fue la pérdida prácticamente absoluta de la capacidad competitiva de la industria brasileña.
Luego esto fue acompañado por la desaparición prácticamente total de la moneda, con la aparición de un fenómeno mega inflacionario. En ese momento, década del 90, surgieron de forma prácticamente espontánea los primeros intentos de autoabastecimientos agroalimentarios; y en 20 años, lo que parecía un mero esbozo se transformó en una auténtica avalancha, creando incluso una nueva frontera agroalimentaria en el Centro Oeste con epicentro en Mato Grosso.
Pero lo que permaneció intacto fue el estancamiento de la economía, centrada en un mercado interno “superprotegido” y en un anémico proceso de sustitución de importaciones. El dato estratégico central de la economía brasileña es que la producción agroalimentaria crece sobre la base del alza sistemática de la productividad, en la que cumple un papel fundamental el gran centro de tecnología agrícola de Brasil.
En términos históricos, la tarea que tiene Brasil frente a sí se puede resumir de esta manera: se trata de que la industria brasileña adquiera los niveles de productividad e innovación de la actividad agroalimentaria. De esa manera podrá cerrar el “dualismo estructural” existente entre el agro negocio de avanzada y el retraso generalizado de su industria.
Esta es la causa esencial del estancamiento de Brasil, revelado plenamente por el irrisorio aumento de +1.1% anual en 2023.
Sólo de esta forma puede convertir Brasil su enorme potencial agroalimentario, el primero del mundo, en una estrategia de desarrollo nacional, que abarque principalmente a esa industria. Las grandes tareas históricas son siempre de fácil formulación. Pero lo simple de formular es difícil de hacer; y de esto se trata en Brasil en el año 2023.
La cosecha de granos de Brasil alcanzaría 313 millones de toneladas en el periodo 2022/2023, récord histórico absoluto. Este es sólo el papel potencial de Brasil en el mercado mundial. Un simple adelanto de lo próximo.
Francisco Villanueva Navas, analista de La Mar de Onuba, es economista y periodista financiero @FranciscoVill87
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