
Un nuevo libro firmado por Linda Hament, Nicolás Ferrando y José María Sánchez Molledo conmemora los diez años sin el pintor. Su obra vuelve a escena con la luz del sur como argumento.
Coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte del pintor Alfredo Ramón (1922–2015), la editorial Artelibro ha publicado un libro que recupera su trayectoria artística y vital para el gran público. Impulsado por Linda Hament, su representante y colaboradora durante más de cuatro décadas, el proyecto editorial sirve también como punto de partida para rescatar la figura de un artista que hizo de la pintura figurativa un compromiso con la belleza cotidiana. En esta entrevista, Hament conversa con La Mar de Onuba sobre la gestación del libro, el legado que conserva con celo y el vínculo de Ramón con Andalucía, Huelva y ese rincón ayamontino que convirtió en arte.
Lunes, 5 de mayo de 2025. Pintor figurativo en tiempos de abstracción, Alfredo Ramón (1922–2015) dedicó su vida a observar lo que la mayoría pasaba por alto. Fachadas, esquinas, puertas cerradas, escaparates anodinos: su obra recogió la estética de lo cotidiano sin ironía ni nostalgia, pero con un rigor compositivo que transformaba lo vulgar en problema pictórico. Nacido en el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, vivió y trabajó en Madrid, ciudad a la que retrató sin tregua. Pero su mirada no se detuvo allí. Viajó por toda España, y encontró en Andalucía —y en particular en Ayamonte— una luz distinta, un desafío visual que también dejó plasmado en sus lienzos.
Durante los años 60, recorrió la región acompañado del filósofo Julián Marías, con quien publicó el libro Nuestra Andalucía, hoy agotado. En aquellos viajes, Ramón se enfrentó a la complejidad de la blancura del sur: la cal que no es uniforme, las sombras sobre los muros encalados, la arquitectura modesta convertida en geometría. Una de sus obras, pintada en Ayamonte, condensa todo eso: una casa baja, tres puertas de madera, un tejado de tejas rojas y un cielo sin nubes. Una escena que podría pasar desapercibida, pero que en manos de Ramón se convierte en un estudio sobre la forma, el volumen y los matices del blanco.
Su obra forma parte de colecciones públicas como el Museo Reina Sofía, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid o la Fundación Gregorio Prieto. También en universidades y colecciones privadas de Estados Unidos, Europa, China y Oriente Próximo. En 2019, el Ayuntamiento de Madrid colocó una placa conmemorativa en la fachada del edificio donde tuvo su estudio, a propuesta de Linda Hament, su marchante y colaboradora durante más de cuatro décadas.
Con motivo del décimo aniversario de su muerte, la editorial Artelibro publica un volumen que recoge su trayectoria, firmado por Linda Hament, Nicolás Ferrando y José María Sánchez Molledo. Con ella —con Hament— conversa La Mar de Onuba, en una entrevista que recupera el contexto de la obra ayamontina y reivindica la vigencia de un artista que supo ver lo invisible.
La Mar de Onuba.- ¿Quién fue el pintor Alfredo Ramón?
Linda Hament
Promotora cultural y marchante de arte, ha representado durante más de cuarenta años al pintor Alfredo Ramón. Fue responsable de organizar treinta exposiciones individuales del artista, gestionar su relación con medios, instituciones y galerías, y acompañarlo en su proceso creativo. Aportó ideas temáticas, criterio técnico y asesoramiento pictórico, además de custodiar su archivo personal y profesional.
En 2019 promovió la colocación de una placa conmemorativa en Madrid en recuerdo del pintor. En 2025, cofirma el libro Alfredo Ramón, un pintor universal (Artelibro), junto a Nicolás Ferrando y José María Sánchez Molledo.
Linda Hament.- Alfredo Ramón fue un artista figurativo de la segunda mitad del siglo pasado. Nació en 1922 durante un veraneo en el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso en Segovia, y vivió toda su vida en Madrid donde falleció en 2015. Por lo tanto, este año conmemoramos el décimo aniversario de su fallecimiento. Con ese motivo mi reto era sacar un libro sobre el pintor dirigido al público en general. Gracias al Editorial Artelibro que dirige Nicolás Ferrando, pude realizar ese sueño, ya que me apoyó Nicolás en todo momento.
LAMDO.- ¿Dónde está localizada su obra?
