Las escasas oportunidades educativas de las niñas y los obstáculos que les impiden completar doce años de educación ocasionan a los países pérdidas de productividad e ingresos a lo largo de toda la vida que oscilan entre los 15 billones y los 30 billones de dólares, según un informe publicado por el Banco Mundial el 12 de julio (2018), fecha establecida por las Naciones Unidas como “Día de Malala”.
De acuerdo con el informe Missed Opportunities: The High Cost of Not Educating Girls[1] (Oportunidades perdidas: El alto costo de no educar a las niñas), en los países de ingresos bajos, menos de dos tercios de las niñas termina la escuela primaria y solo una de cada tres niñas termina el primer ciclo de la escuela secundaria. En promedio, las mujeres con educación secundaria tienen más probabilidades de trabajar y ganan casi el doble que las mujeres que no han recibido ningún tipo de educación.
La educación secundaria tiene otros efectos positivos en las niñas, entre ellos, una amplia gama de beneficios sociales y económicos para ellas mismas, sus hijos y sus comunidades. Estos beneficios incluyen la casi eliminación del matrimonio infantil, la reducción en un tercio de la tasa de fecundidad en los países con alto crecimiento demográfico y la disminución de la mortalidad infantil y la malnutrición.
“No podemos seguir dejando que la desigualdad de género ponga obstáculos en el progreso mundial”, afirmó Kristalina Georgieva, directora general del Grupo Banco Mundial. “La desigualdad en la educación es otro de los problemas reparables que está costando al mundo billones. Es hora de cerrar la brecha de género en la educación y dar a las niñas y los niños las mismas oportunidades para triunfar, por el bien de todos”.
En el curso de las últimas dos décadas, muchos países han logrado la educación primaria universal y, en los países en desarrollo, la matriculación de las niñas en el nivel primario es equivalente a la de los niños. Sin embargo, esto no es suficiente. El análisis permite establecer que los beneficios educativos derivados de la terminación de la escuela secundaria serían mucho mayores.
“Cuando 130 millones de niñas no pueden convertirse en ingenieras o periodistas, o directoras ejecutivas de una empresa porque la educación está fuera de su alcance, el mundo pierde billones de dólares que podrían ayudar a fortalecer la economía mundial, la salud pública y la estabilidad”, dijo Malala Yousafzai, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2014 y cofundadora del Fondo Malala.“Si los líderes mundiales se comprometen a construir un mundo mejor, deben comenzar por invertir en la educación secundaria de las niñas. Este informe es una prueba más de que no podemos permitirnos retrasar la inversión en las niñas”.
En el mundo actual, unos 132 millones de niñas cuyas edades oscilan entre los 6 y los 17 años, de las cuales el 75 % son adolescentes, aún no asisten a la escuela. Para aprovechar todos los beneficios de la educación, los países deben mejorar el acceso y la calidad para brindar a todas las niñas la oportunidad de aprender. Estas inversiones son especialmente esenciales en algunas regiones, como África al sur del Sahara donde, en promedio, solo el 40 % de las niñas termina el primer ciclo de la escuela secundaria. Asimismo, los países deben contar con políticas para respaldar el crecimiento económico vigoroso que generará empleos para una fuerza de trabajo educada y en expansión.
Además, las mujeres con educación secundaria están más capacitadas para tomar decisiones en sus hogares, incluso las relativas a la atención de su propia salud. Es menos probable que padezcan violencia de pareja y afirman que gozan de mayores niveles de bienestar psicológico. Por otra parte, sus hijos son más sanos, y es menos probable que sufran malnutrición y más probable que asistan a la escuela y aprendan. Por último, las niñas que han recibido una mejor educación suelen participar más plenamente en la sociedad y ser miembros activos de su comunidad.
Educar a las niñas y promover la igualdad de género es parte de una labor más amplia y holística del Banco Mundial, que comprende financiamiento y estudios analíticos para eliminar los obstáculos financieros que impiden la asistencia de las niñas a la escuela, prevenir el matrimonio infantil, mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva y fortalecer las aptitudes y las oportunidades de empleo de las adolescentes y las jóvenes. Desde 2016, el Banco Mundial ha invertido más de USD 3200 millones en proyectos de educación que benefician a las adolescentes.
- El informe se publicó con apoyo de la Fundación del Fondo de Inversión en los Niños, la Alianza Mundial para la Educación y el Fondo Malala.