Apenas 500 personas, la mayoría mujeres, se han manifestado hoy en la capital onubense en el Día Internacional contra la Violencia contra las Mujeres. La cifra es elevada hasta el millar por las entidades que han participado en la convocatoria, celebrada en plena campaña electoral de las elecciones andaluzas. Incluso hay quien desde el movimiento feminista la eleva hasta hasta las 3.000 personas, pero es rebajada por la Policía Nacional a unas 300. Aunque la real fuera la más generosa, no conforma un dato del que nadie pueda sentirse orgulloso en una ciudad que roza los 140.000 habitantes, y en cuya provincia tuvo lugar este año uno de los asesinatos, el de Cristina Marín, en Lepe, el 7 de julio, y en el que el Instituto de la Mujer ha mostrado su preocupación por el elevado número de casos de violencia machista.
Tampoco puede hablarse de manifestaciones realmente multitudinarias en el resto de España, donde la más numerosa ha sido -lógicamente- la de Madrid, donde varios miles de personas, la mayoría mujeres, han «inundado» la Puerta del Sol, aunque sin dejar imágenes de verdadero impacto de las que pueda deducirse una fuerte «movilización social».
Y eso que esta que termina ha sido una semana (casi un mes realmente) plagada de actos de carácter institucional, partidistas, sindicales y asociativos. No ha habido un día en el que la Diputación, los Ayuntamientos, el IAM y decenas de organizaciones de todo tipo no hayan protagonizado actos y actividades de «concienciación» contra una realidad que cuestiona que haya avances reales en materia de Igualdad, Libertad y Derechos Humanos. De las mujeres, y de todas las personas.
La convocatoria de este 25N, ha vuelto a reclamar el cumplimiento inmediato y dinero para el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, leyes específicas e integrales, prevención y estadísticas para las violencias no recogidas en la ley de 2004 sobre violencia machista; la reforma del sistema judicial con nuevos juzgados de violencia contra la mujer y el desarrollo y la mejora de los que ya existen; que se aplique el llamado Convenio de Estambul (acuerdo europeo sobre violencia machista) y que se cumplan las recomendaciones de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. También un acuerdo universal contra todas las formas de violencia patriarcal en todos los ámbitos, Y, no menos importante, una política de prevención que incluya la educación en Igualdad en los centros de enseñanza.
En España, cuando aún falta algo más de un mes para termine el año, son más de 80 mujeres las que han sido asesinadas víctimas de la violencia machista. Según la estadísticas que realiza el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con la Cortes e Igualdad que dirige la vicepresidenta Carmen Calvo, hasta el pasado 19 de noviembre han sido 44 las mujeres asesinadas en lo que se consideran «feminicidios íntimos». Es decir, en el seno de relaciones de pareja o ex parejas. La cifra no incluye, entre otras, la presunta muerte «accidental» por un disparo en el tórax el pasado febrero de una mujer en Torredembarra (Tarragona), el estrangulamiento a manos de su marido de otra mujer en La Orotava (Santa Cruz de Tenerife) en julio, o la reciente aparición en Madrid de restos del cadáver de la novia de 25 años del conocido como «rey del cachopo». 47 mujeres asesinadas de las que solo 13 había denunciado situaciones de maltrato por violencia machista. Tres de ellas, además, habían retirado los cargos contra quienes acabaron siendo sus verdugos. Hoy mismo, una mujer senegalesa de 44 años ha sido asesinada, al parecer por su ex pareja, en su vivienda de Monzón (Huesca) en presencia de los dos hijos de ambos, de corta edad.
Pero la lista es mucho más amplia. Según el observatorio Feminicidios.net, la completan 18 casos de los considerados feminicidios familiares (cometidos por otros hombres distintos de la pareja), 9 infantiles, 2 en el ámbito de la prostitución, 6 más sin catalogar por «falta de datos suficientes», 1 caso por «violencia juvenil», 2 por robo y 3 más «en proceso de investigación». La cifra total dobla a la oficial. Y hay que sumar también la muerte de tres hombres en el marco de la violencia machista.
Los números develan la peor lacra social que asola nuestro país, en el que sólo en 2018, casi un centenar de mujeres han perdido la vida víctimas de la violencia machista. Ni siquiera la extrema violencia de ETA durante medio siglo provocó tantas muertes como las de mujeres a manos de hombres en el mismo periodo.
Los otros números, los de la «movilización social» en días tan señalados como este 25N también son llamativos. Y no precisamente porque apunten a una decidida actitud de los españoles (y de los propios onubenses) para acabar, de una vez por todas, con la violencia machista. Este 25N no hay (tampoco) ningún motivo para sentirse satisfechos. Al contrario. Ni el Gobierno, ni los parlamentos, los jueces, los sindicatos o las organizaciones sociales. Ni los ciudadanos. La lucha contra la violencia machista no avanza.
Si tocan a una, nos tocan a todas. Y a todos.
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