LH.- Está en varios Museos en España y alguno en los Estados Unidos de América, además de diversas colecciones particulares de prestigio, tanto en este país como en el extranjero. En España, se encuentra formando parte de las colecciones del Museo Reina Sofia de Madrid, el Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Museo de Dibujo de Juliom Gavin del Castillo de Larrés de Sabiñánigo, Huesca, Fundación Gregorio Prieto de Valdepeñas, Museo de Bellas Artes de Valdepeñas, Museo del Toro, Soria, Ayuntamiento de Oviedo, Ayuntamiento de Navacerrada, Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada, Ayuntamiento de Madrid, Museo Maier de Virginia en los EE.UU., Museo de la Historia Americana de la Smithsonian Institution en Washington, D.C., EE.UU., y los museos de las Universidades de Middlebury, Kalamazoo, Hamilton, Smith, y Mary Baldwin en los EE.UU. Me gustaría añadir que en el 2019, conseguí que el Ayuntamiento de Madrid colocara una Placa Conmemorativa en su honor en la fachada del edificio donde tuvo su estudio. Fue un acto muy emotivo, ya que fue por votación unánime. De colecciones privadas podemos citar la colección del ABC en Madrid, la Casa de Alba, Julián Marías, Alicia de Larrocha, Narciso Yepes, Odón Alonso, Dámaso Alonso, y un gran número de personajes en los EE.UU. desde Hollywood a Washington D.C. También se encuentra su obra en colecciones desde la China, Oriente Próximo, Latinoamérica y por supuesto, Europa.
LAMDO.- ¿Cuál fue su colaboración con el pintor Alfredo Ramón?
LH.- Para contestar su pregunta quién soy yo, te diré que fui durante décadas no solo su representante, sino que también organicé 30 exposiciones individuales suyas. Fui la persona encargada de llevar todas las relaciones públicas con la prensa escrita mas la radio y televisión, a la vez concertando los contactos con las galerías, etc. Aparte de todo esto, colaboré estrechamente con él tanto en su estudio como fuera, ya que confiaba plenamente en mi criterio pictórico. En numerosas ocasiones, fui la responsable de encontrarle temas. Conversamos mucho durante los momentos del proceso de la creación de sus obras, dado a que siempre pedía mi opinión. Por ejemplo, debatíamos si una obra debe ser de formato vertical o horizontal, mejor en acuarela, dibujo o en temple de huevo. ¿Por qué consultaba conmigo? Porque vio que mi experiencia trabajando en el mundo de la Cultura y la fotografía en Nueva York, de donde soy oriunda, me dio una visión de las cosas que encajaba con el mundo que él pintaba. Nos entendíamos a la perfección. La relación profesional era un trato de respeto mutuo.
LAMDO.- ¿Sobre qué versan las obras del pintor Alfredo Ramón?
LH.- Sobre todo, los paisajes urbanos. Principalmente su querido Madrid. Y lo hizo antes de que se pusiera de moda pintarlo ya que en aquellas fechas la pintura abstracta reinaba. Su universo era lo que se llegaba a llamar algunos críticos, “la acera de enfrente”. Estos lugares que pasábamos diariamente, pero sin parar a fijarnos en ellos. Sitios que al principio parecen bastante vulgares, pero donde Alfredo encontraba una cierta belleza en ellos. Este mundo no solo lo encontraba en Madrid, sino en sus continuos viajes por todo el territorio nacional y hasta en los pueblos más pequeños. También cuando viajaba por Europa o sobre todo a los EE.UU. En ese país, consideraba Nueva York como su segundo hogar. Pasó más de treinta veranos como artista invitado en la prestigiosa Escuela Española del Verano de Middlebury College en Vermont donde no solo impartía cursos a estudiantes graduados, sino que se encargó de pintar todos los decorados, diseños de vestuario y carteles de las obras que el Teatro Español de dicho college representaba todos los veranos. Para el artista, la figura femenina también jugó un papel muy importante en su obra. Hizo numerosos dibujos de mujeres, además de retratos que le encargaron durante toda su carrera.
Portada del libro Alfredo Ramón, un pingtor universal, editado por Artelibro
LAMDO.- Acaba de publicarse un libro sobre la vida y la obra de Alfredo Ramón con la editorial Artelibro. ¿Qué acogida estás teniendo entre el público?
LH.- La acogida de la obra está teniendo bastante éxito, no solo entre sus conocidos, sino por un público con afán de conocer a su obra. Lo curioso es que atrae a personas de todas las edades, y sorprendentemente a un buen número de gente joven, lo cual me alegra enormemente. Sobre todo, entre los que cursan estudios de Arte. Así que estoy bastante contenta como responde la gente.
LAMDO.- ¿Es cierto que Alfredo Ramón es más conocido en el extranjero que aquí?
LH.- La contestación es algo compleja. Durante las décadas de los 50, 60 y mitad de los 70, diría que tuvo una buena salida su obra en España gracias a las exposiciones individuales, sus amigos y conocidos a través de las tertulias que frecuentaba y su relación con personas del mundo diplomático extranjero. Luego, a partir de las 70 empezaba a vender más su obra en los EE.UU., donde hay un alto porcentaje de sus pinturas.
LAMDO.- ¿Cuál fue la relación de Alfredo Ramón con Andalucía y con Huelva, en particular?
LH.- La relación que tuvo Alfredo Ramón con Andalucía viene de lejos, empezando en sus años estudiantiles en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando que en los años 40 estuvo todavía ubicada en la calle Alcalá 13 donde se encuentra la Real Academia y su Museo. Él tuvo la inmensa fortuna de haber tenido como profesores grandes maestros de la pintura y de la Historia de Arte. Alfredo Ramón siempre comentaba que sus años en ese lugar fueron los mejores de su vida. En varias ocasiones, su gran maestro, el Historiador de Arte, D. Enrique Lafuente Ferrari, organizaba viajes con sus alumnos por Andalucía enseñándoles el arte, arquitectura y escultura con unas clases bien rigurosas en cada lugar que visitaron en la región. En ese viaje, al joven Alfredo Ramón le fascinó el contraste de luz entre su querida Madrid y el sol cegador del Sur, sus aromas, el colorido de sus calles estrechas llenas de flores, las texturas de las fachadas encaladas de sus casas, los extensos campos de olivos y la gente campechana. Y hay que decirlo, sus licores y gastronomía.
En los años 50, hizo varios viajes cortos particulares por las tierras Andaluzas captando la esencia de la región. Pero, realmente fue en los años 60, gracias a su gran amistad que le unía al filósofo, D. Julián Marías, que tuvo la ocasión de dedicarse en cuerpo y alma a pasar meses viajando por Andalucía. Eso se debió a un proyecto entre los dos para hacer un libro con texto de D. Julián sobre la región ilustrado con apuntes de acuarelas hechas por Alfredo. El libro se tituló: “Nuestra Andalucía” publicado por el Editor Díaz Casariego. Tristemente ese libro está agotado.
Sus estancias en Huelva tenían que ver con el cambio de luz en la zona, dado a su proximidad al Atlántico. Al ojo profano no se nota, pero al ojo de un pintor sensible, sí. No es igual la luz del Atlántico con la de Madrid o del Mediterráneo. Además, la zona le sirvió de base para hacer excursiones por los pueblos cercanos que quiso pintar y hasta cruzar a Portugal donde también pintó en la Costa.
LAMDO.- Podría hablarnos de esta obra realizada en Ayamonte.
LH.- La obra de Ayamonte que acompaña este articulo representa muy bien las cualidades de una obra de Alfredo. Le llamó la atención la forma de la construcción de la casa. Muy típica por allí. Una casa baja horizontal y sencilla con tres puertas de madera. Tiene un tejado de tejas rojas y dos chimeneas y unas pinceladas azules grises con toques violetas para un cielo sin nubes. Aunque él era un pintor figurativo-realista, y el tema sí lo es, el aspecto de ese edificio si lo miramos bien, realmente es un problema de resolver formas cubistas. Y si fijamos en la superficie de la fachada encalada, es todo un reto de recrear las texturas y sobre todo es un magnífico estudio de todos los matices del color blanco. De un blanco muy frío hacia un blanco mas tenue y sucio. Fijase, como acertó con la sombra. Al final se da cuenta uno que la cosa tiene su aquel. Es todo un reto para un pintor. Algo que parece tan sencillo, realmente es un tema complejo que solucionar. Y creo que lo consiguió en esta obra.
LAMDO.- ¿Cree que es posible constituir un museo con obras del pintor? ¿Qué se necesitaría?
LH.- Sí creo que es posible construir un museo para albergar las obras de Alfredo Ramón. Soy optimista. Tengo todo para poder abrirlo mañana. Solo me hace falta un espacio. Un edificio adecentado con todos los requerimientos de un museo en condiciones. Tengo obra, he mantenido un gran archivo de fotos, diapositivas, videos, y grabaciones de 40 años trabajando con él. Además, conservo las cartas profesionales que escribió a museos, administraciones, prensa etc. y mas importante las cartas personales, además de objetos suyos. Mi sueño es crear ese museo para dejarlo al pueblo español. No solo para esta generación, sino para generaciones futuras. En mi modesta opinión, sinceramente creo que, dentro de 100 años, me lo van a agradecer los historiadores de arte que he guardado todo.
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